Descargo de responsabilidad
Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:
El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.
¿Cuál fue la estrategia de la Iglesia para llegar a convertirse en la mayor propietaria Inmobiliaria de la historia de España?
La Iglesia Católica ha utilizado artimañas legales, heredadas del franquismo, logrando inscribir más de 100,000 bienes inmuebles a su nombre, el 30% de ellas durante el gobierno de Aznar. Desde templos históricos hasta solares de gran valor, la Iglesia ha acumulado un patrimonio incalculable, generando controversia y conflictos legales en toda España. ¡Descubre cómo se convirtió en una macro inmobiliaria con la bendición vaticana!
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
La Iglesia Católica en España ha utilizado artimañas legales, heredadas de la era franquista, para inscribir la friolera de más de 100.000 bienes inmuebles a su nombre. Estos bienes, que van desde templos históricos hasta solares, tienen un valor difícilmente calculable.
¿Cómo pudo hacer la Iglesia este tipo de increíbles operaciones? Pues muy fácil. A través de una práctica conocida como «inmatriculación», que permitió que la Iglesia Católica se enriqueciera a costa del patrimonio colectivo de todos los españoles, convirtiéndose en una especie de macro inmobiliaria, que por su tamaño tiene dimensiones que superan con creces a la de la estadounidense Blackstone.
Pero ¿en qué consiste ese procedimiento de la «inmatriculación»?
La inmatriculación es un proceso mediante el cual un bien inmueble se inscribe por primera vez en el Registro de la Propiedad. En el caso de la Iglesia Católica, esta práctica se remonta a una legislación franquista de 1946, que permitió a la Iglesia inscribir bienes inmuebles, sin necesidad de presentar documentación acreditativa de que eran suyos. Bastaba, simplemente, con la firma del Obispo de turno.
Sin embargo, este rentable procedimiento no solo fue uno de los muchos privilegios y prebendas que Franco concedió a la Iglesia española. Entre 1998 y 2015 la cosa fue aún más lejos. Gracias a una reforma de la Ley Hipotecaria, promovida por el gobierno ultraconservador de José María Aznar, la Iglesia pudo registrar más de 30.000 nuevas propiedades, incluyendo templos, ermitas, casas parroquiales y otros bienes. La reforma aznariana eliminó una disposición que impedía la inscripción de templos católicos, por considerándola «inconstitucional y discriminatoria» en relación con la Iglesia.
En 2014, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos cuestionó la validez del mecanismo de inmatriculación utilizado por la Iglesia, especialmente la capacidad de los obispos para certificar propiedades sin documentación adicional, considerando este proceso sorprendente y discriminatorio.
De manera que en el año 2015 el gobierno de Mariano Rajoy se sintió obligado a derogar este insólito sistema de matriculación, y la Iglesia dejó finalmente de tener la posibilidad de seguir ejerciendo esta suerte de «derecho de pernada inmobiliario».
LA GIGANTESCA MAGNITUD DE LAS «INMATRICULACIONES»
La acumulación de más de 30.000 propiedades, Karl Marx podría haberlo interpretado perfectamente como un proceso de «acumulación primitiva», en el que la Iglesia expropia bienes comunales, transformándolos en propiedad privada para así consolidar su poder y riqueza.
El Gobierno español ha llegado a contabilizar más de 34.000 bienes inmatriculados por la Iglesia desde 1998. Estos incluyen no solo lugares de culto, sino también terrenos, casas parroquiales y otros tipos de propiedades. Sobre el listado de bienes inmatriculados entre 1998 y 2015, las autoridades eclesiásticas solo reconocen la existencia de 965 bienes que «pertenecen a un tercero, o no consta su titularidad sobre los mismos».
La publicación del listado de bienes inmatriculados a partir de febrero de 2021 abrió la posibilidad de que Ayuntamientos y particulares hayan podido iniciar reclamaciones para recuperar las propiedades que consideran deberían pertenecer al dominio público. Este proceso ha disparado el estallido de sonoros conflictos, siendo uno de los casos más pintorescos el de la disputa sobre la propiedad de la Mezquita-Catedral de Córdoba, que la Iglesia considera de «su exclusiva propiedad».
LA IGLESIA Y EL FRANQUISMO: DE AQUELLOS PRIVILEGIOS ESTAS INMATRICULACIONES
Durante la dictadura franquista, la Iglesia no solo consolidó su poder espiritual y social, sino que también se benefició materialmente de la privilegiada posición de la que disfrutó durante los 40 años que duró aquel régimen autoritario. Las inmatriculaciones, que permitieron a la Iglesia registrar bienes inmuebles sin necesidad de pruebas documentales, son un ejemplo claro de cómo se materializó en términos económicos su alianza, el Régimen resultante de la Guerra Civil. El cualquier caso, esta práctica se mantuvo indiscriminadamente tanto bajo los gobiernos del PSOE como del PP, hasta 2015.
El Concordato de 1953 no solo consolidó la influencia ideológica de la Iglesia, sino que además le otorgó a la misma, privilegios fiscales sustanciosos. Estos incluían exenciones de impuestos y un trato preferencial en cuestiones legales y administrativas, lo cual fortaleció su posición económica y su capacidad para influir en la política y en la sociedad española.
Uno de los aspectos más críticos de la influencia de la Iglesia fue el control que pudo ejercer durante décadas sobre la educación. Las escuelas e instituciones educativas bajo supervisión eclesiástica, enseñaban los principios del catolicismo y los valores del régimen, formando generaciones de españoles en un entorno que promovía la obediencia y la lealtad al régimen franquista y a la Iglesia.
A través de su control sobre la educación y los medios, la Iglesia aseguraba que los valores del régimen se propagaran y se mantuvieran intangibles en la sociedad española. Este control no solo perpetuaba la ideología franquista, sino que también impedía el surgimiento de ideas disidentes o críticas que pudieran desafiar la hegemonía de la Iglesia y el Estado.
Por ello, en pleno siglo XXI, y a casi un siglo de los inicios de una contienda civil que convirtió a la Iglesia Católica en gendarme y guía de la conciencia de los españoles, todavía continuamos teniendo gobernantes a los que le siguen temblando las rodillas a la hora reclamar a la Iglesia Católica lo que un día, y aprovechando su privilegiada situación de fuerza, le arrebató al conjunto de la sociedad española.