La Policía Nacional crea un plan para luchar contra los hechos delictivos que se pueden producir en estos grupos.
Al escuchar la palabra ‘secta’ se tiende a pensar en túnicas blancas y cánticos ancestrales, en rituales exóticos y líderes carismáticos con auras misteriosas. Pero la realidad es que estos grupos no siempre se anuncian con letreros llamativos, y lo que en un principio parece una comunidad espiritual, puede acabar derivando en una red de manipulación psicológica y abusos.
Según datos publicados por este diario en 2018, en España se estima que existen alrededor de 250 sectas y, aunque no haya cifras exactas, se calcula que el 1% de la población podría estar dentro de una organización sectaria. Si bien no todas ellas son destructivas, algunas – o algunos de sus miembros- pueden llegar a incurrir en comportamientos delictivos.
Cuando esto ocurre, las autoridades entran en escena. En un esfuerzo por abordar esta cuestión de forma integral, la Policía Nacional ha desarrollado unprimer plan para actuar contra las sectas destructivas y coordinar efectivos, poniendo el foco en la protección de las víctimas.
¿Por qué ‘destructivas’?
Inicialmente, las sectas se sustentan en el ejercicio de la libertad ideológica, religiosa y de culto. «Digamos que una secta puede ser una disgregación de una idea original, y no por eso tiene que ser negativa ni algo delictivo», explica a 20minutos la inspectora jefa de la Policía Nacional especialista en estos grupos.
«Las que llamamos sectas destructivas son asociaciones que utilizantécnicas de manipulación coercitiva para anular la voluntad de sus víctimas sin su consentimiento informado, llegando a realizar distintos abusos que, en algunos casos, terminan en delito«, precisa la comisaria.
Pero en ocasiones estas conductas pueden venir por parte de personas concretas del seno de la organización, y no de ella en su conjunto. «En algunos miembros se pueden dar comportamientos ilícitos, y no por eso se debe estigmatizar al grupo completo», aclara la inspectora, quien también señala que los tipos de delitos pueden variar.
Los delitos más habituales
En el Código Penal no existe un delito específico contra los grupos de estas características, pero sí contra las actividades ilícitas que se puedan desarrollar en su interior.
En este sentido, los delitos que la jefa del grupo especializado en sectas señala como los más habituales van desde actos contra la dignidad de la persona y la libertad sexual, hasta crímenes de lesiones y contra el patrimonio, ya sean apropiaciones indebidas o estafas.
«Incluso trata de seres humanos. Hay tanta variedad de actividades en las que pueden aplicar su modus operandi que circunscribir los delitos concretos a veces es complicado«, explica la inspectora.
‘New age’ y rituales con ayahuasca
Desde este punto de vista, el plan de la Policía Nacional busca adaptarse para «ganar eficacia» en la lucha contra estos comportamientos delictivos. «Lo que se ha hecho es estructurar y protocolizar las capacidades del cuerpo policial para sumar todas las herramientas de las que disponemos de cara a un objetivo común», apunta la comisaria.
«Las sectas existen desde siempre, no son un fenómeno nuevo, pero en los últimos años han ido evolucionando y adaptándose a la realidad social y al mercado del momento. Utilizan mucho las redes sociales y han pasado al plano virtual, lo que va haciendo su investigación más compleja», añade.
En este sentido, las autoridades subrayan cómo estos grupos destructivos se han ido adentrando en tendencias novedosas. «A veces oímos la palabra secta destructiva y nos lo llevamos a un contexto religioso, pero no es sólo así. La religión está cambiando hacia nuevas espiritualidades, y encontramos manipulación coercitiva en muchos tipos de actividades», destaca la inspectora jefa.
Algunas de estas «nuevas espiritualidades» son ciertos casos relacionados con los movimientos new age o de la nueva era, en los que las víctimas son impulsadas a creer que la vida del mañana será mucho mejor que el presente. En algunos casos se desarrollan en las sectas ceremonias de corte neochamánico durante las cuales los adeptos deben consumir sustancias psicoactivas, típicamente ayahuasca, sapo bufo o rana kambo.
Los psicotrópicos más habituales en estos rituales
- Ayahuasca: bebida resultada de la mezcla de dos plantas amazónicas: la enredadera de ayahuasca (Banisteriopsis caapi) y un arbusto llamado chacruna (Psychotria viridis), que contiene el alucinógeno dimetiltriptamina (DMT). Su consumo genera alucinaciones de todo tipo que pueden durar entre cuatro y ocho horas.
- Sapo bufo: fuerte sustancia alucinógena que se fuma en pipa de cristal y se extrae del Bufus alvarius, un anfibio que vive en el desierto mexicano. Induce a un estado alterado de conciencia y está considerada sustancia controlada de tipo 1 (las más penadas y vigiladas) por la DEA, la agencia antidroga de Estados Unidos.
- Rana kambó: la Phyllomedusa bicolor es un anfibio amazónico que segrega una sustancia tóxica que se utiliza en estos rituales colocándola en quemaduras hechas a propósito en los usuarios que participan en ellos para que sea absorbida por la piel. Tras untarse el ‘kambó’, la persona bebe un litro y medio de agua «para vomitar o pugarse».
«También las hay relacionadas con el crecimiento personal, la pseudoterapia, el coaching… en cualquier tipo de actividad que socialmente pueda tener éxito,según lo que venda en cada momento», precisa la comisaria del grupo especializado en sectas.
Del control del sueño a la infantilización
Lo que es común a todas las sectas calificadas como ‘destructivas’ es el uso de técnicas de manipulación coercitiva para controlar a sus miembros. «Varían mucho en función del grupo y su peligrosidad, pero a mayor intensidad, duración y cantidad, más daño producirán en la persona», apunta desde el Centro General de Información de la Policía Nacional la inspectora jefa.
En este sentido, los métodos que señala como más frecuentes –de forma resumida- incluyen tácticas ambientales para controlar el horario de sueño, la alimentación y el aislamiento de las víctimas, así como para limitar la información que reciben del exterior. Por otra parte, también se usan técnicas que inducen a estados disociativos de la conciencia, como meditaciones profundas o el uso de sustancias psicoactivas.
En estas últimas, lo que se busca producir es una alteración de la consciencia para inocular en las víctimas ideas o valores «que no son suyos, sino manipulados».
«Otra metodología bastante habitual es el enfrentamiento entre lo externo al grupo, lo satánico, con lo interno, identificado como lo positivo. También hay una distorsión de la autoridad, van infantilizando a las víctimas hasta que terminan pidiendo permiso para realizar las actividades más habituales, limitando la más mínima capacidad de decisión», explica la inspectora.
¿Cómo se sale?
La primera pregunta que surge al conocer estas experiencias es inevitable: ¿cómo consiguen las víctimas salir de ahí? La manipulación, el control coercitivo y los abusos a los que son sometidas hacen que se encuentren en una situación de vulnerabilidad extrema. Sin embargo, aunque romper con una secta destructiva no sea sencillo, sí que es posible.
Esa ruptura se puede dar en momentos de separaciones temporales del entorno coercitivo. «Regresan a su casa, por ejemplo, para recuperarse de una enfermedad, y en ese tiempo hacen clic y se dan cuenta de que igual el grupo no era tan positivo como se pensaban», señala la comisaria, quien también precisa que otras veces se debe a que las técnicas y los abusos van aumentando de intensidad y la persona se da cuenta de que algo «no está bien».
Pero, en ocasiones, son los propios grupos los que deciden prescindir de algún miembro, bien por falta de salud o de recursos económicos. «Ya no les compensa perder tiempo y dinero en recuperar a ese adepto, así que lo echan», aclara la inspectora jefa.
«Hasta nosotros llegan de distintas formas. En el momento en el que salen, habitúan poner en conocimiento de las autoridades policiales las actividades ilícitas de las que fueron víctimas ya sea interponiendo una denuncia o hablando con sus allegados. También las asociaciones de afectados nos facilitan el contacto con ellas», explica la comisaria, quien destaca, asimismo, la utilidad de una dirección de correo en la que la Policía Nacional recibe comunicaciones anónimas: sectasdestructivas@policia.es.
¿Cómo pueden ayudar los familiares?
En ocasiones, también son los propios familiares los que se ponen en contacto con las autoridades para comunicar que un pariente se encuentra bajo abusos de este tipo. Entonces, la Policía va recabando evidencias de los posibles delitos hasta que puede entrar en acción.
Pero, muchas veces, esas evidencias no son suficientes y las autoridades no pueden actuar. «Lo que recomendamos es que intenten hablar con ellos, pero sin entrar en confrontación directa con las ideas del grupo, porque esto puede causar una ruptura con el círculo familiar», explica la inspectora.
«Los familiares deben darles información contrastada, otras ideas que les abran la mente pero sin confrontarlos con el grupo. Es muy importante que se mantengan los lazos de contacto con la familia para no cerrar vías de comunicación. Son la única forma de introducir información diferente a la que reciben», resalta.
En este sentido, la comisaria ha subrayado la importancia de preservar el vínculo pero, sobre todo, de tener paciencia. «Aunque no nos contesten, deben seguir comunicándose con ellos, mandando fotos, mensajes, vídeos… porque lo estarán viendo. Es poner semillitas que van produciendo su fruto muy lentas. Hay que tener mucha paciencia«, explica.
Una vez se conocen los hechos presuntamente delictivos y se reúnen las evidencias suficientes, las autoridades actúan como con cualquier otra conducta criminal, iniciando diversas investigaciones, registros e intervenciones. «Se van construyendo diligencias para comenzar la instrucción del caso, judicializar el proceso y que empiece la fase del juicio oral», especifica la inspectora jefa.
Para las víctimas, se activan diferentes medidas de protección en función de los delitos de los que hayan sido objeto, y se les ofrece apoyo psicológico para poder superar el trauma sufrido.