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«A dios rogando y con el mazo inmatriculando» · por Carlos Guzmán Pérrez

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Artículo de opinión por Carlos Guzmán Pérez, Portavoz Parlamentario de Contigo Navarra – Zurekin Nafarroa y Coordinador General de IUN-NEB

Durante las últimas semanas, la cuestión de las inmatriculaciones de bienes realizadas por la Iglesia Católica ha vuelto aflorar a la palestra política de nuestra comunidad. En el último Pleno del Parlamento de Navarra, en contestación a sendas iniciativas de EH Bildu y Contigo Navarra – Zurekin Nafarroa, tuvimos conocimiento de que el anteproyecto de Presupuestos Generales de Navarra contendrá una partida destinada a financiar los trabajos necesarios para recuperar los bienes comunales inmatriculados por el clero.

Recordemos que fue en el año 2.007 cuando, prácticamente por casualidad, se descubrió que la Diócesis navarra estaba inmatriculando de manera masiva todo tipo de bienes inmuebles. En el año 2009, la Plataforma de Defensa del Patrimonio Navarra, de la mano del colectivo Altaffaylla, publicaban la primera edición del libro Escándalo Monumental, trabajo en el que por vez primera se documentaba de forma seria y rigurosa una parte del expolio perpetrado; 1.087 bienes inmatriculados desde el año 1.998.

Década y media después, en noviembre del 2.021 el por entonces Consejero de Políticas Migratorias y Justicia del Gobierno de Navarra, el señor Eduardo Santos, presentó un exhaustivo informe en el Parlamento foral en el que se recogían los bienes inmatriculados por la Iglesia Católica en Navarra desde el año 1.900. Un total de 2.952 inmatriculaciones de bienes ubicados en 267 municipios de nuestra comunidad; 981 templos en sus distintas tipologías, 234 huertos, 216 campos de cereal, 195 campos, 181 campos de secano, 16 campos de regadío, 187 viviendas, 101 fincas urbanas, 20 locales comerciales, 9 garajes, 8 patios, 7 edificios, 3 frontones, 10 trasteros, 7 sótanos o 3 parques. Todo ello, inmatriculado con arreglo procedimental a un injusto artículo de la Ley Hipotecaria, enraizado en el también injusto Concordato con la Santa Sede.

Ante tan monumental escándalo, en aquel momento el Consejero Santos, señaló la necesidad de identificar los bienes comunales inmatriculados por el Arzobispado. Dado que el dominio público de estos bienes los hace imprescriptibles, inalienables e inembargables, tanto para la legislación estatal como para la foral, estas inmatriculaciones se habrían producido sin arreglo legal. 

En Navarra, los bienes comunales históricamente han sido bienes construidos, financiados, cuidados y sostenidos por el pueblo, por los vecinos y por las vecinas. Por ello, debe ser una obligación política de primer orden para las administraciones, tanto para las locales como por supuesto también por la foral, el trabajar decididamente por la recuperación de estos bienes.

Ahora, los técnicos de la Consejería de Desarrollo Rural y Medio Ambiente apuntan que la competencia para realizar los procesos de identificación que permitan iniciar los trabajos para restituir la legitima propiedad reside en la administración local. Aun pudiendo llegar a cuestionar esta valoración, conviene no perder el tiempo en discusiones burocráticas entre administraciones. Hoy toca realizar un llamamiento a las administraciones locales de Navarra, a los Ayuntamientos, a los Concejos y a la propia Federación Navarra de Municipios y Concejos, para que realicen y pongan en conocimiento del Gobierno de Navarra la identificación de estos bienes. Para que, una vez identificados los bienes comunales expoliados, de la mano y con el total apoyo a todos los niveles del Gobierno de Navarra, se desarrolle hasta la última de las gestiones pertinente para que vuelva al pueblo lo que nunca debería de haber dejado de ser del pueblo.

También, aprovechando lo oportuno de las circunstancias temporales, resulta oportuno dirigirse al recientemente designado nuevo arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela. Con el mayor de los respetos, le pedimos al señor Roselló que honestamente relea las sagradas escrituras. Le imploramos que relea sinceramente el Éxodo, y que recuerde el contenido de las dos tablas de piedra entregadas en el monte Sinaí que rigen la moral cristiana. ¿Dónde queda el séptimo mandamiento? No robarás. ¿Acaso la jerarquía eclesiástica está exenta de cumplir con sus propios mandamientos? El señor Roselló tiene la oportunidad de dejar a un lado el A dios rogando y con el mazo inmatriculando de sus antecesores, y puede dar cristiano ejemplo devolviendo a sus legítimos dueños y dueñas todos los bienes inmatriculados en Navarra, todos, no solo los bienes comunales. 

Ojalá me confunda, pero creo que poco cabe esperar de una jerarquía eclesiástica atrincherada en un injusto y antidemocrático Concordato.  Por tanto, tendremos que ser los verdaderos hombres y mujeres de buena fe, los ciudadanos y las ciudadanas de esta tierra, los que de la mano de las administraciones locales y forales trabajemos sin descanso para recuperar lo que siempre perteneció a nuestros municipios y que jamás debió de dejar de pertenecerles.

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