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Los palestinos buscan entre los escombros de sus casas destruidas por los ataques israelíes en el norte de la Franja de Gaza en 2014 | UN Photo/Shareef Sarhan

¿Cómo educar tras el genocidio en Gaza? · por Enrique Díez

Comentarios del Observatorio

La reflexión y preocupación docente que hace el profesor Díez en su artículo resulta pertinente en términos laicistas por el impacto que este conflicto tiene sobre la enseñanza, la distorsión entre los conceptos y la realidad, la necesidad de un pensamiento crítico superador del pensamiento único, la formación de una conciencia libre, la defensa de políticas de paz y diálogo en la resolución de conflictos, etc. También preocupación por los destrozos sobre infraestructuras educativas y servicios públicos en Palestina que van a afectar a más de una generación masacrada, formada en más del 50% de su población por jóvenes, niñas y niños que van a ver limitada su educación y necesidades para crecer en libertad. Los derechos del menor y su interés superior, en resumen.

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Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

¿Cómo educar en derechos humanos tras el genocidio en Gaza para exterminar a la población palestina? ¿Cómo educar para la paz tras el nuevo Holocausto de Gaza? ¿Cómo educar en valores y solidaridad ante la “solución final” que está aplicando el régimen israelí?

Decía el filósofo Theodor Adorno que “escribir un poema después de Auschwitz es un acto de barbarie”. Es idéntico a lo que podemos decir actualmente: educar en valores después de Gaza, sin que de forma inmediata nuestros países paren, condenen y persigan a los responsables del actual genocidio en Gaza, cuando aún estamos a tiempo de detenerlo, es un acto de barbarie.

Porque este genocidio del régimen israelí ha sido televisado desde el minuto uno y difundido en las redes sociales por todo el mundo. No podremos alegar, como cuando se perpetró el Holocausto contra los judíos, gitanos y comunistas por otro régimen nazi como el actual régimen sionista israelí, que no se supo de forma inmediata. El genocidio nazi en los campos de concentración lo hicieron inicialmente a escondidas, y su noticia se fue sabiendo poco a poco. Sin embargo, el actual genocidio planificado y ejecutado por un Estado Terrorista, dirigido por fanáticos sionistas de extrema derecha y ultrarreligiosos extremistas, está siendo retransmitido en directo en todo el mundo.

Pero es que, además, hemos tenido a la vista el terrorismo de estado sistemático del “estado de Israel” durante 75 años. Actualmente retienen a más de 5.000 palestinos secuestrados en Israel -muchos de ellos son niños y niñas-, desatan ataques aéreos constantes sobre la franja de Gaza, realizan asesinatos diarios en Cisjordania, así como el robo y expolio de tierras y negocios y expansión de los asentamientos israelíes ilegales en Cisjordania y Jerusalén Este. Y todo esto ante la absoluta pasividad y complicidad de la autodenominada “comunidad internacional”, que ha mirado hacia otra parte ante el campo de concentración en que el régimen sionista israelí ha convertido a Gaza o ante las innumerables resoluciones de la ONU condenando el apartheid israelí sobre la población palestina, para no enfrentarse a Estados Unidos, que apoya y justica este exterminio prolongado. Tanto el partido demócrata como el republicano, cuyos representantes electos dependen de su billetera, regada con dólares de sangre. Que también se riegan en España: tres gobiernos del PP han financiado con dos millones de euros a una ONG del jefe del lobby pro-israelí.

¿Cómo nos piden al profesorado que eduquemos para la paz en las escuelas mientras nuestros gobernantes aplauden la “solución final” aplicada por el gobierno neonazi y sionista de Israel en Palestina, y nuestro alumnado asiste atónito a esta barbarie y presencia en directo la complicidad y apoyo explícito del presidente de Francia, Macron, del primer ministro de Inglaterra, Sunak o del Presidente de Estados Unidos, Biden que les envía de miles de millones de dólares en armamento (reflotando así a las multinacionales de las armas que le financian) para que sigan asesinando impunemente a miles de personas, hombres, mujeres, ancianos y ancianas, niños y niñas? Incluso contempla el apoyo de representantes de la Unión Europea como la presidenta de la Comisión Europea Von der Leyen o la presidenta del Parlamento Europeo, sin que se les haya destituido de forma inmediata.

¿Cómo seguir educando en derechos humanos en los centros educativos ante la impunidad con la que un régimen y una buena parte de su población ha participado activa y decididamente en el holocausto palestino de Gaza, con el patrocinio de naciones que se autodenominan democráticas? ¿Con qué argumentos y razones podemos dirigirnos a las futuras generaciones para hablar de humanidad cuando las manifestaciones en todo el mundo de miles de personas exigiendo a sus gobiernos parar el genocidio han sido desoídas por sus gobernantes, más preocupados por los intereses económicos de las multinacionales de sus países que por la atrocidad perpetrada con su silencio cómplice?

La banalidad del mal, que analizó Hannah Arendt, se ha plasmado en la “normalidad” con la que se asume la barbarie que unos dirigentes fascistas y neonazis, al mando de un Estado Terrorista, han estado perpetrando durante horas, días, semanas, meses, años sobre el pueblo palestino, con la complicidad internacional y sin que ésta haya aplicado ni una de las resoluciones establecidas por la ONU ante el saqueo, el robo, la tortura, el apartheid y el exterminio sistemático de ese pueblo. Y que ni siquiera reacciona cuando han emprendido un auténtico genocidio y desaparición de los y las palestinas de la franja de Gaza. Algo inaudito en la historia de la humanidad reciente.

¿Qué hubiera hecho esa autodenominada “comunidad internacional” si esto hubiera sucedido exactamente al revés? ¿Si Palestina hubiera bombardeado con aviones día y noche a Israel, porque Israel hubiera secuestrado y asesinado, como así lo ha hecho durante años, a miles de palestinos, niños incluidos? ¿Qué hubiera hecho si Palestina hubiera expoliado a los israelíes de sus territorios y les hubiera arrebatado sus hogares, detenido y torturado a sus ciudadanos y militares y bombardeado constantemente? Cómo ha señalado el presidente colombiano Petro, en su alocución ante Naciones Unidas, sorprende las distintas maneras de abordar los conflictos internacionales que tiene la autodenominada “comunidad internacional” ante situaciones similares de invasión y ocupación ilegal por un tercer Estado, como es el Estado de Israel.

La única solución es que la comunidad internacional real (no la que se arroga tal denominación en los medios de comunicación a su servicio) garantice el cumplimiento por Israel de las distintas resoluciones sobre territorios ocupados que lleva incumpliendo sistemáticamente, garantizar el derecho de Palestina a ser un Estado soberano e independiente recuperando sus territorios y poner en marcha de inmediato un proceso de paz que garantice el final de la ocupación y el respeto al derecho internacional, con un bloqueo económico, político y financiero total al régimen israelí hasta que lo cumpla.

Este genocidio, pero también el silencio y la complicidad de USA y la UE con el terrorismo del estado sionista israelí en el mismo, pasarán a los libros de historia y a la memoria de las futuras generaciones como un nuevo Holocausto, pero esta vez perpetrado por los sucesores de quienes lo sufrieron en la Alemania nazi. Los nombres de sus dirigentes y de sus cómplices serán reflejados en los libros de historia con sangre roja. Y volveremos una y otra vez a enseñar a las futuras generaciones que la paz, el diálogo, la negociación y el respeto al otro son la única forma de vivir y convivir en humanidad. Cualquier otro camino solo supone la aniquilación de la humanidad y de la dignidad de la especie humana. La historia nos juzgará.

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