Y, sin embargo, una amenaza terrorista real de integrismo islámico llena las agendas de los ministros del Interior y devuelve la atención pública, incluso el debate político, a los niveles de alerta policial en toda Europa.
Todas las fuentes de la lucha antiterrorista consultadas sostienen que «es pronto» para confirmar ese resurgir de los viejos enemigos islamistas de Occidente. Una de esas fuentes, dirigente de equipos de la Policía Nacional que han dado golpes antiterroristas decisivos en España, acuña de forma más precisa qué está provocando la guerra de Hamás e Israel entre los integristas: «Se produce una convulsión radical».
Yesca y chispas
En eso coinciden todos los consultados: alimento para los fanáticos. Son los terroristas solitarios que deciden atacar sin jerarquía de una organización, los que encarnan la amenaza principal en Europa. Más allá… «es pronto para hacer un pronóstico de la evolución de las organizaciones terroristas de corte yihadista», explica la fuente mencionada.
Desde el pasado 7 de octubre, los seguidores mas radicales del islamismo irredento tienen abundante propaganda fresca que consumir en sus chats grupales y redes sociales. El aluvión se divide en dos narrativas principales: una arengatoria y triunfalista, propia de los primeros días de la actual contienda entre Hamás e Israel, en la que, con cánticos de fondo, se ve actuar a los comandos palestinos con sus parapentes y sus lanzacohetes. Otra, de victimismo y llamamiento a la venganza desde que el ejército israelí inició los bombardeos más intensos y letales sobre Gaza, con imágenes de niños heridos y del sangriento oprobio a la población civil.
Pero esa propaganda nueva vende la causa palestina, denuncia el dolor nacional de una nación musulmana, no propugna el califato universal. «El llamamiento a matar de Isis no tiene conexión con la esfera palestina -explica un veterano de la lucha antiyihadista, en este frente desde antes del 11-M-, pero, si en algún sitio hay algún autorradicalizado al que le faltaba solo un paso para lanzarse, ya tiene chispas que lo prendan» .
Y esa sospecha determina el trabajo de los servicios policiales de información estos días: «Monitorizar para evitar posibles acciones de actores solitarios«, explica el mando de la Policía, para quien «la alerta temprana y la prevención lo son todo».
Sacar partido
Con la tensión bélica en Oriente Medio, el riesgo de reactivación de viejos fanáticos y de generación de otros nuevos es tan cierto que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, al término de su encuentro de colegas europeos en Luxemburgo, alertó este jueves de la necesidad de prevenir la radicalización, tanto como de «actuar contra aquellos que, amparados en la desinformación, alimentan los discursos de odio como antisemitismo, islamofobia y racismo».
Los atentados que puedan producirse ahora en Europa son «golpes oportunistas», menciona el veterano. No serían por un resurgir de Isis o Al Qaedaí que, tras la guerra de Siria, tienen su campo de expansión en el Sahel. «Es difícil anticipar algo, porque este tipo de terrorismo es cambiante e impredecible, y porque hay intereses mezclados que responden a la participación de múltiples actores», explica un jefe antiterrorista de la Guardia Civil.
Este experto sí aventura que «Isis y Al Qaeda van a intentar sacar partido» ahora. Lo harán porque el conflicto palestino-israelí «constituye históricamente una de las causas que más utilizan en su propaganda, y porque aspiran a coger las riendas del yihadismo global».
Resulta «bien significativo» para el mando del instituto armado que el dobe asesinato de Bruselas lo reivindicara Isis. «Desde 2020, Daesh -el otro nombre de Isis- no hacía una reivindicación oficial a través de su agencia AMAQ de un ataque suyo en suelo europeo».
Es una pista. Pero también lo es la extemporánea forma de inocular el terror en Francia. Las autoridades galas decidieron evacuar los aeropuertos el día 18 porque habían recibido amenazas de atentado por correo electrónico. Y eso no es una manera de proceder de Daesh o Al Qaeda.
Enemigos
Todos los consultados subrayan que Hamás no es Daesh ni Al Qaeda. Esta semana, numerosos propagandistas israelís, e inluso algún comunicado de la Fuerza de Defensa de Israel, difundían el nombre de Hamás encadenado al de Isis; hablaban de «Hamás-Daesh» como si fueran una sola cosa. Pero los ataques terroristas de Hamás contra kibutzs israelíes del 7 de octubre y sus andanadas de cohetes desde Gaza no tienen que ver con la batalla por la implantación del califato universal que golpeó en la rambla de Barcelona (2017), o, dos años antes, en la sala Bataclan de París. «Hamás no lucha por la Umma -comunidad mítica de los seguidores de Mahoma-, sólo pelean por ellos», explica un analista de la Policía.
Es la diferencia de una causa nacional, la palestina, con la del integrismo global de Isis y Al Qaeda, un terrorismo islámico este que, por cierto, tiene sus víctimas más numerosas entre los musulmanes.
Hay más diferencias: «Daesh no está por la labor de que le mezclen con los chiitas. Les odian mucho más que a los propios israelíes y a los occidentales», explica el oficial de la Guardia Civil. Y hay episodios no muy antiguos para refrendar ese relato de la animadversión del terrorismo islamista global por Hamás y Hizbolà, milicias palestina y libanesa sufragadas por el Irán chiíta con intenciones estratégicas.
En agosto de 2009, Al Qaeda intentó plantar un pie en Gaza con su franquicia Ansar Jund Alá, los «Guerreros de Dios», pero Hamás les presentó batalla hasta matar al líder, Abdelatif Musa. Seis años después, Hamás combatía a morterazos en Khan Younis contra otra insurgencia, los Apoyos del Estados Islámico en Jerúsalén. De nuevo la facción que gobierna Gaza aplastó al rival.
Al año siguiente, Hamás y Hizbolá se unían para combatir a Daesh… no en la franja o en Beirut, sino en el ciberespacio. El Instituto Español de Estudios Estratégicos, dependiente de Defensa, analizó el choqu. Durante esa batalla cibernética librada ante millones de seguidores musulmanes en redes sociales, en Internet proliferaron «imágenes y vídeos de víctimas, cadáveres y objetos requisados, así como tuits que ensalzan a los mártires o amenazan al enemigo», anotaba el dosier.
Se produjo en ese pulso un episodio insólito en la historia del terrorismo: 130 personas habían sido asesinadas la noche del viernes 13 de noviembre de 2015 en la sala Bataclan y otros puntos de París por seguidores del ISIS. Sus enemigos de Hamás y Hizbolá se pusieron en contacto con el gobierno francés el sábado. Querían enviarle sus condolencias.