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Las homilías políticas del arzobispo irritan al católico presidente · por Javier Cuervo

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Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

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La presencia institucional en la misa de Covadonga es un debate que cerró Rafael Fernández, fue tradición para todos los presidentes no creyentes y está haciendo incómoda para ellos Jesús Sanz Montes

Adrián Barbón se enfadó con la homilía de Jesús Sanz Montes el 8 de septiembre. Es el primero de los presidentes socialistas del Principado que se define y representa como católico, sin que ir a misa a Covadonga le plantee ningún problema moral, pero cada año se agudiza un problema político por las opiniones del arzobispo de Oviedo.

Después de enfadarse, Barbón se disgustó.

«El problema Sanz Montes» reabre en la FSA un debate ideológico muy anterior acerca de la conveniencia de ir a un acto religioso siendo una autoridad civil en una sociedad aconfesional.

En Covadonga se produce lo mismo que en el Congreso y en la sociedad española. Esa misa en el día de Asturias es el producto de los tiempos de la Transición democrática y del espíritu de reconciliación que impusieron y concilia mal con la polarización.

En 1981 el presidente del Consejo regional de Asturias, Rafael Fernández fue a misa a Covadonga. Rafael Fernández, ovetense, abogado, socialista desde la juventud fue yerno de Belarmino Tomás, el presidente del Consejo de Asturias y León durante la guerra civil, vivió en el exilio durante 40 años en México. Felipe González lo trajo de regreso a la política asturiana. En el ambiente de reconciliación y con su talente sosegado, este ateo acudió a Covadonga el 8 de septiembre de 1981.

El arzobispo que era Gabino Díaz Merchán, sucesor de Tarancón, estaba en sintonía con la reconciliación. Sus padres habían sido fusilados por los republicanos al comienzo de la Guerra Civil en la tapia del cementerio entre Mora y Orgaz (Toledo). En 2007 los vería beatificados, entre varios miles, como mártires de la guerra por la política de memoria histórica de Juan Pablo II, de la que Merchán no era partidario.

En 1982, tras la aprobación del estatuto de autonomía, Fernández volvió a la misa ya convertido en el presidente del Principado, regresó. Su consejero de Cultura, Antonio Masip, le había planteado el debate de si mantenerlo unido al 8 de septiembre o si instaurar el día de Asturias el 25 de mayo, en recuerdo a esa fecha de 1808, en que miles de asturianos asaltaron la fábrica de Armas de Oviedo, entraron en la capital, tomaron la Audiencia y constituyeron un nuevo órgano de gobierno al que llamaron la Junta Suprema que se enfrentó a la ocupación francesa.

Rafael Fernández zanjó en favor de Covadonga sin debate y la fiesta, que se definió itinerante, se celebró por la tarde en Avilés. Así la misa ganó una institucionalidad que no tendría por qué tener.

La fecha del 25 de mayo siempre vuelve porque tiene mucho que ver con la autonomía de Asturias. El nuevo presidente de la Junta General, Juan Cofiño, se declaró más hijo del levantamiento contra Napoleón que de la batalla de Covadonga. Barbón quiere dar cada año más importancia a ese 25 de mayo como el día en que se creó la bandera de Asturias.

La Santina no es de todos

La presencia de los socialistas en la gruta, que no contenta a los sectores más integristas, ha producido detalles enojosos. A Pedro de Silva se le recriminó que no se arrodillara en los momentos genuflexos del ritual, pero todos los presidentes socialistas han ido a misa ese día que es de Asturias y es el de la Virgen de Covadonga y confunde con la idea de que «la Santina es de todos».

No lo es. Es la patrona católica de Asturias, una imagen de la Virgen María, madre de Jesús, hijo del Dios de los cristianos y Dios él mismo. Hay que creer muchas cosas asociadas a esa figura, lo que no les sucede a los ateos, agnósticos y seguidores de otras religiones y sectas.

Ecolojetas, matarifes y empoderadas

¿Qué dijo el obispo Sanz Montes que tanto enfadó al presidente del Principado? Puede leerlo íntegro en la página web del Arzobispado. El fondo reiteró que la Iglesia está en contra del aborto y de la eutanasia, lo que no ignora el católico Barbón. La forma hace hablar a Sanz Montes de «ecologistas que acaban siendo ecolojetas» y de la «ayuda matarife de una eutanasia letal sin la asistencia paliativa censurada».

La parte más sensible afecta las mujeres. A Sanz Montes le gustan como Irina, joven ucraniana que perdió marido e hijo en un bombardeo de Kiev sin que su discurso se deje «arrastrar por tanto postureo, tanto empoderamiento y tanta zafia mediocridad». Compara su entereza con «la leyenda del beso», un título zarzuelero que hace referencia (sin nombrar) al pico de Luis Rubiales a la futbolista Jenni Hermoso, «frivolidades teledirigidas durante días y días en noticias amañadas para distraer la atención, eclipsar las vergüenzas o manejar bajo cuerda pretensiones y apaños a cualquier precio y con la habitual mentira como arma política».

La respuesta -en absoluto inesperada por el prelado- llegó por el lado feminista, que es más dado a amilanar en bloque que a discutir siquiera un matiz. Muchos feminismos mantienen una antigua y fuerte fricción con la Iglesia con epicentro en el aparato genital femenino, donde se residencian el aborto y la conducta sexual, sobre los que la doctrina católica presiona y produce rozamientos.

Para la Iglesia, gobernada por varones sometidos al voto de castidad, los principales modelos femeninos son Magdalena, una prostituta arrepentida, y María, una madre virgen. El reparto evangélico, tan lejano de la paridad, está protagonizado por 12 hombres que acompañan a Cristo y escriben las secuelas de su vida y milagros.

Salió la que fue vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, a dar la respuesta a fray Jesús y sus «discursos inaceptables, cargados de odio, de machismo, propios de reaccionarios y de otra época con los que nos ilustra cada 8 de septiembre». Añadió: «no va a conseguir expulsar a los socialistas de Covadonga». En esas están los socialistas, en que no se van salvo que diga que no los quiere allí.

La agenda 2030 no gusta a los ultras

Sanz Montes ni siquiera reconoce que hace política: «Hablo de valores, no hago política ni tengo detrás una sigla u ordenanza de partido», declaró en una entrevista a LA NUEVA ESPAÑA publicada el mismo día 8.

Lo de los «valores» es más raro en sus referencias a la Agenda 2030 de Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible que tiene entre sus objetivos poner fin a la pobreza, acabar con el hambre e instaurar la seguridad alimentaria, extender la salud, la educación, la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer y el acceso al agua y al saneamiento. La Agenda 2030 recibe tanto acuerdo que es mejor señalar qué países no la secundan: Arabia Saudí, Armenia, Benin, Birmania, Cabo Verde, Chile, Ecuador, Gambia, Irak, Kazajistan, Corea del Norte, Corea del Sur, Laos, Macedonia, Moldavia, Nicaragua, Nigeria, Siria, Yemen, Zambia.

Cada individuo es libre de discrepar de ella, pero la Agenda 2030 en España tiene a su principal enemigo en Vox. Santiago Abascal declaró a «The Objective»: «Para nosotros, la Agenda 2030 es el infierno. Lo es para las clases medias, para nuestra agricultura, nuestra industria. El infierno para nuestra nación. Y si hay alguien en Vox que defiende la Agenda 2030, algún portavoz que lo hace, yo mismo lo voy a cesar personalmente y le llevaré ante el Comité de Garantías, para que se le expulse como afiliado».

El entonces presidente asturiano Rafael Fernández, junto al arzobispo de Oviedo Gabino Díaz merchán, dos hombres de bandos distintos en la guerra,  unidos por el espíritu de reconciliación durante la transición.

El entonces presidente asturiano Rafael Fernández, junto al arzobispo de Oviedo Gabino Díaz merchán, dos hombres de bandos distintos en la guerra, unidos por el espíritu de reconciliación durante la transición.

La crisis del PP y Díaz Merchán

La misma Adriana Lastra reprocha al arzobispo que permite que Vox empiece su campaña electoral en Covadonga. No es el único acto en el que Abascal se empelaya. Hay que volver al signo de los nuevos tiempos. En 1988 Díaz Merchán criticó a Manuel Fraga Iribarne por hacer una ofrenda en Covadonga para «buscar apoyos políticos». Entonces rescató Francisco Álvarez-Cascos, de sus exploraciones jovellanistas, una vieja copla anticlerical que dice: El señor obispo manda / que s’acaben los cantares/ primero s’an d’acabar/ obispos y capellanes.

Al arzobispo le ampara el derecho a decir lo que le plazca en la homilía de Covadonga. Diego Canga, presidente del PP de Asturias, oyó en sus palabras «espiritualidad y sentido común». El PP frecuenta los primeros bancos de las misas arzobispales, pero eso no le libra como partido de tener líos con la iglesia regional.

Los más sonados enfrentamientos entre el Arzobispado y el Principado fueron en tiempos de Sergio Marqués por el apoyo que dio Díaz Merchán a la huelga del 12 de febrero de 1998 convocada por CC.OO y UGT para que el gobierno regional negociara un plan de reactivación industrial de Asturias. Allí hizo suya la copla rescatada por Cascos, insinuó que Merchán actuaba como el clero vasco y le reprochó fotografiarse entre gomeros y caperuzas. El carrasqueño Marqués se negó a la reconciliación que intentaron los mediadores del PP para templar la situación y el cabreo le duró muchos titulares.

«Ladran, luego cabalgo»

Sanz Montes no se mete con Adrián Barbón porque el objetivo de sus críticas es Pedro Sánchez, pero Covadonga se ha vuelto para el presidente del Principado en el Rodiezmo de la Santina al acude para oír una bronca como las que el secretario general del SOMA-UGT, José Ángel Fernández Villa, espumeaba a los presidentes del Principado en la campera leonesa. Le pone en un brete con su partido, perturba al tan institucionalote y simbólico presidente y le daña en su catolicismo de cumplimiento dominical.

En la Gruta fricciona lo de político que tiene el religioso y lo que de religioso que tiene el político. Adrián Barbón es un católico muy gesticulante, que promete por el estatuto mientras besa la Biblia y que ve una intervención de la Santina en que un accidente del Alsa a los Lagos no acabara en desgracia. Por su parte, el franciscano cree que con su estilo de 13 TV atiende a la parroquia que le alienta y felicita y en un chat en el que participa dejó escrito «ladran, luego cabalgo». Se entiende que ladran los de Perro Sánchez.

En los volúmenes más bajos de voz, a una parte de la Iglesia asturiana le desgradan estas actitudes de su jefe y a gente en la FSA le irrita el servicio de monaguillo de su secretario general. En puridad democrática cada uno tiene derecho a decir y actuar libremente y en rigor laico se impone un «tú, a Laviana y yo, a Covadonga», pero los socialistas acuerdan que prefieren estar en la cueva del arzobispo que cabalga contra el gobierno salvo que les diga que no los quiere ver allí.

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