Descargo de responsabilidad
Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:
El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.
Supongamos que el señor de la imagen no ha practicado relaciones sexuales en su vida. Imaginemos que, por razones de vaya usted a saber, se ha autoimpuesto una abstinencia carnal absoluta a lo largo y ancho de sus 73 años de existencia. Si fuera así, y no hay motivos para dudarlo, su conocimiento empírico sobre la materia de la que habla apenas daría para una charla de café. Toda la información acumulada al respecto provendría presumiblemente de la enciclopedia Álvarez y, en todo caso, del caudal tempestuoso que le proporciona el confesionario.
Sin embargo, monseñor es autor de una prolífica obra sobre sexualidad, que despacha en cómodos fascículos semanales. En su última carta pastoral, nos alerta de las amenazas que nos acechan si hacemos un uso inadecuado de una práctica que (presuntamente) solo conoce de oídas. Y lo hace con una contundencia verbal verdaderamente inquietante. Por ejemplo. El señor prelado sostiene que la sexualidad no es para el placer. Seguramente porque este último concepto entra dentro del campo semántico del pecado, que, como ustedes saben, ha sido durante siglos un instrumento intimidador de tres pares de narices.