Hay un juego de tentaciones. La incitación por usar la religión por parte de políticos es tan fuerte como el deseo de poder mismo. El juego entre poder político y poder religioso también es cautivador. Las iglesias lo saben porque el poder es fuente de recursos, de privilegios y de estatus.
La jerarquía católica en el proceso electoral mexiquense ha sido cuidadora y cauta. Pero no ha sido imparcial. No puede ocultar su inclinación por la Coalición Vamos por el Estado de México, que postula a la candidata priista Alejandra del Moral.
Hay un juego de tentaciones. La incitación por usar la religión por parte de políticos es tan fuerte como el deseo de poder mismo. El juego entre poder político y poder religioso también es cautivador. Las iglesias lo saben porque el poder es fuente de recursos, de privilegios y de estatus.