A mediados del siglo XII, en varios puntos de la cristiandad surgieron una serie de comunidades que organizaban su vida religiosa al margen de la Iglesia oficial, recibiendo el nombre de tejedores, bugres, patarinos, arrianos, albigenses o maniqueos. Actualmente se los conoce como cátaros.
A finales del siglo XI, el papa Gregorio VII llevó a cabo en la Iglesia católica una auténtica revolución para erradicar las malas costumbres del clero, la simonía o acceso a los cargos eclesiásticos a cambio de dinero, y el nicolaísmo, como se conocía la práctica del amancebamiento de los clérigos.