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Hace algunos días empezó a circular en las redes y medios internacionales un video donde aparece el Dalai Lama, la figura espiritual del budismo tibetano (de 87 años), donde después de invitar a un niño al escenario le pidió que le diera un beso en la mejilla y luego en los labios. Inmediatamente después pronunció la ominosa frase: “Chupa mi lengua”. Cuando empezaron a circular las imágenes en la web, y luego que el video se volviera viral, el líder religioso se vio obligado a disculparse públicamente, aduciendo que era una broma.
La actitud del Dalai Lama es inaceptable, y no basta con una simple disculpa. Este gesto ciertamente no corresponde a ninguna expresión cultural tibetana, e incluso, si fuera así, tales acciones no son admisibles bajo ningún punto de vista. La pregunta es, si este anciano “juguetón” no hubiera sido el Dalai Lama, sino un simple mortal, que actúa públicamente mostrando una descarada actitud pedofílica, ¿estaría aún en libertad, o lo hubiesen apresado de inmediato?