Aquellos edictos papales sirvieron a Portugal y Castilla para asentar legalmente sus conquistas al otro lado del Océano, pero también sirvieron a las potencias coloniales protestantes.
Se llamaba ‘doctrina del Descubrimiento’ y amparó la colonización de América y África. Fue una especie de justificación legal y espiritual para que los europeos -primero España y Portugal, y luego Inglaterra, Francia y Holanda- conquistaran el mundo “en nombre de Dios”. Ahora, el Vaticano ha renegado de ella y de los “muchos actos de maldad” cometidos también por cristianos contra los indígenas y nativos en varios continentes en su nombre.