Gobiernos extranjeros, movimientos islámicos transnacionales, cofradías sufíes, sectas o simples asociaciones de fieles: son los que sostienen las mezquitas españolas
El islam en España, al contrario de lo que sucede en casi todos los países musulmanes, no está dirigido ni controlado por ninguna institución gubernamental: fluye libre, sin organización ni estructura. Este rasgo, tan propio de países aconfesionales, convierte a esta tradición espiritual en un ente especialmente difícil de conocer o inventariar. No existen registros de imanes. La mayoría de las más de mil quinientas mezquitas repartidas por todo el territorio nacional son pequeños oratorios de barrio, casi siempre sin licencia, que se autofinancian con las aportaciones voluntarias de sus fieles. Sin embargo, algunos gobiernos extranjeros y determinadas sectas transnacionales están poniendo el ojo sobre muchos de estos templos; quieren utilizarlos como plataformas para la difusión de sus doctrinas, que no siempre son compatibles con la Constitución Española o la Declaración Universal de Derechos Humanos. Ofrecen apetitosas soluciones de financiación y, a cambio, exigen poder colocar al frente de los púlpitos a sus imanes. En cientos de templos islámicos se difunden ya dogmas ajenos a la práctica religiosa de la mayoría de los musulmanes que viven en España.