Comentarios del Observatorio
Los lazos que se empiezan a visualizar entre la Iglesia católica española y los partidos de extrema derecha de España y Francia son de lo más preocupantes. Aún no nos hemos desprendido de la pesada losa del nacional-catolicismo cuando asoman renovados vínculos clericales.
Hace poco un director de un importante medio de prensa español reclamaba un mayor empuje del clericalismo católico, una mayor presencia pública y presiones hacia las instituciones públicas por parte del clero. Parece que se están produciendo los movimientos internos para que así sea.
El exportavoz Luis Argüello ha fichado por el ‘think-tank’ de Vox y Maréchal Le Pen, y se muestra como una figura ascendente para presidir la Iglesia española, mientras el sector cercano a Bergoglio sigue sin tener candidatos para suceder a Omella y Osoro
El año preelectoral ha comenzado y no solo en los pasillos del Congreso. Aunque queda más de un año para que finalice el mandato de Juan José Omellla y Carlos Osoro al frente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), lo cierto es que las fichas empiezan a buscar sitio en el tablero de una Iglesia española que, diez años después de la elección de Bergoglio, sigue siendo una de las más conservadoras del Viejo Continente.
Los tiempos eclesiásticos van a un ritmo diferente de los sociales. Pero está claro que algunos obispos están más preocupados por la política del día a día que por la salvación de las almas. Los últimos ejemplos llegan de la mano de algunos de los obispos que más claramente se han posicionado en los últimos años contra cualquier gobierno de izquierdas. Así, el sempiterno José Ignacio Munilla, ya apartado de la diócesis de San Sebastián –acaba de tomar posesión su sustituto, el claretiano Fernando Prado–, continúa haciendo oír su discurso contra el actual Ejecutivo en asuntos que no siempre tienen que ver con la fe. “¿Qué cabe esperar de un Parlamento que niega el derecho a la vida a los mas débiles e inocentes? ¡Cualquier otra barbaridad que pueda aprobar a continuación resultará ya insignificante!”, apuntaba acerca de… la reforma que desbloquea la renovación del Tribunal Constitucional. Días antes se refería también al debate sobre los delitos de malversación y sedición: “¡La ética también debe regir en los pactos políticos! El hecho de que se deroguen o se reformulen unos delitos como moneda de cambio para consolidarse en el poder; o que se legisle para obtener el control político sobre el poder judicial, es simplemente inmoral”, apuntaba el hoy obispo de Orihuela-Alicante.
El prelado vasco –uno de los adalides de la ultraderecha eclesial junto a Jesús Sanz o el ya jubilado Juan Antonio Reig Plá– no cuenta con muchas posibilidades de ser elegido en marzo de 2024 para la Conferencia Episcopal. Sí las tienen otros que en las últimas semanas también han elevado el tono de sus discursos contra el Gobierno en sus redes sociales. El más destacado es el arzobispo de Valladolid, y hasta hace pocas semanas secretario general y portavoz de la CEE, Luis Argüello, quien la semana pasada lamentaba que “el sistema económico y el poder político tienen campo abierto y manos libres para justificar las desigualdades e imponer las reglas que hagan juego con el dinero dominante”.
“Algunos de los grandes problemas de España precisan diálogo y solución política. Eso sí, sin forzar la legalidad constitucional ni consagrar privilegios para grupos o regiones que dañan la dignidad de todos y el bien común, referencias inexcusables del diálogo y de la legalidad”, destacaba Argüello en referencia a la cuestión catalana.
Un Argüello que, según ha podido saber elDiario.es, podría contar con numerosos apoyos para suceder al cardenal Omella al frente de la Casa de la Iglesia en 2024. El ex portavoz episcopal participó el pasado miércoles en una clase en el Programa Ejecutivo de Liderazgo y Gobierno, organizado por el Issep (Instituto de Ciencias Sociales, Económicas y Políticas), el think-tank auspiciado por Marion Marechal Le Pen (la nieta del fundador del Frente Nacional y sobrina de Marine Le Pen) y dirigido en España por personas vinculadas al entorno de Vox, como Kiko Méndez Monasterio o Gabriel Ariza (hijo del empresario Julio Ariza, presidente de Intereconomía). El curso, cuya matrícula asciende a 7.500 euros, sirve como escuela de cuadros del partido de extrema derecha.
El arzobispo de Valladolid comparte claustro, entre otros, con Julio Ariza; Javier Tebas, presidente de La Liga, el ex ministro popular Jaime Mayor Oreja o el periodista José Javier Esparza. El director académico del Issep, Miguel Ángel Quintana Paz, destacaba cómo Argüello reveló en su exposición “una anécdota no muy conocida: que hace años mantuvo un debate con el filósofo Gustavo Bueno en la Universidad de Valladolid, debate que finalizó… en comisaría”. “Luego, con el tiempo, Bueno acabaría haciéndose aún más católico de lo que ya era entonces”, explicó Argüello, según detalló Quintana Paz en sus redes sociales.
El prelado no ha querido contestar a las preguntas de este periódico, pero el ISSEP sí justificó en sus redes sociales la presencia de “un docente de privilegio para nuestra clase ‘La Iglesia en el mundo de hoy’”. Además, destacaba una de las frases utilizadas por Argüello durante su exposición: “Desde el siglo XVII tenemos a Jesús en el armario, porque se creyó que podía ser problemático y que nos bastaban sus valores, sin Él”.
¿Por qué este acercamiento de Argüello a la ultraderecha que durante meses le atacó con dureza por su defensa de la dignidad de los migrantes? ¿Por qué aceptar esta invitación después de defender a la ministra Irene Montero ante los ataques recibidos por la ultraderecha? Fuentes eclesiales explican un “progresivo viraje” del prelado a posiciones cada vez más conservadoras, que se acentuaron durante su etapa, recientemente finalizada, al frente de la Secretaría General de la Conferencia Episcopal.
Sus choques con el Gobierno Sánchez, especialmente por la crisis de abusos sexuales a menores en la Iglesia –con la posterior reacción gubernamental y la creación de una investigación del Defensor del Pueblo– y, sobre todo, el horizonte electoral en la Conferencia Episcopal en 2024 habrían hecho acercarse a un grupo episcopal que pondera su capacidad de liderazgo, demostrada durante el ejercicio de sus responsabilidades en la Casa de la Iglesia. Y, también, a los consejeros aúlicos de este sector, estrechamente vinculado a la extrema derecha. No ha sido el único: otros prelados y destacados eclesiásticos han sido llamados por el think-tank, que también ha sondeado a otras instituciones del nacionalcatolicismo patrio, como la plataforma NEOS, creada por Jaime Mayor Oreja, y la Asociación Católica de Propagandistas.
Otros posibles candidatos
Argüello no es el único candidato de la mayoría conservadora episcopal. Casi descartada la opción de Jesús Sanz (el arzobispo de Oviedo podría haber perdido toda ocasión de liderar la Conferencia Episcopal), otros dos nombres podrían disputarse el frente menos moderado en el episcopado de nuestro país. El más joven, con 57 años, es el arzobispo de Valladolid, Mario Iceta. Y el más moderado de la terna, el arzobispo de Sevilla, José Ángel Sáiz Meneses.
¿Cómo reacciona a estos movimientos el sector francisquista? Por el momento sigue sin candidato claro, toda vez que no parece probable que Omella –que tendrá 77 años en 2024– u Osoro –que hará 78– estén en disposición de repetir mandato, ya que la edad de renuncia está establecida en los 75 años. La opción de los obispos partidarios de las reformas impulsadas por Bergoglio fían sus esperanzas en el cambio generacional que, se espera, tenga lugar en los próximos meses en España. Y es que al menos un tercio de los 104 obispos de nuestro país –70 residenciales y el resto auxiliares– con derecho a voto en las elecciones han sobrepasado la edad de jubilación. Fuentes cercanas a la Conferencia Episcopal estiman que solo el nombramiento de una veintena de obispos cercanos a Francisco y la jubilación de una decena de prelados conservadores podría impedir el sorpasso conservador en la Casa de la Iglesia.
Los obispos de León (el claretiano Luis Ángel de las Heras) o Bilbao (Joseba Segura) son dos de los valores emergentes entre los obispos que, todavía en minoría, apuestan por una Iglesia española menos alineada con los postulados de la ultraderecha. En ninguno de los sectores se descartan las opciones que puedan tener prelados como el sucesor de Antonio Cañizares en Valencia, Enrique Benavent. O la tan esperada sorpresa de un mirlo blanco que, a día de hoy, podría estar en una diócesis fronteriza con Portugal.