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El Niño Lama con sus padres en una imagen de archivo / Villena

¿Qué fue del niño lama de la Alpujarra de Granada?

HBO Max estrena un documental sobre Osel Hita, el alpujarreño que fue considerado como la reencarnación del Dalai Lama pero que renegó con 18 años

En 1987 la Alpujarra granadina se colocó en el centro del mapa después de que saltase la noticia de que Osel Hita, un niño de apenas dos años era la reencarnación del Yeshe Lama. Hijo de María Torres, trabajadora del centro budista de Bubión, y Francisco Hita, albañil, tan pronto se conoció su ascendencia (el proceso fue corroborado por otro lama, como recordaba en este mismo periódico Andrés Cárdenas) fue enviado al monasterio de Sera (India), para iniciar la formación adecuada para convertirse en la cabeza visible de la organización creada por el propio Yeshe y ser el continuador de su tarea. Sin embargo, desde bien temprano el niño mostró sus dudas con estas creencias, tanto que al cumplir la mayoría de edad abandonó el monasterio. Ahora, con 37 años, el joven alpujarreño cuenta su historia en Osel, el documental que este jueves estrena HBO Max y que dirige Lucas Figueroa.

En una entrevista concedida a Hoy por Hoy, Hita asegura que su historia tiene «algo» para «ayudar a la gente a superar su propio proceso» y por eso ahora decide contar su caso para enseñar a la sociedad a tomar responsabilidades por tus acciones, en lugar de «culpar a los demás, que es lo fácil». Por este motivo, el niño lama que no se arrepiente de su pasado ni culpa a nadie de lo ocurrido, pues gracias a eso se ha convertido en la persona que es hoy en día y no habría podido conseguir lo que ha conseguido, explica ante los micrófonos de la emisora. 

Osel cuando era un niño

Durante su estancia en Sera, Osel debía rezar casi doce horas al día, rodeado de varones que lo adoraban como a un semidios, «sin tener contacto con alguna muchacha y sin la posibilidad de salir libremente del monasterio«, explicaba Cárdenas. Aunque estuvo cerca de abandonarlo cuando, con ocho años, llamó desesperadamente a su madre para que lo sacase de allí, ella acudió y, cumpliendo los deseos de su hijo, lo llevó consigo hasta Bubión, pero al poco tiempo pensó que se trataba de una rabieta infantil y el pequeño regresó a la India.

«Mi maestro era todo lo que yo sentía que era positivo»

Tras dejar el monasterio, ya por motu propio, se dedicó unos años a viajar. Estuvo en Ibiza, en Canadá, en Estados Unidos y finalmente en Madrid, donde quería estudiar cine. De sus gastos parecía que se ocupaba una organización internacional que tiene por objetivo dar a conocer y preservar el budismo mahayana tibetano. De alguna manera esta organización esperaba que Osel reconsiderara su actitud, pero no la reconsideró.

Pese a todo, y como explica en la entrevista, Hita seguía regresando cada cierto tiempo a Sera a ver a su maestro, del que dice que era «todo lo que yo sentía que era positivo en el mundo». Sin embargo, una vez que este falleció, hace seis años, cortó en seco sus visitas y jamás regresó. 

Después de aquello, su pista se pierde y se hizo casi imposible acceder a él. Sus padres se divorciaron (la madre acabó manteniendo una relación con el líder del templo de Bubión) y abandonaron el pueblo, al que Hita sin embargo regresaba también cada cierto tiempo, según contaban sus vecinos. Hoy en día, el niño lama tiene su propio hijo, al que «no llevaría a un monasterio» si le dijeran que es la reencarnación de un lama, aunque asegura que le transmitirá su «patrimonio» que es «la cultura colectiva tibetana» que él opone a la «individualista occidental» . «Hasta los 7 años no se separaría de la familia, iría a un colegio con niños tibetanos y yo estaría a su lado apoyándolo emocionalmente», ha matizado.

Estudiar para saber si era budista

Durante su entrevista, Hita explica que dedicó parte de su tiempo a leer y formarse. Fue así como entró en contacto con dos libros que fueron fundamentales en el devenir de los acontecimientos: Siddharta, de Hermann Hesse, y La historia interminable, de Michael Ende. A partir de entonces, el granadino comenzó a dudar si era o no budista y si realmente conocía la doctrina que él profesaba. 

Ahora, Hita considera que «al final somos todos buenas personas» y se ve a sí mismo como un puente entre Occidente y Oriente, fruto sus dos herencias. De hecho, el niño lama pone como ejemplo en la entrevista que lo que «hoy» ha descubierto la física cuántica «ya fue descubierto hace 2.500 años» por la filosofía y que ambas disciplinas se han cruzado, algo que es califica como «interesante».

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