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El teólogo Juan José Tamayo prologa el libro ‘Los obispos de la Mezquita’ de Miguel Santiago
No deja de resultar llamativo que la Mezquita de Córdoba, una obra arquitectónica construida hace más de doce siglos, sea noticia casi a diario, e incluso protagonista en las portadas de los diferentes medios de comunicación. ¿Motivo del permanente debate en torno a ella? La inmatriculación de la Iglesia católica a su nombre por el módico precio de 30 euros (¿recuerdan “las treinta monedas” de plata de Judas?) acogiéndose a una ley de 1946 en plena dictadura franquista actualizada en 1998 durante el primer Gobierno del Partido Popular presidido por José María Aznar. ¡Un monumento Patrimonio de la Humanidad convertido en propiedad de una institución privada, cual es la Iglesia católica, por una cantidad irrisoria constituye el mayor pelotazo urbanístico de nuestra historia!
De la Mezquita de Córdoba trata el magnífico libro del profesor Miguel Santiago, Los obispos de la Mezquita (Córdoba), que acaba de aparecer. ¿No estamos ante un oxímoron? Creo que el título es el que mejor responde a su desarrollo, pero refleja, a su vez, la contradicción más clara de la larga historia que cuenta: no son los imanes quienes están al frente de la Mezquita, como correspondiera al lugar sagrado del islam, sino los obispos, y de manera ininterrumpida desde la conquista de Córdoba en 1236 por Fernando III hasta hoy, con expresa prohibición de rezar a las personas musulmanes ante el mihrab, mientras las personas católicas pueden dirigir sus plegarias a Dios y los obispos y los sacerdotes pueden presidir las eucaristías católicas en la Catedral, que se levanta desde el siglo XVI en el corazón de la Mezquita.
No es este un libro de viajes turísticos, ciertamente, pero su estructura es la de un viaje, un largo y apasionante viaje por la historia de Córdoba, de la Mezquita, de la Catedral y de los obispos que han ido sucediéndose conforme a la teoría eclesiástica de la sucesión apostólica, todos ellos, con alguna excepción que confirma la regla general, vinculados a la realeza, mejor aún, sometidos a la realeza en esa alianza perversa entre el trono y el altar, que en parte pervive todavía hoy en España.
Miguel de Santiago hace un extenso recorrido desde lo que fuera solar y lugar de templos dedicados a las diferentes deidades hasta la declaración de la Mezquita como Patrimonio de la Humanidad en 1984 y su apropiación por la Iglesia católica en 2006. El viaje por la historia de la Mezquita no puede ser más atractivo. Yo lo he hecho con verdadera fruición y aprendiendo, e invito a hacerlo a las personas interesadas. Cada página es una fuente de sorpresas, una verdadera lección de historia que enriquece nuestros conocimientos, incluidos los de los especialistas ya que es un trabajo interdisciplinar. A su vez, cuestiona mitos, que la historia se ha encargado de desmentir.
Miguel emprende un detallado recorrido por las diferentes etapas de la construcción de la Mezquita, de Abderramán I a Almanzor, hasta su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad en 1984, así como por las etapas de construcción de la Catedral dentro de la Mezquita. Destaca el interés que mostraron por ella los escritores románticos, españoles y extranjeros. Recuerda la visita de Rubén Darío quien, tras contemplarla, escribió: “uní mi voz a las mil que han lamentado la vandálica religiosidad de los católicos que creyeron preciso demoler obras de arte y afear el recinto de Alá para adorar mejor a Jesucristo”.
Un paso importante en la apertura a la herencia árabe-musulmana fueron los Congresos celebrados en la Mezquita en 1974 y 1977, bajo el episcopado de José María Cirarda Lachiondo, en los que se llevó a cabo un diálogo auténtico islamo-cristiano con la invitación a reconocer a Mahoma y a Jesucristo como profetas. Una actitud muy contraria a la desarrollada por los tres últimos obispos e Córdoba Francisco Javier Martínez (actual arzobispo de Granada), Juan José Asenjo (actual arzobispo emérito de Sevilla) y Demetrio Fernández, a quienes Miguel Santiago considera herederos de la corriente antiliberal y antidemocrática del catolicismo español y súbditos ideológicos de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
El libro se completa con la intensa actividad de la plataforma Mezquita-Catedral, Patrimonio de Tod@s, apoyada por numerosos colectivos ciudadanos, que defiende la Mezquita como icono interreligioso e intercultural, reclama el reconocimiento jurídico de la titularidad del Estado y la consideración de dominio público, y propone una gestión igualmente pública, profesional y transparente.
Tras este recorrido, Miguel Santiago concluye que la jerarquía católica es un poder fáctico que no reconoce los derechos humanos en su seno, recibe un trato de favor en la Constitución de 1978 y llama la atención sobre el contraste entre una Córdoba empobrecida y una iglesia rica, en contraposición a Jesús de Nazaret. La actitud de Miguel Santiago no es por despecho a la iglesia católica, está contribuyendo a liberar a la jerarquía del apego a bienes materiales y de su gestión, que la desvían de sus prioridades: la evangelización liberadora y el compromiso con los sectores más vulnerables de la sociedad.
El libro está rigurosamente documentado en fuentes históricas fiables y cumple sobradamente el objetivo que se propone: poner en valor el patrimonio cordobés y la Mezquita de Córdoba, símbolo de la historia mundial y propiedad del pueblo.