No es la primera vez ni será la última que un político o un cargo público se encomienda a un santo o a una virgen para tal o cual cosa. El truqui es maravilloso porque si al final pasa lo que pedías te apuntas el tanto. Y si no pasa, ya tal.
En esta ocasión ha sido nada menos que Felipe VI el que se ha encomendado al apóstol Santiago para que proteja a los que están luchando por los incendios. «Quiero pedir al apóstol la protección de quienes luchan contra el drama de los incendios», aseguró este lunes en palabras recogidas por ABC.
Que no se le critica tanto el gesto, que cada uno puede creer en lo que quiera, pero la verdad es que uno se queda más tranquilo cuando las personas al frente del Estado lo que hacen es asegurarse de que se disponen los medios para intentar que las cosas salgan bien.
Lo cierto es que ver a un rey pidiendo a un santo por su pueblo nos ha regalado un viaje en el tiempo que ni Marty McFly.