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Una vía de fuga de Europa para curas pederastas y un refugio secreto

El obispo alemán Emilio Stehle se valió de la oficina que enviaba misioneros a Latinoamérica para ocultar la huida de un acusado en Alemania y también ayudó a escapar a un sacerdote de Barcelona en 1990

La práctica de trasladar al extranjero a curas acusados de abusos a menores ha sido habitual en las últimas décadas en la Iglesia católica, pero por primera vez hay sospechas de un canal internacional para facilitarles la fuga, con una conexión en España, según revela una investigación conjunta de EL PAÍS y Report München, programa de la televisión pública alemana ARD. Todo empieza en Alemania, donde la Iglesia se ha conmocionado en los últimos meses ante las acusaciones de abusos contra un prestigioso obispo fallecido en 2017, Emilio Stehle, teólogo de renombre y muy admirado en Ecuador, donde fue obispo entre 1987 y 2002. Han surgido al menos 10 casos de mujeres que lo acusan de abusos en Alemania, algunas de ellas siendo menores de edad, pero además una juez, la experta encargada por la diócesis de Hildesheim (Baja Sajonia) de indagar abusos, investiga cómo encubrió y ayudó a huir a Paraguay a un cura acusado de pederastia. Ha documentado un caso en el que Stehle utilizó como tapadera la oficina de coordinación Fidei Donum de la Conferencia Episcopal de Alemania, que él dirigía y se ocupaba de enviar sacerdotes de misiones a Latinoamérica.

Esta magistrada, Antje Niewisch-Lennartz, una prestigiosa jurista, exministra de Justicia de Baja Sajonia y política de Los Verdes, sospecha que pudo ser un sistema organizado. La Conferencia Episcopal alemana (DBK, en sus siglas en este idioma) también lo está investigando y hará públicas sus conclusiones próximamente, pero la semana pasada confirmó a EL PAÍS, en referencia al caso analizado: “Stehle y sus cómplices no solo son culpables de evadir la justicia, también han expuesto a un gran peligro a los niños sudamericanos que rodean al pastor”.

La investigación parte del hallazgo de una caja olvidada en una mudanza en los archivos de la diócesis de Hildesheim con documentos decisivos. Se trata de una carta de 1976 que demuestra cómo Stehle cubrió la fuga a Paraguay del padre B., un cura acusado de abusos en la localidad de Süpplingen. Pero el escenario es aún más intrigante al comprobar que Stehle no solo ayudó a huir al menos a este cura alemán, sino que también lo hizo con el cura español Jordi Senabrearrestado en Barcelona en 1988 tras una denuncia de un niño de 13 años, y que se fugó del país antes de ser juzgado, en 1990. Fue precisamente Emilio Stehle quien lo acogió en Ecuador, donde entonces era obispo en Santo Domingo de los Colorados. EL PAÍS reveló en 2018 que escapó a este lugar gracias a una carta que el obispo de Barcelona, el cardenal Ricard Maria Carles, escribió a Stehle para pedirle que lo aceptara. La Iglesia española nunca ha abierto una investigación de este encubrimiento. Tampoco está claro si la que ha encargado al bufete de abogados Cremades tendrá acceso a sus archivos.

La jueza alemana Antje Niewisch-Lennartz muestra las cajas entre las que apareció la carta que incrimina al obispo alemán Emilio Stehle. A su lado, el archivero diocesano, Thomas Scharf-Wrede.
La jueza alemana Antje Niewisch-Lennartz muestra las cajas entre las que apareció la carta que incrimina al obispo alemán Emilio Stehle. A su lado, el archivero diocesano, Thomas Scharf-Wrede.Patricia Sevilla Ciordia

La investigación de EL PAÍS y Report München apunta que Stehle pudo convertir esta diócesis ecuatoriana en un refugio de curas acusados de abusos: otro sacerdote colombiano que llegó en 1989 de la diócesis de Cali tenía acusaciones previas en su país; nueve más han sido acusados después; y Herbert Grundberger, líder de un movimiento religioso alemán llamado Agnus Dei y también acusado de abusos en Alemania, se estableció en el lugar invitado por Stehle, hasta que fue expulsado en 2020. EL PAÍS ha encontrado, además, una nueva víctima en España de Senabre, que ahora ha decidido hablar.

El caso de Senabre fue sonado en su época. En 1990 estaba a la espera de juicio tras la denuncia de un monaguillo de la parroquia de Polinyà, municipio cercano a Barcelona, pero cuando la Audiencia de la capital catalana lo llamó a declarar, había desaparecido. El arzobispado simplemente explicó que se había ido de misiones y no sabía dónde estaba. Quedó en paradero desconocido, reclamado por la justicia. En 1994 hubo una petición de extradición a Uruguay, donde fue localizado, pero no prosperó. Siguió desaparecido hasta que EL PAÍS lo encontró en 2018 en la diócesis ecuatoriana de Santo Domingo. Entonces este diario descubrió que había llegado allí con una carta de Ricard María Carles y en misión Fidei Donum. Esta modalidad, la misma que organizaba Stehle en Alemania, se refiere a los curas de una diócesis que se van de misioneros a otra del extranjero, mediante acuerdo entre los respectivos obispos. En 2018, los responsables de la diócesis latinoamericana estaban asombrados de que Stehle, que tiene allí una estatua de seis metros de altura, hubiera permitido esto. Pero las acusaciones que han surgido contra él desde 2021 hacen verlo bajo una luz distinta, y están revisando toda su actuación. La diócesis contabiliza en este momento nueve acusados de abusos, siete ecuatorianos y dos colombianos. Tres de ellos están ya en prisión con condenas de 9, 11 y 21 años. Otro, Wilson B. R. V., fue suspendido en 2018 y es prófugo de la justicia.

Emilio Stehle, obispo de Santo Domingo de los Colorados, en Ecuador, de 1987 a 2002.
Emilio Stehle, obispo de Santo Domingo de los Colorados, en Ecuador, de 1987 a 2002.

La pregunta es por qué Senabre, cuando decidió huir de España, fue precisamente a la diócesis de Stehle en Ecuador, y cómo él y el obispo de Barcelona sabían que lo acogería sin problemas. La archidiócesis catalana, dirigida por el presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, asegura que fue Senabre quien eligió el destino “por voluntad propia y sin dar ninguna explicación”, y dice desconocer si había alguna relación de amistad previa de Stehle con él o con Carles. Senabre, que tiene 86 años, ha negado las acusaciones. Sigue incardinado en la diócesis de Barcelona. Carles ha fallecido, pero en 1990 el obispo auxiliar era el actual cardenal y arzobispo emérito de Barcelona, Lluís Martínez Sistach. EL PAÍS ha solicitado hablar con él, pero la diócesis no ha accedido, aunque apunta que “ejercía como obispo auxiliar, sin ninguna responsabilidad de gobierno, y en el poco tiempo que coincidió con el cardenal Carles en la diócesis de Barcelona solo se dedicó a tareas pastorales, como suele hacer cualquier obispo recién ordenado”. El obispado explica que la Santa Sede pidió reabrir el proceso canónico en 2016, “pero la presunta víctima no ha respondido a las peticiones de declarar, por la cual cosa ha resultado imposible la prosecución y está provisionalmente archivado”.

La diócesis de Barcelona dice que en su archivo no hay ninguna documentación sobre este caso. En cambio, en el obispado ecuatoriano tienen una carta en la que Stehle dice recibir a Senabre “con los brazos abiertos”. De hecho, lo convirtió en su secretario personal. En declaraciones a Report München, el vicario judicial, Jorge Apolo, apunta al tono de la carta de Stehle a Carles: “La carta da la impresión de que se conocían. Estas son mis conclusiones. Si no se hubieran conocido, lo habrían enviado a otro país”.

La gran escultura que recuerda a Emilio Stehle en Santo Domingo de los Colorados, Ecuador, inaugurada en 2012.
La gran escultura que recuerda a Emilio Stehle en Santo Domingo de los Colorados, Ecuador, inaugurada en 2012.

La carta descubierta ahora en Alemania, en esa caja de la diócesis de Hildesheim, demuestra cómo se organizó el encubrimiento del cura alemán huido a Paraguay. En 1976, Stehle escribe al obispo de entonces, Heinrich Maria Janssen, y le explica: “El caballero que aquí no se nombra debería ser empleado en otro lugar, no solo en otra diócesis, sino en otro país. Con respecto a su carta, puedo suponer que está de acuerdo si no le informo de esta nueva ubicación y, de ese modo, tampoco puede proporcionar ninguna información a terceros”. Mientras tanto, la Fiscalía de Brunswick preguntaba entonces por el paradero del sacerdote, y la diócesis de Hildesheim siempre respondía que no lo sabía. Como en Barcelona. El objetivo era que se perdiera su rastro. En la misma carta, Stehle le tranquilizaba sobre los gastos de permanencia y traslado del cura: “En lo que respecta al cuidado o apoyo mensual, Adveniat ha aceptado esto (…), de modo que se pueda omitir esa ayuda de usted, y este problema también se podría solucionar”.

La magistrada, que recibió a EL PAÍS en su despacho, opina que “la forma en la que está escrita la carta permite concluir que no es un caso excepcional. Describe un procedimiento habitual, el que se usa cuando se quiere hacer desaparecer a alguien”. Stehle fue director de la oficina de Fidei Donum en Alemania entre 1972 y 1984, y dirigente de Adveniat, la organización que gestiona las donaciones para misiones en Latinoamérica, entre 1969 y 1988. La semana pasada, esta jurista descubrió una carta anterior, de 1974, que también revela cómo la principal preocupación era que no debería figurar en los archivos nada sobre su paradero concreto.

La diócesis de Hildesheim encargó a Niewisch-Lennartz un informe independiente sobre el periodo en el que Heinrich Maria Janssen fue obispo, entre 1957 y 1982. El trabajo, de más de 400 páginas, recoge ejemplos flagrantes de cómo los perpetradores fueron protegidos mientras a los afectados nunca se les ofreció ayuda. La juez exigió en diciembre una investigación a la Conferencia Episcopal y a Adveniat en una carta en la que afirmaba: “Debe aclararse en particular si los sacerdotes que ya no eran aceptables en sus diócesis de origen o en toda Alemania eran enviados regularmente a América del Sur y si hubo un encubrimiento del abuso sexual de los acusados”.

La investigación de la Iglesia alemana está en marcha, pero es probable que una búsqueda en los archivos habituales no dé resultados porque el caso del sacerdote huido a Paraguay ilustra que los documentos comprometidos se ocultaban. La carta de Stehle a Janssen no estaba donde debería estar, en el minucioso archivo de la diócesis de Hildesheim. Thomas Scharf-Wrede, el archivero diocesano, invita a subir a la tercera planta del edificio, a una estancia de techos bajos y escasa iluminación donde se almacenan cajas de cartón. “La encontramos en una caja como estas, mezclada con todo tipo de papeles. No era su sitio”, asegura. No se sabe quién la metió allí ni desde cuándo estaba la caja en esa sala.

Para Niewisch-Lennartz, encontrar un documento tan valioso ha sido un golpe de suerte. Podría perfectamente haber sido destruido, como sospecha que habrá ocurrido con otros similares. Es imprescindible, dice, hacer una búsqueda activa en todos los archivos, incluidos los documentos todavía no clasificados, como la caja en la que apareció la carta. El “patrón” que describe podría investigarse también “siguiendo el rastro del dinero”. Como Stehle pagó la manutención del fugado en Paraguay, los registros contables de la organización quizá permitan encontrar otros casos. Todo eso depende por ahora de la voluntad de la DBK, salvo que la Fiscalía se lo exija.

Antje Niewisch-Lennartz, juez y directora de la comisión de investigación de los casos de abusos en la diócesis alemana de Hildesheim.
Antje Niewisch-Lennartz, juez y directora de la comisión de investigación de los casos de abusos en la diócesis alemana de Hildesheim.Patricia Sevilla Ciordia

“¡Lo que tenemos aquí es escandaloso. Es una barbaridad. Un sacerdote que abusa de menores y se le envía al extranjero para evadir la acción de la justicia!”, exclama. En la Iglesia española nadie está investigando el caso de la extraña fuga de Senabre, aunque se conoce desde hace tres años y medio. La magistrada no puede afirmar categóricamente que existiera una red, de momento solo hay indicios. “Pero tal y como está escrita esa carta, si fuera la Conferencia Episcopal estaría alarmada y me sentiría responsable de aclarar todos los casos de sacerdotes enviados fuera a través de Fidei Donum”, dice, y añade: “Si además quien dirigía la operación de traslado era él mismo un abusador, no sé qué más alarmas tienen que saltar para empezar a tomar medidas”.

La Conferencia Episcopal alemana respondió la semana pasada a EL PAÍS y Report München: “Tras la publicación del informe de Hildesheim, entregamos todos los archivos del centro de coordinación Fidei Donum a un abogado con la orden de examinarlos en busca de indicios de abuso sexual o encubrimiento. (…) Damos gran importancia a la tramitación del caso”.

En cuanto a España, hay novedades sobre Senabre. El caso del monaguillo de Polinyà puede no haber sido el único. EL PAÍS ha encontrado a otra persona que lo acusa de haber abusado de él años antes. “Nunca se lo he contado a nadie, lo he tenido siempre ahí, encerrado, oculto. Pero me quiero quitar esto de encima. Yo tenía 13 añitos, sería en 1979 o 1980, era un crío, me fui de vacaciones a una casa de mis tíos, en la playa. Allí estaba este cura, que era conocido de la familia y pasaba unos días con ellos. Se metió un día en mi habitación cuando yo estaba en la siesta, no sé si estaba medio lloroso porque echaba de menos a mis padres, y él se metió en las sábanas con la cabeza y me hizo una felación”. Sus familiares también revelan nuevos datos. Aseguran que Senabre estuvo en los años setenta de misionero en Camerún, evangelizando a los pigmeos. La diócesis de Barcelona afirma que tampoco sabe nada de esto.

Imagen de los años setenta del sacerdote Jordi Senabre, denunciado por abusos en 1988 y huido a Ecuador.
Imagen de los años setenta del sacerdote Jordi Senabre, denunciado por abusos en 1988 y huido a Ecuador.

Una pariente de esta persona es la que lo ha animado a sacarlo a la luz: “Yo soy católica y quiero que se haga justicia, quiero contarlo por la repulsión que siento y por la dignidad de nuestra familia. Este sacerdote se aprovechó de nuestra confianza. Era amigo de nuestra familia. En aquellas vacaciones en esa casa había varios niños, y ahora veo que este tipo vino a por todos, vio gente joven. Tenía un comportamiento rarísimo, era un poseso, y yo percibía algo siniestro. Se ponía en bañador, marcando paquete, y hacía cosas que eran raras. Miraba mucho a los chicos, estaba con ellos, los acosaba, los tocaba. Entraba en el cuarto de baño cuando estaban ellos, en la playa se metía en el agua a jugar con ellos, les iba a dar masajes en la espalda… Luego lo hemos comentado mucho, pero no sabíamos que había ocurrido algo más. Cuando fue arrestado y salió en los periódicos fue un shock. Pero mi familiar no dijo nada de que a él también le había pasado. Ha tardado 40 años”.

EL PAÍS y Report München han obtenido la lista de los 23 sacerdotes extranjeros que llegaron en las últimas décadas a Santo Domingo de los Colorados en misión Fidei Donum. En ella hay otros tres curas españoles, además de Senabre, aunque llegaron antes de que Stehle fuera obispo. El resto son curas de Alemania, Polonia, Irlanda, Italia, Suiza, Colombia y Perú. Este diario ha pedido información sobre ellos a todas sus diócesis de origen y casi ninguna ha respondido. No obstante, la archidiócesis de Cali, en Colombia, admite que un sacerdote incardinado en Guapi fue a Santo Domingo en 1989 y tenía acusaciones previas en el colegio parroquial donde estaba: “Persecución de tipo homosexual contra algunos niños, los cuales al no prestarse a sus deseos, les han negado el cupo en el colegio”. Sostiene, sin embargo, que las acusaciones no se demostraron.

Los tres curas españoles de la lista llegaron a Santo Domingo en 1964, 1985 y 1986, desde Santander, Jerez de la Frontera y Toledo, respectivamente, antes del nombramiento de Stehle como obispo de la localidad en 1987. Las tres diócesis han respondido en todo caso que no saben nada de estos sacerdotes. La Obra de Misiones Pontificias (OMP), que gestiona y centraliza a todos los misioneros españoles, tiene registrados a 10.000 en las últimas décadas, pero asegura que ni Jordi Senabre ni los otros tres constan en sus archivos. En teoría, el delegado de la OMP en cada diócesis debe anotar cada salida y traslado, pero parece que no fue así en ninguno de estos casos.

Hay otro español actualmente en Santo Domingo de los Colorados, Vicente Pérez, que fue vicario general y mano derecha de Emilio Stehle. Fue ordenado en Segovia y es exmisionero comboniano. Aceptó hablar con un equipo de Report München y a la pregunta de si sabía que Jordi Senabre era buscado por abusos sexuales, responde: “Tenía un problema en Barcelona, por eso decidió venir aquí”. Al insistir en que tenía una denuncia de abuso de menores, replica: “En ese momento no me interesaba por qué vino. Vino y trabajó como pastor. Lo hizo bien”. Es más, Pérez no tiene problemas en relatar que sacó de prisión a uno de esos curas de su diócesis acusados de pederastia: “Fue por caridad cristiana. Fui a hablar con el juez y así se resolvió”. Preguntado por si Stehle le pidió que hablara con el juez, concluye: “No, yo mismo tomé la decisión, pero Stehle lo sabía. Siempre estuvimos de acuerdo en eso”.

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