El pasado jueves 20 de enero se publicó el informe de Múnich en el que se describe la forma en que los dirigentes de la Iglesia tratan los casos de abusos sexuales a menores.
Helmut Dieser, obispo de Aquisgrán, en su sermón del domingo habló de rabia y decepción, horror, pena, sufrimiento y duda en relación al informe de Múnich publicado el pasado jueves 20 de enero sobre la forma en que los dirigentes de la Iglesia tratan los casos de abusos sexuales a menores.
«Estoy consternado y entristecido, pero también enfadado, por el incalculable alcance de los destinos individuales y el alcance del fracaso del liderazgo, inseparablemente unido a esto, que recae y sigue recayendo en los obispos y sus administraciones». «Y más allá de eso, la incapacidad de sentir la propia responsabilidad y de admitir la culpa y pedir perdón, o al menos de expresar el arrepentimiento y el dolor por la propia parte en la tragedia», dijo Dieser en su sermón.
«No puede ser que los responsables se refugien en referencias a su ignorancia o a otras circunstancias u otros procedimientos de la época. ¡Porque es por eso que no se detuvo a los perpetradores y los niños siguieron siendo abusados por ellos!. Incluso un expapa puede ser culpable y debe reconocerlo públicamente, «no solo en la oración o en la confesión», añadió el obispo de Aquisgrán.
El informe de Múnich
El informe, encargado por el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich y expresidente de la Conferencia Episcopal alemana, señala que el papa emérito Benedicto XVI, responsable de la archidiócesis de Múnich y Freising entre los años 1977 y 1982, tuvo una conducta reprochable al no haber actuado ante los abusos en al menos cuatro casos.
Según el bufete Westpfahl-Spilker-Wastl, que elaboró el informe de 1.700 páginas, existe una «elevada posibilidad» de que Joseph Ratzinger tuviera conocimiento de los casos, algo que el papa emérito niega, pero que los autores del informe consideran «no creíble».
El documento también señala al propio Marx por su comportamiento en relación con dos casos de presuntos abusos al que achaca no prestar suficiente atención a ese tipo de comportamientos. El cardenal presentó su renuncia al papa Francisco el año pasado por su «corresponsabilidad» en la «catástrofe de los abusos sexuales» por parte de los responsables de la iglesia en las últimas décadas, pero este la rechazó.
En el informe, se asegura que cuando Joseph Ratzinger era arzobispo de Múnich aceptó admitir en la arquidiócesis a un sacerdote procedente de Essen, pederasta y con antecedentes penales por cometer una treintena de abusos sexuales, en donde volvió a abusar de niños.
Cuando el obispo Dieser predicó el domingo, Benedicto seguía afirmando que no había participado en la reunión en la que se juzgaba al sacerdote de Essen. Tras conocerse que su nombre figuraba en el acta de la reunión, el lunes rectificó y señaló que había sido un «error» sin «ninguna intención maliciosa».
Irme Stetter-Karp, presidenta del Comité Central de los Católicos Alemanes (ZDK), está consternada por el alcance del encubrimiento, pero considera que también hay obispos con buena voluntad y que sería muy injusto meterlos a todos en el mismo saco.
Por su parte, a Gregor Podschun, miembro de la junta directiva de la Federación de la Juventud Católica alemana (BDKJ), no le sorprendió el informe de Múnich. «La Iglesia está estructurada de manera monárquica, muy centralizada, lo que significa que el sistema de poder está, al fin y al cabo, apoyado y protegido desde el Vaticano, y desde ahí no es de extrañar que se encubran cosas que perjudiquen a la Iglesia», señaló.