La pandemia del coronavirus ha demostrado que las infraestructuras públicas languidecen tras una década de salvaje austeridad y unos cuantos lustros más de neoliberalismo rampante. Bajo pomposas retóricas sobre cerrar la brecha digital, la única salida ensayada desde los Gobiernos de medio mundo ha sido abrazarse a los cantos de sirena de la digitalización como solución a los problemas sociales. La consecuencia ha sido el refuerzo del sector privado. En este contexto debe entenderse el anuncio de este 30 de noviembre en el Boletín Oficial del País Vasco: el Departamento de Educación destinará 15,3 millones de euros a financiar la compra de ordenadores portátiles Chromebook y Windows por parte de los centros concertados. Han leído bien: la digitalización de los centros privados también corre a cargo del erario público.
Parafraseando a Margaret Thatcher, “no hay alternativa a Google y Microsoft”. Con cargo a las partidas públicas destinadas a tal efecto en los Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma de Euskadi en 2021 y 2022, este dinero servirá para dotar a todos los alumnos de 5º y 6º de Educación Primaria, Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato de estas tecnologías en el ámbito educativo. Además, de acuerdo a lo establecido en el artículo 31 de la Ley General de Subvenciones, este importe podrá incrementarse teniendo en cuenta el importe total de las ayudas solicitadas.
En Euskal Herria, la digitalización de los centros privados a través de Google y Microsoft también corre a cargo del erario público
A mitad de ejercicio, en este año 2021, ya se creó una partida denominada “subvención concertada para la digitalización”, con su respectiva ampliación y actualización presupuestaria de 6,3 millones de euros. En los presupuestos para 2022 que el Partido Nacionalista Vasco lleva semanas negociando, también aparece una “subvención para la digitalización en centros educativos de la red concertada”, valorada en 9 millones de euros.
Según establece el documento oficial, el monto de la subvención a otorgar a cada beneficiario se calculará en función del número de dispositivos. Eso sí, la cuantía final no podrá ser mayor al número de matrículas de los niveles educativos a los que se destina el dinero. Por otro lado, el coste de adquisición tampoco en ningún caso podrá superar el valor de mercado. A este respecto, la cantidad máxima para cada dispositivo se establece en 300 euros para los Google Chromebook y 445 para los Microsoft Windows.
Esta información se conoce después de que Hordago El-Salto publicara dos grandes acuerdos del Gobierno Vasco con Microsoft por valor de 18 millones de euros (15 millones entre 2018 y 2020; 3 millones en 2017) para que la empresa asuma el control de las infraestructuras tecnológicas y responder a “necesidades” de la Administración pública. Este medio también reveló que a estos contratos se suman otros 3,2 millones de euros por un periodo de cinco años para el “Licenciamiento de Productos Microsoft para Educación”.
¿Solucionismo o brecha digital?
“La digitalización es un factor crucial para cerrar las brechas e impulsar la cohesión social; de hecho, permite a los estudiantes acceder a contenidos educativos adecuados y adaptados a sus necesidades, independientemente de su realidad social o lugar de residencia,” reza el documento del Gobierno Vasco. “Asimismo, para llevar a cabo el proceso de transformación educativa, es fundamental que docentes y alumnos utilicen recursos en línea, herramientas de comunicación y colaboración telemática, así como dispositivos Internet.
Sin embargo, un rápido examen de la literatura académica revela una imagen distinta. Como señalan los distintos estudios en esta materia publicados hace diez años sobre el caso holandés, los discursos sobre la brecha digital representan una visión bastante reduccionista sobre un problema complejo, pues se focaliza en la posesión de ordenadores y conexiones de red (“acceso material”), dejando de lado muchas otras realidades. Por ejemplo, la ausencia de experiencia digital elemental causada por falta de interés, ansiedad por el uso de computadoras entre los niños o falta de atractivo por tecnologías diseñadas desde empresas privadas (“acceso mental”).
El Gobierno Vasco trata de crear un problema, la brecha digital en la educación, que puedan solucionar empresas privadas estadounidenses (Google y Microsoft)También la falta de oportunidades de uso significativas genera una brecha digital (“usabilidad”). A este respecto, el informe titulado ‘La educación digital post-covid 19’, los académicos Felicitas Macgilchrist y Ben Williamson afirmaban que es cierto: “algunos niños no tienen tecnología y, por lo tanto, están excluidos del aprendizaje”. Al mismo tiempo, añadía, ello “omite la exclusión que los niños sufren cuando aparentemente están conectados a Internet, y también la apariencia de inclusión que tiene lugar aunque vivan excluidos de la sociedad”. Ello también habla de la brecha de clases que estos dispositivos tratan de cerrar, como si el problema fuera la falta de dispositivos, en lugar de la infrafinanciación de la pública.
Las conclusiones académicas son claras: estamos ante un intento de crear un problema, la brecha digital, que puedan solucionar las mismas empresas de siempre: Google y Microsoft. La problemática añadida en Euskal Herria es que la financiación de tecnologías privadas para centros concertados también sucede con dinero público. Esto representa la forma más depurada del “solucionismo à la basque.”