Con sus libros en una mano y claveles rojos en la otra, centenares de personas despidieron este lunes a Almudena Grandes en una emotiva y laica ceremonia fúnebre celebrada en el Cementerio Civil de Madrid. Lectores, admiradores, amigos y políticos acompañaron a los familiares de la narradora madrileña que dio voz a los perdedores, fallecida el sábado a causa de un cáncer. Entre los asistentes al multitudinario acto estuvieron el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, quienes trasladaron su pesar al marido de Almudena Grandes, el poeta, catedrático y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y al resto de su familia.
No faltaron al entierro personajes populares muy conocidos y amigos de la familia Grandes-Montero, como los cantantes Joaquín Sabina y Miguel Ríos, la actriz y también cantante Ana Belén, el cineasta Pedro Almodóvar, el escritor Luis Landero o el editor de Tusquets, Juan Cerezo. Pedro Sánchez, que el domingo había acudió ya al tanatorio de la Paz para confortar a la familia, acompañó el lunes a García Montero hasta la puerta del Cementerio Civil, donde ambos se fundieron en un sentido abrazo.
Los asistentes a la ceremonia civil se habían concentrado en silencio ante una gran bandera republicana y, a la espera de la llegada comitiva fúnebre, leyeron fragmentos de algunas novelas de Grades. Ante el féretro, que llegó en un soleado mediodía invernal, prorrumpieron en una ovación al grito «¡Gracias, Almudena!».
En la emotiva despedida se leyeron textos y poemas, en un acto presidido por dos grandes fotos de la escritora y una de sus frases: «No hay amor sin admiración». La actriz y cantante Ana Belén leyó un texto titulado ‘Una falda de plátanos’. Almudena Grandes evocaba en ese pasaje la impresión que le causó saber que sus dos abuelos habían ido en su juventud a ver bailar a Josephine Baker en un teatro de Madrid. Contaba cómo descubrió dos cosas: «la primera, que el progreso no es una línea recta. La segunda, en qué clase de país me había tocado vivir». «Ahora sé que el principal reto que afronta mi generación consiste en llegar a ser tan modernos como fueron nuestros abuelos. No lo tenemos fácil», termina el texto que Ana Belén leyó entre aplausos.
El actor, dramaturgo y director de escena Miguel del Arco leyó el poema ‘La ausencia es una forma de invierno’ que García Montero había dedicado a su mujer y que acaba con los versos: «Pues todo se me olvida si tengo que aprender a recordarte». Los versos pertenecen al poemario ‘Almudena’ que García Montero publicó en 2015 y que volaron por las redes sociales tras el fallecimiento de la escritora. El poeta granadino depositó luego sobre el ataúd de su esposa un ejemplar de otro de sus poemarios ‘Completamente viernes’.
El emotivo acto concluyó a los acordes de la canción de Joaquín Sabina ‘Noches de boda’ en la versión que cantó con Chavela Vargas. Mientras García Montero y su hija depositaban flores en la tumba de la escritora, los asistentes entonaron ‘La Internacional’ y corearon gritos como «Sin memoria no hay democracia» y lanzaron vivas a la República.