Cuando aún faltan más de dos meses para la celebración (el 8 de septiembre) del Día de Asturias y de nuestra patrona, la Virgen de Covadonga, en las redes sociales ya algunos nombres prestigiosos de la cultura y de la política regional han lanzado la pregunta: ¿deberá el presidente Barbón acudir a los actos religiosos de Covadonga?…
Evidentemente, hay argumentos a favor y en contra, aunque predominan aquellos que entienden que “el presidente de todos los asturianos se debería abstener de representar institucionalmente a los asturianos el día 8 en Covadonga”. Es difícil de entender que tras los habituales varapalos que el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, le suele dedicar cada año al presidente asturiano en su homilía, este continúe asistiendo sumisamente a un acto puramente religioso. En mi opinión, ha sido un gran error, institucionalmente hablando, que el presidente de esta comunidad se haya tomado como norma el estar presente en estos actos. Quizás haya sido un desliz de nuestro Estatuto de Autonomía el haber ligado el día de la Santina con el día de la Comunidad. Lo que los asturianos no deberíamos permitir, bajo ningún concepto, es que la Iglesia pretenda, con premeditación y alevosía, empañar y acaparar todo el protagonismo de ese día que nos pertenece a todos los asturianos.
Personalmente, creo que el presidente Barbón debería dar un paso al frente y desligar lo que es puramente institucional de lo que significa toda la parafernalia religiosa en Covadonga, muy respetable para los seguidores católicos, pero poco recomendable para un presidente de un Gobierno socialista. Barbón no debería asistir ni a este acto, ni a ningún otro de carácter religioso, pues en el último congreso del PSOE a los socialistas les quedó muy claro que el objetivo del partido es el laicismo. Esto, evidentemente, incluye a nuestro presidente. Por lo tanto, si Barbón se atiene al mandato congresual, lo más lógico sería que el próximo día 8 de septiembre no acudiera a los actos religiosos de Covadonga.