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La Justicia archiva el caso contra el artista Abel Azcona por un presunto delito contra los sentimientos religiosos

El tribunal de Berga rechaza los argumentos de la Asociación de Abogados Cristianos, que denunció al artista por una pieza en la que muestra la palabra «Pederastia», conformada por multitud de hostias consagradas.

Si hay alguien capaz de despertar la rabia y la inquina de los sectores ultracatólicos y de extrema derecha de este paísese es el artista Abel Azcona. El creador ha sido merecedor del odio de Vox, la Asociación Española de Abogados Cristianos, la Fundación Francisco Franco e, incluso, el Arzobispado de Pamplona y Tudela. 

En 2015, la Iglesia Católica de Navarra, a través de la archidiócesis mencionada, presentó una querella contra Azcona por un presunto delito de profanación y de ofensa de los sentimientos religiosos por la exposición en Pamplona de su obra Amén o la pederastia, una pieza en la que muestra la palabra «Pederastia», conformada por 242 hostias consagradas. A esa demanda se unió la delegación del Gobierno —por aquel entonces controlada por el Partido Popular— y la organización de Abogados Cristianos.

El proceso judicial duró unos dos años hasta que finalmente la Audiencia Provincial de Navarra cerró el caso desatendiendo los argumentos presentados contra el autor y ajustando su creación a los parámetros de libertad de expresión y artística. 

La ‘lawfare’ de Abogados Cristianos

Sin embargo, el grupo de letrados ultracatólico decidió continuar con su lawfare particular, anunciando la presentación de varias denuncias por la exposición de la obra en distintos lugares de España, como Palma de Mallorca, Murcia o Berga (Barcelona). En el caso de la exhibición de la muestra en los dos primeros lugares, la asociación se limitó a expresar su amenaza. Pero en el municipio de Catalunya, el grupo sí se querelló y la denuncia tuvo recorrido legal «a pesar de que la causa de Pamplona fue archivada». 

El juez de Berga decidió citar hasta en tres ocasiones a Azcona, que optó por declararse en desobediencia y no acudir al tribunal. «La cosa se fue complicando porque no fui a las tres citaciones judiciales y lanzaron una orden de búsqueda y captura. En ese momento decidí trasladarme a Lisboa», explica a Público el artista.

Finalmente y tras una larga batalla judicial, Azcona ha señalado que «el juzgado ya no tiene causas abiertas contra él», archivando no solo sus presuntos delitos de ofensa de los sentimientos religiosos, como hizo el tribunal de Navarra, también ha retirado el delito de obstrucción a la Justicia y la orden de búsqueda y captura. 

«Mis obras han estado supeditadas a las persecuciones»

El creador ha revelado su emoción al conocer el archivo. «Hoy es un gran día», ha manifestado en Twitter. No obstante, reconoce que esta situación no le ha provocado que pueda censurarse a él mismo a la hora de llevar a cabo su proceso creativo. Más bien, todo lo contrario. «Mis obras han estado supeditadas a las persecuciones y he trabajado en ellas con más ganas de expresar mi crítica y denuncia», defiende asegurando que el acoso que ha sufrido no solo ha sido desde el terreno judicial. Ciertos grupos de ultraderecha «no solo han actuado contra mí de forma judicial, también han desempeñado una persecución desde muchos otros prismas«. El autor ha recordado el ataque que sufrió el local Espacio Tangente de Burgos, donde se iban a exponer sus piezas. 

«Los tentáculos de la censura»

«Entiendo que todo esto es algo complejo, los tentáculos de la censura están en muchos otros lugares, más allá del judicial. El poder de la religión católica es brutal y sigue coartando al que está a favor de la libertad de expresión», reprocha. «Siento agotamiento, porque cada vez que presento una exposición ya tengo denuncias que no solo me afectan a mí, también al concejal de turno, entre otras personas que se ven salpicadas», aclara sentenciando que estos episodios forman parte «del sistema posfranquista que hemos heredado con esta falta de libertad de expresión».

Aun así, el artista celebra que por fin va a poder estar en España con plena libertad para presentar sus exposiciones, «sin necesidad de que haya furgones de la Policía Nacional», algo que le ha llegado a ocurrir hasta en tres ocasiones.

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