Filósofo. Miembro del Grupo de Pensamiento Laico, integrado por Nazanín Armanian, Francisco Delgdo Ruiz, Enrique J. Díez Gutiérez, Pedro López López, Rosa Regás Pagés, Javier Sádaba Garay, Waleed Saleh AlKhalifa y Ana María Vacas Rodríguez.
Los llamados evangélicos evangelistas son una amplia rama del protestantismo y que tiene su inspiración en Lutero. Lutero rompe con Roma y, esa es su intención, intenta retornar a la pureza de los inicios frente a la supuesta corrupción del Vaticano. Si en Roma existe una cabeza, el Papa, que manda sobre el resto de los creyentes cristianos, el protestantismo se parece a un archipiélago con muchas islas, algunas de estas de nuevo subdivididas.
A pesar de sus diferencias internas, evangélicos y romanos se declaran cristianos puesto que tienen creencias básicas comunes. Por ejemplo, Jesús es el Hijo de Dios que nos redimirá del pecado y nos salvará en una vida futura feliz. Tales creencias las basan en unos libros sagrados, los evangelios, que estarían revelados por el mismo Dios. Es verdad que lo que está escrito en los citados evangelios los católicos lo toman de una manera más amplia y alegórica, mientras que los evangelistas se agarran a lo escrito como si el texto fuera en sí mismo divino. De ahí su fundamentalismo, su integrismo y su dogmatismo.
Los evangelistas, y dejando atrás su historia, se están extendiendo por el mundo de modo imparable. Las causas de dicha expansión son varias. Por citar algunas, el poder económico, con el que les es fácil penetrar en las capas populares más empobrecidas. Téngase en cuenta que su base reside en Estados Unidos. En este aguerrido, económicamente y militarmente, país, la mitad de la población es evangelista, con la cantidad de ramificaciones antes citada, como es el caso, y es un ejemplo, de los pentecostalistas o los metodistas. De ahí sale buena parte del dinero que se derramará después, en nombre de un Dios Salvador, a lo largo del mundo. Por otro lado, no habría que olvidar el decaimiento del catolicismo romano. El catolicismo se ha hecho viejo y le falta, además, el ardor proselitista que les sobra a los evangélicos. Nada extraño que allí en donde antes se profesaba la fe católica ahora tomen el relevo los evangélicos. Es este un fenómeno que se da en muchos grupos y movimientos. Una vez que las ideas y los ideales se hacen difusos la derrota se disimula con palabras, gestos o una simple liturgia. El evangélico, sin embargo, se emociona, canta, grita, reza en común con las manos unidas y forma, así, una comunidad enfebrecida que se lleva por delante lo que comienza a contemplarse como algo sin fuerza ni firmeza.
El evangelismo, lo dije ya, se extiende y avanza por todo el mundo. Fijémonos en la hasta ahora católica Latinoamérica. En Centroamérica, en donde pequeños pueblos que nadan en la pobreza sueñan con emigrar a Estados Unidos, los evangélicos arrasan y sobrepasan ya a otras religiones. El tristemente conocido Bolsonaro y su equipo de gobierno son fervorosamente evangélicos. No es de extrañar que allí la pandemia viral que padecemos globalmente sea una de las mayores y peor tratada. Y es que si ponerse de rodillas y rezar es más eficaz que la ciencia médica, entonces despidámonos de esta y todos a rezar. En México están en el gobierno y prácticamente en todos los países condicionan la política, dada la cantidad de evangélicos que existen. Solo en Colombia se cuentan más de cinco millones.
El principal problema no es solo su fe ciega, un problema sin duda para una persona racional y laica, sino la ideología que trasportan. Se oponen a la eutanasia y a la interrupción voluntaria del embarazo, colocan la magia por encima de la ciencia, apoyan con los votos o el dinero a los gobiernos más corruptos de derecha y extrema derecha. Y así podríamos continuar. Esa es la situación que atañe al resto de los países. En lugares como Arabia Saudí alientan la persecución de mujeres que tildan de brujas, y en otros países, todavía saliendo del limbo de una colonización que los ha hecho mantenerse en pañales, persiguen la homosexualidad, lo que llaman pornografía y todo aquello que huela a mínima modernidad. Y todo esto se propaga a los ojos de un mundo que parece no alterarse por este tipo de actitudes que van directamente al corazón de una sociedad laica. El evangelismo es un peligro en general. Todavía no ha entrado mucho en la sociedad española. Hay que estar atentos. Que nadie interprete lo dicho como una defensa del catolicismo. En absoluto. Lo que quiero decir es que no vendría mal conocer más de la historia de las religiones. Y que hay que enterarse y mirar a todos los lados para salvar al siempre necesario laicismo.