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Texto de la carta que el ministro de Cultura ha remitido a las ejecutivas provinciales del PSOE en calidad de secretario de Laicidad

Querido/a compañero/a:

En estos primeros días de 2021, tras un año durísimo para todos que quedará tristemente señalado en la historia como el de la pandemia Covid-19, quiero dirigirme a ti para compartir algunas reflexiones e informarte de algunas iniciativas y acciones.

Sirva esta carta para hacer un breve balance del trabajo y los avances que se han producido en el ámbito de mis responsabilidades como secretario de Laicidad del Partido, gracias en buena medida a la determinación del Gobierno del que tengo el inmenso honor de formar parte.

Como me habréis oído decir en más de una ocasión, la política de laicidad es indispensable para la democracia, porque es el antídoto frente al monismo de valores, la pretensión de verdad única o la superioridad moral, que inevitablemente devienen en fanatismo, dogmatismo y ausencia de libertad. En términos positivos, la laicidad es la mejor garantía para el pluralismo. Y no hay democracia sin pluralismo.

La laicidad es, en efecto, la “religión de la libertad”, como la definirían los ilustrados del Siglo XVIII. Recoge de la tradición republicana (desde Cicerón en adelante, y frente al “gobierno de los hombres” o de las “confesiones religiosas”) el “gobierno de las leyes y sólo de las leyes”, unas leyes necesariamente hoy civiles, democráticas y constitucionales (respetuosas con los derechos humanos fundamentales).

Es también la neutralidad institucional. Supone asumir sin confusiones ni reduccionismos la moderna separación entre Ética pública y Ética privada, entre Política y Religión, entre Derecho y Moral, entre Estado e Iglesias o entre delito y pecado. Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios. Es una neutralidad que, paradójicamente, no es pasiva ni equidistante, sino activa y comprometida con la libertad, incluida, claro está, la libertad de conciencia, religiosa y de cultos. Frente al Estado ateo y al Estado confesional, el Estado laico supone la culminación del proceso de secularización de la Modernidad que impulsa la autonomía moral de todas las personas, creyentes o no creyentes.

El ser humano es el centro del mundo y está centrado en el mundo, un antropocentrismo que empieza a defenderse a partir de 1492 y que forma parte esencial de los fundamentos filosóficos de la laicidad

Desde la idea de tolerancia, hoy completada y mejorada por las ideas de igualdad, respeto mutuo y dignidad humana, todas las personas debemos tener la libertad de elegir nuestra ética privada, nuestra estrategia de felicidad, de placer, de virtud o, para las personas de fe, de salvación. Una libertad que no admite injerencias injustificadas del Estado ni de las distintas confesiones religiosas. También debemos poder participar en igualdad de condiciones en la vida pública y social, como auténticos ciudadanos. El ser humano es el centro del mundo y está centrado en el mundo, un antropocentrismo que empieza a defenderse a partir de 1492 y que forma parte esencial de los fundamentos filosóficos de la laicidad. Gracias a él triunfó la idea de progreso y se construyeron las mejores teorías de los derechos humanos a partir de la prioritas dignitatis, de la igual dignidad humana. ErasmoMontaigne, nuestro español valenciano Luis VivesLockeRousseau y por supuesto Kant y su fundamental tesis sobre “el hombre ser de fines”, que no puede ser cosificado, que no tiene precio, que no puede ser dominado, ni sometido a abuso o discriminación, representan esta tradición intelectual que define la laicidad moderna en la que creemos los socialistas.

El reconocimiento a todos los seres humanos de la capacidad de pensar (sapere aude) y de decidir por sí mismos, sin andaderas ni paternalismos injustificados, define a la laicidad y la sitúa frente a quienes en la historia o en la actualidad quieren imponer su voluntad, a veces su “santa voluntad”. No hay creencias, ideologías o comprensiones del bien o de la salvación por  encima de la conciencia individual, de la autonomía moral de cada hombre y de cada mujer. La laicidad representa así la negación del imperialismo moral o cultural, también del machismo y de cualquier forma de dominación o de abuso incluido el de origen patriarcal. El feminismo encuentra en la laicidad su mejor aliado para favorecer el dominio propio, individual o colectivo, de todas las mujeres y la universalidad de los derechos humanos, por consiguiente, también.

Como secretario de Laicidad sigo trabajando desde el Partido, como sabéis, desde esta filosofía civil, abierta, progresista e integradora, con paso decidido buscando siempre la mayor comprensión y el máximo consenso posible.

En este marco de trabajo he mantenido diversos encuentros y conferencias en agrupaciones y casas del pueblo, destacando las reuniones con Europa Laica y con la Coordinadora Recuperando, con el propósito de avanzar en un mapa de inmatriculaciones de la Iglesia Católica, de acuerdo con la Vicepresidencia 1ª del Gobierno, estudiando opciones legislativas, así como la organización de alguna jornada en los próximos tiempos, con el fin de hacer pedagogía y de seguir progresando en estas cuestiones.

Me gustaría recordar que nuestro secretario general, Pedro Sánchez, ha sido el primer presidente de Gobierno en estas cuatro décadas de democracia que ha prometido su cargo ante la Constitución, ante las leyes y sólo ante las leyes; un juramento laico.

Asimismo, por primera vez en nuestro país, se organizó un Acto civil, solemne y de Estado, en homenaje a las víctimas del COVID, expresando una clara muestra de neutralidad y de respeto a la conciencia individual de los fallecidos por la pandemia y de sus familias.

La autonomía moral de todas las personas en una sociedad laica y respetuosa con la conciencia individual alcanza también al momento final de la vida. No hay vida digna sin muerte digna

Desde el gobierno socialista hemos avanzado en la laicidad potenciando nuevas normas tanto en materia de libertad de conciencia, religiosa y de convicciones como en materia de muerte digna y de eutanasia.

Porque la idea que recorre todo nuestro proyecto de laicidad es, en efecto, la de dignidad humana, a lo largo de la vida pero también en el momento de la muerte, singularmente cuando las personas se encuentran en una situación de enfermedad irreversible o insoportable. La autonomía moral de todas las personas en una sociedad laica y respetuosa con la conciencia individual alcanza también al momento final de la vida. No hay vida digna sin muerte digna. La nueva ley recién aprobada en el Congreso de los Diputados facilitará, con todas las garantías, el ejercicio efectivo de esta autonomía moral, de este derecho fundamental.

Igualmente, la reforma educativa con la aprobación de la LOMLOE, al eliminar la obligación de cursar una materia alternativa a la religión y que su evaluación no cuente en los procesos de acceso a la universidad ni para la obtención de becas, entre otros, supone un importante paso hacia esa España civil por la que trabajamos los socialistas. Un paso que sigue a otros históricos, como la ley del divorcio, la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo o la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Para finalizar, me gustaría destacar la profundización en la neutralidad religiosa de las instituciones públicas, avanzando en la normalización de la diversidad religiosa y el reconocimiento de las minorías, a la que este año ha contribuido decididamente la labor desarrollada por la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Carmen Calvo, que como sabes, asumió la competencia sobre el derecho a la libertad religiosa (Real Decreto 2/2020), y en cuyo contexto, ha desarrollado una intensa agenda de reuniones destinadas a impulsar las políticas relativas al ejercicio del derecho a la libertad religiosa y a favorecer las relaciones con todas las confesiones presentes en la sociedad española.

Es la primera vez que el Gobierno de España celebra a este nivel encuentros de trabajo con las confesiones presentes en la sociedad española y de notorio arraigo. Lo habitual hasta ahora había sido que el Ministerio competente se reuniera individualmente con las confesiones que tienen acuerdo de cooperación, Iglesia Católica y las respectivas federaciones de evangélicos, judíos y musulmanes. Sin embargo, en esta ronda se han sumado reuniones con los representantes de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, de los Testigos de Jehová, de la Unión Budista de España y de la Iglesia Ortodoxa.

España cuenta con un marco normativo pionero en la lucha contra el antisemitismo y la discriminación por este motivo

En el marco de contactos con la Conferencia Episcopal Española se han abordado sin restricciones cuestiones de interés mutuo, que configuran el marco de relación entre la Iglesia católica y el Estado. Se acordó no sólo revitalizar los trabajos de la Comisión Mixta (prevista en los Acuerdos con la Santa Sede) como espacio de diálogo institucional, sino también establecer una agenda amplia de trabajo para avanzar en un modelo que permita la colaboración y la resolución de las posibles discrepancias, abordando igualmente cuestiones de vital importancia, como la fiscalidad y los bienes inmatriculados por la Iglesia Católica.

Durante el mes de julio, la vicepresidenta primera del Gobierno se reunió con los representantes de las confesiones declaradas de notorio arraigo: la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, la Federación de Comunidades Judías, la Comisión Islámica de España, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, los Testigos Cristianos de Jehová, y la Unión Budista de España-Federación de Entidades Budistas de España. La ronda de contactos ha finalizado el pasado mes de diciembre con el encuentro celebrado entre la vicepresidenta primera del Gobierno y los representantes de tres de los patriarcados ecuménicos de la Iglesia Ortodoxa en España (Grecia, Rumanía y Rusia).

En dichos encuentros se han tratado cuestiones de importante calado como la condena del antisemitismo por el Gobierno, recordando que España cuenta con un marco normativo pionero en la lucha contra el mismo y la discriminación por este motivo, o el avance en el ejercicio de la libertad religiosa como garantía para la convivencia en una sociedad abierta, plural y diversa como es la sociedad española.

Todas ellas han valorado muy positivamente los pasos que el Gobierno está dando hacia una mayor neutralidad de los poderes públicos sin perjuicio de mantener una buena relación con las confesiones en aras del ejercicio efectivo del derecho fundamental de libertad religiosa en su dimensión individual y colectiva. Y han trasladado su confianza en que el cambio de la competencia desde el Ministerio de Justicia a la Vicepresidencia 1ª del Gobierno suponga un impulso para avanzar en aquellas cuestiones que por su naturaleza transversal requieren de la intervención de distintos ministerios cuando no de distintas administraciones públicas.

En este tiempo complejo que nos toca gestionar para hacer frente a una crisis sanitaria sin precedentes en la historia reciente, en un momento en el que algunas formaciones políticas incentivan la crispación y la dialéctica amigo/enemigo como única respuesta a los graves problemas a los que nos enfrentamos, la laicidad se presenta como la mejor receta para el respeto mutuo, la convivencia en paz, la amistad cívica y la libertad de todos.

Estamos ante la Modernidad pendiente, la que, en suma, quiere liberar a los seres humanos del miedo y de la dominación para hacerlos dueños de sí mismos, de su propio destino. Los socialistas trabajamos por culminarla. Su propósito es que todos seamos libres en un mundo pacífico, próspero y sostenible.

*** José Manuel Rodríguez Uribes es ministro de Cultura y secretario ejecutivo de Laicidad del PSOE.

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