Consistorio de Ginebra o Tribunal de la Inquisición Protestante (Calvinista) en Ginebra, Suiza: Jean Calvino intentó organizar la Iglesia de Ginebra según el modelo de la Iglesia de los Santos. Quería expulsar de ella a "todos los réprobos", que reconocía por no hacer la "vida perfectamente santa". A petición suya, el Consejo que gobernaba Ginebra mandó a cerrar los teatros y casi todas las posadas, prohibió el juego, la danza, el adulterio, la fornicación, el baile, las canciones obscenas, los juramentos; impuso el calendario de festividades, el control del ocio, la censura de libros, la forma de vestir, comer y vivir, el modo de orar y pensar en Dios, el aprendizaje de su catecismo, la regulación de las costumbres del pueblo, hizo obligatoria la asistencia regular a los servicios religiosos”. Todos los habitantes debían prometer obediencia o salir de la ciudad.
Los ginebrinos se resistieron al principio. Los moradores de una calle manifestaron que habían comprado su libertad bastante cara y que no querían someterse ni irse. El Consejo se indispuso con Jean Calvino y Guillaume Farel a propósito de la manera de celebrar la comunión, fueron éstos destituídos y abandonaron Ginebra (1538). Pero sus adversarios no pudieron ponerse de acuerdo y el Consejo los llamó de nuevo.
Jean Calvino decidió entonces a los ginebrinos a adoptar su reforma. Se creó un Consejo, la Venerable Compañía formada por todos los pastores encargados de celebrar el culto y de predicar. Se nombró un Consistorio de Ginebra, formado por 12 ancianos seglares y 6 pastores, para sustituir al antiguo Tribunal del Obispo. El Consistorio de Ginebra citaba a todo fiel sospechoso de profesar falsa doctrina o de observar mala conducta, le interrogaba, le hacía recitar sus oraciones y luego le castigaba con una reprimenda, penitencia o aun excomunión. Se condenaba por haber rezado en latín, por haber bailado o cantado, por haberse emborrachado, por no haber asistido al sermón, por no creer en la predestinación o en el diablo. Los Cristianos Disidentes eran expulsados a menudo de la ciudad, y se llegó a ejecutar por Herejía.
El Consejo que regía Ginebra castigaba a los indicados por el Consistorio de Ginebra, y ordenaba la ejecución de los herejes y los ateos. Un español, llamado Miguel Servet, refugiado en Francia, había escrito un tratado en el que rechazaba el dogma de la Trinidad. Jean Calvino le denunció a la Inquisición Católica en Lyon. Miguel Servet fué preso, huyó de la prisión y pasó por Ginebra. Jean Calvino le mandó prender e insistió para hacerle condenar. Miguel Servet pereció en la hoguera (1553). Jean Calvino reinó como un dictador incontestado.
Las familias antiguas de Ginebra no querían este régimen y formaron el partido de los libertinos (liberales). Jean Calvino tuvo de su parte a los refugiados venidos de Francia y de Italia. Los ginebrinos maldecían de aquellos extranjeros. Un ginebrino fué perseguido por haber dicho: "Esos franceses, esos pillos, son causa de que seamos esclavos, y ese Jean Calvino ha encontrado medio de que haya que ir a contarle nuestros pecados y hacerle reverencias". El gobierno sostuvo a Jean Calvino. Luego mandó prender a los jefes del partido opuesto, so pretexto de conspiración, y dió orden de someterlos a tormentos y cortarles la cabeza (1555). Hubo en 5 años 68 ejecuciones y 76 expatriaciones, en una población de 20.000 habitantes. Durante los estragos de la Peste Negra en (1545), más de 20 hombres y mujeres fueron quemados vivos acusados de Brujería, y de una perversa conspiración para propagar la horrible enfermedad. Durante los años (1558) y (1559) los casos de varios castigos para toda suerte de ofensas sumaron 414 (una proporción muy grande para una población de 20000 habitantes).
Las antiguas familias de Ginebra fueron expulsadas, y la ciudad vino a ser una colonia de emigrados partidarios de Calvino. Fué una ciudad enteramente sometida a los pastores, en que la austeridad de conducta llegó a ser obligatoria.
Jean Calvino consideraba idólatras todos los usos católicos. Redujo el culto a los oficios del domingo. Consistía este culto en un sermón, oraciones, salmos entonados en francés, y la comunión cuatro veces al año. La comunión se daba con pan y con vino.
Jean Calvino sostenía correspondencia con los príncipes y los grandes personajes de Alemania, Francia, Inglaterra, Escocia y los Países Bajos. Cuando murió (1564) era ya jefe de una Iglesia. Sus discípulos se llamaban calvinistas. La Iglesia de Ginebra iba a servir de modelo a las otras Iglesias. Se la apellida "la Roma de la Protestantismo", la "Nueva Jerusalén", desde donde irradiaba la Reforma Protestante. El propio Jean Calvino se esforzó hasta el final de su vida por hacer proselitismo, extendiendo su influencia religiosa, especialmente hacia Francia. .
Había fundado la Academia de Ginebra, una escuela donde se enseñaba la teología calvinista. A ella acudían estudiantes de todas nacionalidades que volvían luego a sus países en calidad de predicadores y extendían la doctrina calvinista.
James Gruet:
En enero de (1547), en la Ginebra Calvinista, James Gruet, una especie de Librepensador, fue acusado de haber publicado una nota criticando a Jean Calvino. Como consecuencia de esto, fue arrestado con rapidez y se buscó de casa en casa a sus cómplices. Esta acción fue inútil para revelar nada, excepto que James Gruet había escrito en uno de los panfletos de Jean Calvino: “Son tonterías”. Los enjuiciadores lo torturaron en el potro 2 veces al día, mañana y noche, por todo un mes, fue sentenciado a muerte por Blasfemia, se le clavaron los pies a una estaca y fue decapitado el (26 de julio de 1547). Will Durant nos da más detalles: Medio muerto, fueron atados sus pies a una estaca mientras le tiraban de la cabeza hasta desprenderla. (Will Durant, 479).
Los Hermanos Comparet:
En mayo de (1555), ocurrió un disturbio de borrachos, provocado por un grupo que objetaba el exceso de refugiados extranjeros en Ginebra. Estos opositores a Jean Calvino fueron calificados como “Libertinos”. Los Hermanos Comparet, 2 humildes barqueros, fueron ejecutados y las partes de sus cuerpos desmembrados, regados en las salidas de la ciudad. (Daniel-Rops, 192). Los Hermanos Comparet fueron torturados con la aprobación de Jean Calvino. En el potro de tormento dijeron que el disturbio fue premeditado, más tarde, antes de su ejecución, lo negaron. Varios fueron decapitados, incluyendo a Francois Berthelier. Otros más fueron desterrados junto con sus esposas. (Harkness, 48). Los otros miembros del grupo se fugaron, sin embargo fueron sentenciados a muerte en su ausencia. (Daniel-Rops, 192).
Miguel Servet:
“Este hombre es un sabio, y pensó, sin duda, enseñar la verdad; pero cayó en poder del demonio. Tened cuidado para que no os suceda a vosotros lo mismo”. (Guillaume Farel, Verdugo y Brazo Derecho de Jean Calvino, durante la ejecución de Miguel Servet).
La ejecución más infame en Ginebra, Suiza fue la de Miguel Servet (1511-1553), teólogo, astrónomo, matemático, geógrafo y médico español que descubrió la circulación de la sangre y la circulación pulmonar ó menor, negaba la Trinidad, defendía el Bautismo a la edad adulta y consideraba a Jesús de Nazareth como una Divinidad Deseada por el Padre y, en consecuencia, con un Origen Simultáneo al Acto Físico del Nacimiento. Tanto Jesús de Nazareth ó el Hijo como el Espíritu Santo son Manifestaciones del Único Dios Real y Substancial. Sin embargo, según Miguel Servet, debe distinguirse Jesús de Nazareth como Hombre de Cristo como Luz del Mundo.
Según Miguel Servet, Jesús de Nazareth no es Dios por naturaleza, sino que ha llegado a serlo por la Gracia. Es el intermediario entre el Creador y la criatura, pero se distingue de los 2. Para Miguel Servet, tanto la Iglesia Católica como las Iglesias Reformadas (Protestantes) han de desaparecer para dar lugar a una nueva Iglesia Verdadera. A pesar de que se atiene a la Biblia, Miguel Servet se opone a los Protestantismo. Miguel Servet se reveló contra la “Doctrina de la Justificación por la Fe” y rechaza la “Doctrina de la Predestinación del Calvinismo”.
Mientras cursaba estudios en Barcelona, España estableció amistad con el confesor de Carlos I, Fray Juan de Quintana, quien lo acogió a su servicio y viajó con él a Roma, Italia en (1530) con motivo de la Coronación del Emperador. Seguidamente abandonó a su mentor e inició una larga peregrinación por diferentes ciudades europeas (Lyon, Ginebra, Basilea), donde polemizó con algunos Líderes Reformadores como Johannes Ecolampadio y Martín Bucero. En (1531) publica “De Trinitatis Erroribus” (“De los errores acerca de la Trinidad”), que produjo gran escándalo entre los Reformadores Alemanes. Tampoco caló bien en su patria, ya que Miguel Servet tuvo la osadía de enviar una copia al Obispo de Zaragoza, quien no tardó en solicitar la intervención de la Inquisición Católica. El año siguiente publicó “Dialogorum de Trinitate” (“Diálogos sobre la Trinidad), acompañado de una obra suplementaria, “De Iustitia Regni Christi” (“Sobre la Justicia del Reino de Dios”). Otro opúsculo atribuido a Miguel Servet, aunque de datación imprecisa, es “Declarationis Iesu Christi Filii Dei” (“Declaración de Jesucristo Hijo de Dios”), también conocido como “Manuscrito de Stuttgart”. Estudió en París y permaneció una temporada en Lyon. Allí publicó su “Geografia y Ptolomeo”. Más tarde se dedicó a la medicina. Su tratado de los “Jarabes” tuvo una gran repercusión y sirvió de norma en esta materia.
Los pensamientos teológicos (muy próximos a los de los Anabaptistas ó Bautistas) de Miguel Servet fueron duramente mucho tiempo criticados por los Católicos y Protestantes de su época. Había conocido a Jean Calvino y éste último declaró, el (13 de febrero de 1547), en una carta a Guillaume Farel: “Si él viene (a Ginebra), prevalecerá mi autoridad y no permitiré que vuelva a casa con vida”. (Henri Daniel-Rops, 186).
Con el conocimiento de Jean Calvino y con probabilidad su instigación, William Trie, de Ginebra, denunció a Miguel Servet en la Inquisición de Viena (Católica) mostrando las cartas enviadas del Hereje a Jean Calvino. (Huizinga, 177). Henri Daniel-Rops dice respecto a este episodio, que los historiadores protestantes lo refieren con vergüenza. (Henri Daniel-Rops, 187). El hecho no puede ser disimulado, Jean Calvino mandó a Miguel Servet a la Inquisición Protestante y luego trató, por medio de una mentira ó un subterfugio, cubrir su participación en el asunto. (Harkness, 42). El arribo de Miguel Servet a Ginebra, Suiza, el (13 de agosto de 1553), fue detectado casi en el momento. Por medio de instigaciones fue arrestado y puesto en prisión. Jean Calvino esperaba su ejecución. (Harkness, 42).
El (20 de agosto de 1553) Jean Calvino escribió a William Farel: “Espero que Miguel Servet sea condenado a muerte, aunque me gustaría que se librara de la peor parte del castigo, se refería al fuego”. (Henri Daniel-Rops, 190). Esto es, en lo referente a este caso, el ejemplo máximo de la inclemencia de Jean Calvino.
Miguel Servet sufrió grandes penalidades durante su cautiverio, como atestigua su carta al Consejo de Ginebra de (15 de septiembre de 1553). Durante el juicio, sostuvo diversos debates de carácter teológico. El (22 de septiembre de 1553), Miguel Servet escribe una última alegación en la que culpa a Jean Calvino de hacer acusaciones falsas de Herejía, Blasfemia, Libertinaje y Estafa contra él y solicita que también sea detenido e interrogado como él, y concluye: “Estaré contento de morir si no le convenzo tanto de esto como de otras cosas de que le acuso más abajo. Os pido Justicia, Señores, Justicia, Justicia, Justicia”. Finalizado el proceso, fueron consultadas las Iglesias Reformadas de los Cantones de Zürich, Schaffhausen, Berna y Basilea, Suiza, tras lo cual el acusado fue condenado y sentenciado a morir en la hoguera el (26 de octubre de 1553). La sentencia dictada en su contra por el Consejo (Petit Counseil) de Ginebra, Suiza dice: “Contra Miguel Servet del Reino de Aragón, en España: Porque su libro llama a la Trinidad Demonio y Monstruo de 3 Cabezas; porque contraría a las Sagradas Escrituras decir que Jesús Cristo es un hijo de David; y por decir que el Bautismo de los Pequeños Infantes es una obra de la Brujería, y por muchos otros puntos y artículos y execrables blasfemias con las que el libro está así dirigido contra Dios y la sagrada doctrina evangélica, para seducir y defraudar a los pobres ignorantes. Por estas y otras razones te condenamos, Miguel Servet, a que te aten y lleven al lugar de Champel, que allí te sujeten a una estaca y te quemen vivo, junto a tu libro manuscrito e impreso, hasta que tu cuerpo quede reducido a cenizas, y así termines tus días para que quedes como ejemplo para otros que quieran cometer lo mismo”. Miguel Servet fue finalmente quemado en la Hoguera. Su deseo de muerte para Miguel Servet es claro. (Harkness, 44). Las observaciones de Jean Calvino respecto a esta horrible muerte, mediante una lectura repugnante: “Él mostró la estupidez de una bestia. Bramó al modo español, ¡misericordia!”. (Daniel-Rops, 190-191).
Henry Hallam, historiador protestante, nos ofrece su opinión: “Miguel Servet, de hecho, fue quemado no sólo por sus herejías sino por las ofensas que había propinado a Jean Calvino muchos años antes, que parecieron haber exasperado el tremendo temperamento del Reformador, para hacerle pagar por los dichos por los que al final lo ejecutó”. Así, en el segundo periodo de la Reforma Protestante, aquellos síntomas repugnantes que habían aparecido en un periodo más temprano como la desunión, la violencia, la obcecación y la intolerancia se arraigaron y crecieron hasta hacerlos incurables”. (Henry Hallam, Ibíd., I, 280). En la muerte de Miguel Servet, Jean Calvino tiene gran responsabilidad, escribe Wendel, marcó al Reformador con un estigma sangriento y nada podrá borrarlo. (Henri Daniel-Rops, 191).
Sebastián Castellion escribió en defensa de Miguel Servet: “Matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre. Cuando los ginebrinos ejecutaron a Miguel Servet, no defendieron una doctrina, mataron a un hombre”.
Marian Hillar, estudioso polaco-estadounidense de la obra de Miguel Servet, hizo la siguiente evaluación sobre el impacto perdurable que tuvo la ejecución del erudito español: “Fue el punto de inflexión en la ideología y mentalidad dominantes desde el siglo IV. Históricamente hablando, Miguel Servet murió para que la libertad de conciencia se convirtiera en un derecho civil en la sociedad moderna”.
Esta deshonra, sin embargo, es compartida por muchos otros “Reformadores Protestantes”, que elogiaron su atroz venganza: “Philipp Melanchthon, en una carta a Jean Calvino y Heinrich Bullinger, dio gracias al Hijo de Dios y llamó a tal ajusticiamiento, un santo ejemplo, memorable para la posteridad. Martín Bucero declaró en su púlpito en Estrasburgo, que Miguel Servet merecía haber sido desollado y desmembrado. Heinrich Bullinger, en general humanitario, coincidió en que los magistrados civiles deben castigar la Blasfemia y la Herejía con la muerte”. (Will Durant, 484).
En (1554) Jean Calvino escribió su tratado “En Contra de los Errores de Servet”, en el cual trató de justificar su cruel acción: “Mucha gente me ha acusado de que con feroz crueldad quisiera matar de nuevo a aquel hombre que aniquilé. No sólo soy indiferente a sus comentarios, sino que me regocijo en el hecho de que me han escupido a la cara”. (Henri Daniel-Rops, 191).