De manera humilde y sencilla. El que ha sido obispo de Huelva durante 14 años, José Vilaplana, se despidió ayer del pueblo de Huelva donde empezó todo: ante la Virgen de la Cinta. Y lo hizo con una misa en recogimiento, debido a las circunstancias sanitarios, pero en un contexto de agradecimiento y de obsequios que se guardan en el corazón. Vilaplana, que ahora ejerce de administrador apostólico, llegó acompañado de su hermano y más familiares para una tarde que quedará siempre en su memoria.
Antes de comenzar la eucaristía, la Hermandad de la Cinta quiso tener un par de presentes con él como muestra de agradecimiento por todos estos años. Una gratitud a quien “ha sido un portavoz a la devoción de la Virgen” por lo que “queremos que sea para siempre”. Así, Vilaplana destapó un azulejo en los jardines del santuario donde irá una rosaleda con su nombre, “para que se quede para siempre con nosotros”.
“Esto es una sorpresa muy entrañable. Sabéis lo que me gusta el campo. Es un detalle extraordinario”, señaló Vilaplana segundos antes de plantar la primera rosa y bendecir el rosal. También, la Hermandad de la Cinta, a través de su hermano mayor, Esteban Brito, regaló al obispo unos zapatitos de plata –en señal de la leyenda de la Virgen de la Cinta– a lo que éste se mostró emocionado: “Sabéis interpretar muy bien mis sentimientos”. Tras estos obsequios, el alcalde de la ciudad de Huelva, Gabriel Cruz, recibió a Vilaplana a las puertas del santuario, momentos antes de la misa de despedida.
La Virgen de la Cinta fue testigo de una misa íntima, recogida, sin protocolos. “Es momento de dar gracias”, apuntó el obispo en su homilía. “Elegí esta fecha como despedida porque tal día como hoy se hizo pública mi designación” como obispo de Huelva. “Durante este tiempo –prosiguió– me he sentido como en mi propia casa, muy acogido. He compartido las tradiciones de esta Diócesis y momentos entrañables, también algunos momentos dolorosos, pero muchos momentos de alegría y de celebración de la fe”. Por eso, Vilaplana le dio gracias a Dios por todo lo que ha recibido, que ha sido “como un regalo que no merezco”. Además, agradeció toda la colaboración de la sociedad onubense y recordó todos los servicios comunitarios “para llegar a todos los sitios y servir a los más pobres y necesitados”.
José Vilaplana quiso puntualizar dos mensajes en su homilía de despedida. Por un lado remarcó que “el importante no es el obispo. Es Jesucristo, el buen pastor, que es el que permanece siempre”. Así, señaló a los onubenses que pongan en Jesucristo “la mirada, el corazón y el afecto”. “Tenedlo presente. Los obispos somos unos humildes servidores”.
Por otro lado, Vilaplana señaló que todos los cambios y circunstancias que afronta uno en la vida “nos ayudan a crecer”. En este línea, pidió a la sociedad onubense que acoja al nuevo obispo, Santiago Gómez. “Acompañadle, colaborad con él, ayudadle. Él os ayudará a descubrir nuevas facetas del Evangelio. Finalmente, Vilaplana hizo referencia al santuario de la Patrona de Huelva. Un lugar que ha sido “muy significativo para mí desde el primer día y donde he vivido momentos entrañables”.
Al finalizar la misa, José Vilaplana regalo a la Hermandad de la Cinta la mitra con la que el Consejo de Hermandades y Cofradías de Huelva lo obsequió a su llegada a la Diócesis. Por último, José Vilaplana agradeció al alcalde y al Ayuntamiento una invitación de un aperitivo para los presentes en los jardines del santuario. Tras su estancia en Huelva, Vilaplana vivirá en Tierra Santa, en Cafarnaúm, donde residirá un año.