Nuestra democracia defiende la libertad de conciencia y la pluralidad democrática en su Constitución, pero se emiten rituales religiosos en algunas televisiones públicas. Esto, de alguna manera, vulnera, queramos o no, estemos o no de acuerdo, por nuestras creencias, la aconfesionalidad del Estado, recogida por la Carta Magna.
Las religiones tienen sus propias cadenas televisivas y emisoras de radio privadas, por lo que las televisiones públicas son para todos y todas y se debe actuar con la máxima neutralidad. No sirve aquello de apagar el televisor si no se quiere ver. ¿Se puede decir, de esa manera tan superficial, que si no me gusta un artículo de la Constitución puedo incumplirlo? Por eso, porque hay lugares para el culto de las diversas confesiones religiosas, porque hay emisoras de radio y cadenas de televisión privadas que las propias confesiones han creado, considero con el debido respeto a los creyentes y el respeto que ellos deben tener hacia los que no lo somos que las televisiones públicas deben de dejar de emitir rituales religiosos.
Lo contrario puede ser sectarismo y adoctrinamiento y más si cabe cuando se prima a una determinada confesión sobre las otras. No atenta contra la libertad de expresión ni tampoco contra aquellos que no puedan asistir por motivos físicos. La Constitución habla de aconfesionalidad y debemos cumplir. Eso hace más grande nuestra democracia y sus valores.
Ximo Estal Lizondo