El Arzobispo de Oviedo mostró ayer una honda preocupación por los más desfavorecidos tras la crisis sanitaria y económica en un escenario que denominó «pospandemia». Durante la ceremonia, alertó a los representantes municipales sobre la importancia de su labor para paliar las consecuencias de una crisis económica derivada de la sanitaria y en la que «los más desheredados van a sufrir en carne propia». Además, le comunicó personalmente al Alcalde que el 26 de julio se celebrará una misa simultánea en todas las Catedrales del país por los fallecidos y enfermos del covid-19.
Críticas veladas
Jesús Sanz aprovechó la ceremonia para hacer un alegato a favor de la cordialidad entre el Ayuntamiento y la Iglesia y reprochar la falta de diálogo del anterior gobierno tripartito cada vez que se celebraba una fiesta o tradición religiosa común a ambas instituciones. Por ejemplo, el caldo del domingo de Ramos o las fresas del Corpus. El prelado llegó a calificar esos vacíos municipales como de «insufribles». Lo hizo en el altar mayor al principio de su homilía -un texto largo que llevaba escrito- y justo después de agradecer la presencia de buena parte de la corporación local con Alfredo Canteli a la cabeza. Allí estaba el PP al completo, los concejales Luis Pacho y Yolanda Vidal por Ciudadanos, y los ediles de Vox Cristina Coto y Hugo Huerta. Por parte del PSOE y Somos, nadie. «No pudimos tomar el caldo porque tenía una temperatura insufrible (en referencia al de 2019, cuando todavía era alcalde Wenceslao López). Parece que las fresas tienen un alto precio todavía. Tanto, que son impagables. Esperemos que vengan otros días en donde el caldo se pueda sorber, las fresas pagar y todos podamos recuperar una tradición que no queremos dejar», dijo el Arzobispo.
La celebración del Corpus en San Salvador fue una de las más atípicas de la historia debido a las restricciones por la pandemia. Tal y como avanzó a este periódico el deán, Benito Gallego, el límite de aforo se redujo notablemente al pasar de más de 1.000 personas a un máximo de 600 ó 700. Aún así, muchos bancos y sillas quedaron vacíos. No hubo procesión, ni niños de Primera Comunión, ni alfombras florales, ni degustación posterior de fresas en Trascorrales.
El Arzobispo sólo se quitó la mascarilla para hablar y optó por hacer un acto de fe comunitario antes de la comunión de los fieles. Es decir, dijo «el cuerpo de Cristo» ante el micrófono para recibir la unitaria respuesta de todos los presentes; «amén». Luego, repartió el pan consagrado con la mascarilla puesta y en la mano. También bajó notablemente el número de representantes de las cofradías y asociaciones eucarísticas ovetenses como la Adoración Nocturna, que, aunque con limitaciones, cumplió con su cometido de venerar el Santísimo Sacramento.
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