A veces son detalles cotidianos, de esos que entran en el terreno de lo mundano. Otras, en cambio, apelan a historias de vida o muerte. A esperar que lo que no puede hacer ni explicar la ciencia llegue, vía rezo, desde algún rincón del más allá. En plena emergencia del coronavirus, el Opus Dei ha dado a conocer un par de testimonios que aseguran que destacados miembros de esa orden, ya fallecidos, han sido capaces de curar neumonías entre sus devotos.
«Las personas que han fallecido con fama de santidad pueden interceder ante Dios para prestarnos un favor en un momento de necesidad», defiende esta organización ultraconservadora. De todo esto puede (o dice) dar fe E.B., siglas que según el Opus corresponden a una persona mexicana que pidió un «favor» a Guadalupe Ortiz de Landázuri, una investigadora química y laica de esa orden ultracatólica que murió en Pamplona en 1975 y fue beatificada por el Vaticano hace ahora un año.
«El 30 de diciembre de 2019 mi mamá se enfermó de gravedad: neumonía severa con una complicación en los pulmones por tanto fumar», dice el testimonio de E.B., publicado por el Opus el pasado 16 de abril.
Según este relato, la mujer estaba «entre la vida y la muerte». «Yo le pedí el milagro a la beata Guadalupe para que la salvara y sanara por completo», continúa el texto difundido por esta organización religiosa. «En la última cita con el doctor, le hizo una prueba para ver cómo iban a quedar sus pulmones el resto de su vida y… ¡la prueba fue positiva! Es decir, mi mamá podrá llevar una vida normal, con sus cuidados obviamente», asegura.
No es la primera vez que se atribuyen capacidades de curación a la figura de Ortiz de Landázuri. De hecho, el Vaticano accedió a beatificarla tras «confirmar» que el milagro médico que se le atribuía en su causa de canonización era, al parecer, cierto: se trata del caso de Antonio Jesús Sedano, a quien el Opus sostiene y cree que se le curó un cáncer de piel en la cara por intercesión espiritual.
Este hecho fue validado por la Congregación de las Causas de los Santosdel Vaticano, que tras elevar la supuesta curación de Sedano a un tribunal interno «sancionó la validez de dicho proceso diocesano». «Sucesivamente, el caso fue sometido al examen de los teólogos consultores, que en la sesión del 1 de marzo de 2018 declararon comprobada, más allá de toda duda razonable, la relación entre la curación milagrosa de Antonio y la invocación a Guadalupe Ortiz de Landázuri«, relata el Opus Dei.
Tanto en este como en otros casos de curaciones milagrosas, la Santa Sede sigue los procedimientos establecidos en el denominado «Reglamento de la consulta médica», actualizado en 2016. «El milagro, requerido para la beatificación de los Venerables Siervos de Dios y para la canonización de los Beatos, ha sido siempre examinado con el máximo rigor», explica el documento.
«Los milagros de los santos son el dedo de Dios»
Allí se determina claramente que «los Peritos Médicos, los Postuladores y los Actores se obligan a mantener secreto sobre todo aquello que se refiere al supuesto milagro que se examina, sobre todo si el sujeto del milagro es un menor». «La Iglesia siempre está convencida que los milagros de los santos son ‘el dedo de Dios’ que ratifica, por decirlo así, el juicio humano de su santidad de vida», reivindicó el Secretario de la Congregación para las Causas de los Santos, el Arzobispo Marcello Bartolucci, cuando se dio a conocer la actualización de este reglamento.
En el Opus Dei atribuyen a ese «dedo de Dios» otros tantos milagros de carácter sanitario, como la curación de una neumonía –hecha pública también en plena emergencia del coronavirus– por parte de otro de los doce miembros fallecidos de esa organización que se encuentra en proceso de canonización: el médico guatemalteco Ernesto Cofiño (1899-1991).
«Agradecemos a Dios el enorme favor que ha hecho a través del doctor Cofiño», escribió una mujer mexicana de iniciales P.H. tras detallar que su cuñada había sobrevivido a una fuerte neumonía tras permanecer intubada. «Hace una semana, repentinamente comenzó a mejorar ante el asombro de los médicos y la familia. Ya está en casa; su recuperación ha sido, contra todo pronóstico, favorable y rápida», se lee en su testimonio.
Estos relatos de milagros atribuidos a los «fieles de la Prelatura en proceso de canonización» son enviados por el Opus «a la Oficina que se encarga de las Causas de los santos» a nivel interno. Del mismo modo, «quien lo desee puede autorizar la publicación del texto» en la web de esta organización religiosa «o en otros soportes». «La publicación de favores contribuye a difundir la devoción y a dejar constancia de la eficacia de la intercesión de esta persona ante Dios», señala.
En ese contexto, fuentes del área de Comunicación del Opus Dei en España señalaron a Público que «la Oficina de las Causas de los Santos» de esta Prelatura «recoge los testimonios de muchos que añaden a su oración a Dios la posible intercesión de estas personas en su petición de alguna gracia espiritual, favor material, solución a algún problema, etcétera». «Esto forma parte de los primeros pasos de una Causa, en la que intervienen después –como en todo el proceso– las instancias previstas por la Iglesia.
Silencio del Vaticano
«Bajo un punto de vista científico, no hay ni un solo milagro que se haya comprobado de una manera rigurosa. La confirmación que hace el Vaticano es bastante irrisoria», afirma a Público Juan Antonio Aguilera, profesor del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada e integrante de Andalucía Laica.
Desde hace ya algunos años, Aguilera se ha dirigido por escrito a la Santa Sede ante cada anuncio de canonización con el objetivo de pedir «datos científicos sobre el milagro aprobado». «Tengo acuses de recibo, pero nunca me han contestado. Esa información es cerrada, afirma.
Este científico considera «especialmente grave» la atribución de milagros médicos «en casos que generan mucho dolor, como ahora con el coronavirus o en otras ocasiones con el cáncer». «Es grave y absurdo que la Iglesia estimule ese tipo de peticiones de milagros, porque sabemos que en el fondo no se lo creen ni ellos mismos», subraya.
Lavavajillas y ordenadores
Las «intercesiones» no son siempre por cuestiones médicas. En el listado de testimonios de «favores recibidos» figuran otras cuestiones de menor calado, como el túnel de lavado de vajilla que habría reparado desde el más allá Isidoro Zorzano, un ingeniero argentino fallecido en 1943 que fue declarado «venerable» por el Papa Francisco en 2016.
Según el relato de N.X.F., trabajadora o trabajador de un colegio mayor en España –no se establece dónde se encuentran dichas instalaciones–, Zorzano estuvo detrás de la increíble reparación de un lavavajillas. «Recé la oración delante de la máquina y coloqué la estampa encima de la máquina mientras revisábamos las tareas del día con el resto del equipo. Una vez organizadas, fui a la máquina, la encendí y, sin más problema, empezó a funcionar. Sigue funcionando sin problemas… y todo gracias a Isidoro», escribió.
En el apartado de milagros atribuidos a Zorzano figura otro caso prácticamente idéntico: una trabajadora de hostelería –sin identificar ni siquiera con sus iniciales– asegura que tras rezarle al ingeniero consiguió que el lavavajillas volviese a la vida nada más elevar una oración. «En cuanto dije el ‘amén’, sin hacer nada distinto, comenzó a funcionar el aparato», asegura.
Del mismo modo, existen otros relatos que atribuyen a miembros del Opus la realización de otros actos, como la recuperación de agendas del móvil, la reparación de ordenadores o la vuelta a la normalidad de smartphones.
Hueco para aparcar
Hay incluso un testimonio completamente anónimo que atribuye a Ortiz de Landázuri lacapacidad de encontrar aparcamiento. «Un día que salía tarde de casa, le pedí que los semáforos coincidieran en verde; otro, que en el parking del instituto hubiera un sitio fácil, sin tener que maniobrar demasiado», se lee en otro de los «favores» milagrosos.