Una pareja, a punto de legalizar su matrimonio en un pequeño pueblo del Atlas marroquí. MOSA’AB ELSHAMY AP
Sara es el nombre supuesto de una menor que se casó con 13 años en Casablanca. Ahora tiene 18. En realidad, la casaron. La forma de hacerlo es tan sencilla como asumida en Marruecos: mediante el matrimonio orfi, que es como se llama a las uniones efectuadas con la simple lectura de la Fatiha, el primer versículo del Corán. No hizo falta ningún papel escrito, ningún notario ni sello oficial. Su marido convivió con ella una semana en la casa de los padres y después se marchó a combatir a Siria. Desde allí le pidió que vistiera el niqab (velo que cubre la totalidad de la cara de las mujeres excepto por una abertura a la altura de los ojos) y que viajara para unirse con él a través de Turquía.
“La niña no quiso viajar a Siria”, relata Amal el Amine, miembro de la organización Derecho y Justicia. “Pero no tenía ninguna formación, el colegio lo había abandonado y su familia es muy pobre. Su única salida ha sido prostituirse. Nuestra asociación le está pagando un curso de peluquera durante un año”.
El Código de la Familia, impulsado por Mohamed VI y aprobado en 2004, supuso un gran paso en los derechos de las mujeres. Por primera vez se establecía que la edad del matrimonio debía ser a partir de los 18 años. Pero dejaba un resquicio para legalizar ciertos matrimonios de menores por “razones imperiosas” y, previo “análisis médico o investigación social”. La idea inicial es que las menores no perdieran sus derechos como esposas. Pero las excepciones previstas por la ley se convirtieron en la norma.
La feminista Nouzha Skalli, ministra de Desarrollo Social y de la Familia entre 2007 y 2012 por el Partido del Progreso y del Socialismo, explica que el artículo 16 del Código de la familia había previsto la posibilidad de regularizar en un periodo de cinco años los matrimonios informales. “En 2009 el artículo fue prorrogado cinco años y en 2014, otros cinco. Fue utilizado para sortear la ley en cuestiones de poligamia y de matrimonio de menores. Ha permitido a los hombres, a menudo bastante mayores, casarse con mujeres muy jóvenes. Así se han tolerado actos pedófilos disfrazados de matrimonio, cuando en realidad eran violaciones legales. Afortunadamente, desde el pasado febrero ya no ha sido prorrogado”. Lo cual, no significa que desaparezca el problema.
Nouhza Skalli estima que el problema no es solo jurídico, sino social. “El casamiento mediante la Fatiha está muy enraizado en la sociedad. Mucha gente cree que leerla legitima el matrimonio, incluso si no hay papeles. Es muy difícil montar una campaña contra el casamiento mediante la Fatiha porque te pueden acusar de atentar contra la religión”.
Anisa tiene 52 años. La casaron en Fez a los 15 con un hombre de 28. En la sede de Rabat de la asociación Unión de Acción Feminista relata: “La primera noche, cuando él se acercó hacia mí yo salí corriendo, me escapé hacia la casa de mis padres. Pero mi madre y una tía mía me trajeron de nuevo. A mi madre la casaron cuando tenía 10 años. Ella y mi tía se quedaron esperando detrás de la puerta para que yo no huyera. Me pasé una semana llorando todas las noches”.
Situaciones como las que vivió Anisa se siguen repitiendo a diario. El Ministerio de Justicia registró en 2018 un total de 32.104 demandas de casamiento de menores, frente a las 30.312 que recibió en 2006. Entre 2011 y 2018, el 85% de esas demandas fueron autorizadas. Se suele hablar de menores, pero el 99% son chicas adolescentes o niñas. Las estadísticas no cubren, es imposible hacerlo, los que se efectúan mediante la Fatiha, sin constancia de ningún documento.
Fatima el Maghnaoui, directora de Unión de Acción Feminista señala que la expresión “matrimonio de menores” es inapropiada. “Debería decirse matrimonio forzado de menores. Y el gran responsable es el Estado, porque el lugar de una menor ha de ser el colegio. El Estado tiene mucho poder: puede ir a los pueblos, hacer campañas en los medios de comunicación, multar a los padres que casan a sus hijos. Pero no hace nada”.
El fiscal general del reino, Mohamed Abdel Nabaui, alertó el pasado 29 de octubre: “Hay un número creciente de solicitudes de permiso para casarse con menores. Nosotros cuestionamos el tratamiento judicial que se ha concedido a esas demandas”. Y lanzó esta pregunta inquietante: “¿Los diferentes miembros del sistema judicial, incluido la fiscalía, han tratado esas demandas como lo harían con sus hijas o como simples informes judiciales?”. “Estas preguntas se les responderá la conciencia de cada uno”, respondió el propio fiscal.
Fatima fue casada en la ciudad sureña de Zagora a la edad de 15 años con un hombre de 26. Ahora tiene 30 años y tres hijos. “Yo recuerdo que lo que más ilusión me hacía era la fiesta de la boda. La primera semana de casada yo tenía mucho miedo de la relación sexual”. Al cabo de dos años el marido empezó a drogarse, a beber y a golpearla. Ahora, Fátima se ve desarbolada, sin saber cómo escapar de una situación. Conseguir el divorcio no es fácil, vivir de forma independiente, con la carga de tres hijos, tampoco. A falta de una solución por parte del Estado Fátima recurre a la asociación Insat, en la ciudad de Beni Melal.
“En los casamientos de menores hay un hecho que se repite casi siempre: el abandono de los estudios”, explica Mouhsine Saida, miembro de esta organización que atiende a mujeres en dificultad. “La mayoría de las chicas quieren seguir estudiando, pero se ven obligadas a dejar el colegio por muchas circunstancias: la pobreza de la familia, a veces el colegio queda muy lejos del pueblo en que viven, los padres la obligan a dejarlo. Y a menudo estas chicas se ven al cabo de unos años cargadas de hijos y sin encontrar salidas. Al borde del suicidio, muchas de ellas”.
Hanán fue casada con 14 años con un hombre de 28 años. Ahora, ella tiene 35 años y cinco hijos. Se divorció hace cuatro meses y vive en Beni Melal. “Yo quería huir de la casa de mis padres, por eso me casé. Me hacía ilusión celebrar la boda. Pero él no la celebró. Recuerdo que las primeras noches él se sentía muy feliz practicando el sexo, pero yo solo tenía miedo. Si volviera a nacer me casaría a esta edad, después de los 30. Así podría encontrar a un hombre que de verdad me amase”.
Stephanie Willman, fundadora en Rabat de la ONG Mobilising For Rights Associates, cree que existe un vínculo muy claro entre el casamiento de menores y el artículo 490 del Código Penal que castiga las relaciones fuera del matrimonio. “Seguirán fomentándose los casamientos de menores desde el momento en que la única elección para una chica que practica sexo sin estar casada sea la cárcel o el matrimonio”.