No es algo que lo obispos digan por que sí, por capricho, sino una recomendación que va más allá de lo puramente político, y que viene a unir lo divino con lo humano en una suerte de “pack” que por el mismo precio puede salvar a España y a vuestras almas. Cierto es que nuestros obispos no han mencionado con todas las letras al Partido Popular, pero se llega a esta conclusión por un sencillo ejercicio de eliminación.
Hablamos de los obispos de Dios, entendiendo por Dios al verdadero, al que se cepilló de un plumazo (y digo plumazo porque de estas cuestiones se suele ocupar el arcángel San Gabriel, que aún no teniendo sexo si tiene, en tanto que ángel, mucha pluma) a los niños primogénitos de las familias egipcias; al que inundó todo el planeta eliminando cuantas personas y animales no fueron invitadas a su barco por Noé; y al que envió a su propio hijo a la Tierra para salvarnos del pecado original, con escaso éxito de crítica y público por parte de judíos y romanos. Digo todo esto para que no vayan ustedes a confundirse de Dios y acaben haciendo caso a otros obispos que no sean autóctonos.
Bien, pues estos representantes de Dios en la Tierra, afirman, con más razón que un santo, que cuantos de ustedes quieran salvarse del caos terrenal y del castigo eterno, deben votar a aquellos partidos que están en contra del aborto, en contra de la eutanasia, del matrimonio de homosexuales entre ellos y (siempre en contra) de la investigación con embriones con “fines médicos”, parece que si la misma fuera con fines lucrativos, pudieran tener con ella, mediante pago de la tradicional bula papal, cierta condescendencia.
Comprenderán que con estas directrices no hace falta dar más pistas sobre a quién quiere la Santa Madre Iglesia que ustedes otorguen el favor del voto. Ahora queda en sus manos de borregos de Dios ayudar a quitar el pecado del mundo o hacer caso omiso (que no misa) de la advertencia. Queden ustedes con Dios, séase, con nosotros.