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Los obispos de la zona proponen al papa Francisco permitir sacerdotes casados en la Amazonía

El Sínodo sobre la Amazonía aprobó este fin de semana la propuesta de poder ordenar sacerdotes a hombres casados en las zonas más aisladas de esta región, una iniciativa incluida en el documento final que fue votado por los obispos y que ha sido uno de los temas más controvertidos en estas tres semanas de debate.

«Proponemos (…) ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos de la comunidad que tengan un diaconado fecundo y reciban una formación adecuada para el presbiterado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable», se lee en el punto 111 del documento, que consiguió 128 votos a favor y 41 en contra.

Según las normas del Sínodo, cada uno de los puntos del documento final – fruto de las peticiones y debates de estos días- para ser aprobado necesitaba el voto a favor de los dos tercios de los obispos presentes, que era 120.Los 120 puntos del documento final fueron aprobados por los dos tercios de los obispos, pero el relativo a los curas casados fue el que registró un resultado más ajustado y el que recibió más votos en contra, 41.

El documento final pasó ahora al papa Francisco, quien elaborará un documento, una exhortación apostólica postsinodal, sobre los temas abordados y se verá su decisión sobre la propuesta de los llamados «viri probati«, los hombres de probada fe que, a pesar de estar casados, podrían ser sacerdotes.

La posible ordenación de hombres casados, y por tanto la suspensión del celibato, es uno de los puntos que más han criticado algunos obispos o cardenales como el ex prefecto de la Doctrina de la Fe el cardenal Gerhard Muller o el prefecto de la Congregación para el Culto Divino, Robert Sarah.

En este punto también se pidió llevar la propuesta de la ordenación de casados a un debate universal.Sin embargo, el documento no habla de permitir a sacerdotes ya ordenados que se casen, sino que hombres ya casados y con familia estable puedan ejercer como curas, con lo que no significa el fin del celibato, el cual, a tenor de lo que ha dicho el papa en enero, nunca se eliminará de la Iglesia.

El documento final argumenta en su punto 111 que «muchas de las comunidades eclesiales del territorio amazónico tienen enormes dificultades para acceder a la Eucaristía. En ocasiones pasan no solo meses, sino incluso años para que un sacerdote la celebre o realice un sacramento de reconciliación o la unción de enfermos».

También en el punto 104 se argumenta que es urgente la promoción y formación del «diaconado permanente» para estas zonas, es decir el laico que puede bautizar, bendecir matrimonios, asistir a los enfermos, celebrar la liturgia de la Palabra, predicar y evangelizar, pero no celebrar misa.

Asimismo, se aprobó la petición de que las mujeres puedan ejercer nuevos ministerios, como el de poder leer las Escrituras o ayudar en la misa y distribuir la comunión, y poder «ser escuchados» sobre la posibilidad de la ordenación de las diaconisas.

Los obispos aprobaron «revisar el documento de San Pablo VI ‘Ministeria quedam’ para que también las mujeres, adecuadamente formadas y preparadas puedan recibir los ministerios del Lectorado y el Acolitado entre otros a ser desarrollados».

En el documento se explica que, aunque en muchas consultas se solicitó el diaconado permanente para la mujer y el tema estuvo muy presente, ya el papa encargó a una comisión un estudio en 2016 que llego a un resultado parcial y, por tanto, propone poder «compartir experiencias y reflexiones con la comisión y esperamos sus resultados».

Este punto también fue uno de los más discutidos, con 137 votos a favor y 30 en contra.Al respecto, en su discurso de clausura el papa Francisco anunció que reactivará esta comisión, después del «desafío» lanzado en el Sínodo con la dotación de más personal para que sigan estudiando cuál fue el papel o si existieron las llamadas diaconisas en los primeros años del cristianismo.

El texto también analiza y denuncia la situación de la Amazonía y de sus poblaciones originarias y se afirma que «la Iglesia se compromete a ser aliada de los pueblos amazónicos para denunciar los atentados contra la vida de las comunidades indígenas, los proyectos que afectan al medio ambiente, la falta de demarcación de sus territorios, así como el modelo económico de desarrollo depredador».

También se aprobó otro de los puntos más polémicos, el de estudiar un rito amazónico en las celebraciones para dar «una respuesta a la petición de las comunidades» y en el que se valore «la cosmovisión, las tradiciones, los símbolos y los ritos originarios que incluyan dimensiones trascendentes, comunitarias y ecológicas».

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