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Sol, arena, playa y ¿burkini?

Aheda Zanetti, de nacionalidad libanesa-australiana, creadora del famoso burkini que tantos quebraderos de cabeza nos está dando a las mujeres de origen musulmán, que luchamos contra el patriarcado desde la laicidad; en una entrevista para el New York Times dijo:

“El burkini es libertad, felicidad y cambios en el estilo de vida, no pueden arrebatarle eso a una musulmana, ni a ninguna otra mujer que elija usarlo”.

Estas palabras y argumentos que ella empleó contra la prohibición y el revuelo posterior en las costas francesas son las que, una vez más, están inundando las redes sociales como Instagram, Facebook, Twitter y YouTube. Chicas musulmanas influencers con miles y millones de seguidoras, utilizan estas mismas palabras

Estamos ante otro elemento patriarcal más de lucha, por si no teníamos suficiente con el hiyab, niqab y burka. Un elemento creado por alguien que en plena Australia, en lugar de darle la libertad a su hija y sobrinas de bañarse en bikini o bañador como las australianas y luchar por la liberación del cuerpo de las mujeres musulmanas –sabiendo que en muchos países islámicos como es Irán están siendo encarceladas y condenadas a latigazos e incluso ejecutadas por no querer someterse a la imposición del velo– decide imponerles la religión y todas las normas que conlleva para una mujer, como por ejemplo cubrirse de pies a cabeza hasta para darse un chapuzón. Y para esto crea una prenda que sigue abanderando una ideología religiosa y política que sitúa a la mujer en una posición de subgénero, porque sobre los cuerpos de ELLOS no hay mandamientos divinos y nadie habla sobre ésto. Ellos no tienen inconvenientes a la hora de disfrutar de las playas Australianas ni en la práctica de deportes ¿por qué será?

No hace falta leer ni indagar mucho sobre Aheda Zanetti para comprobar que estamos ante otro caso más de incoherencia a la hora de hablar sobre el objetivo de esta prenda que no tiene nada de liberador ni de libre elección como defiende ella y muchas influencers.

Solo hace falta poner su nombre en el buscador y leer en otra entrevista para el diario.es del 25/08/2016 lo siguiente:

“No creo que ningún hombre se preocupe por cómo nos vestimos las mujeres. Nadie nos obliga, es nuestra elección. Lo que veis es nuestra elección. ¿Que si me siento una feminista? Pues igual sí. Me gusta ir detrás de mi marido, porque yo soy el motor, y elijo serlo. Quiero que él se lleve todo el crédito porque yo soy una triunfadora silenciosa”.

Y con esto deja demasiado claro el concepto fallido que tiene sobre el feminismo y su falso mensaje sobre lo liberador o empoderador que puede llegar a ser un burkini, que lo único que fomenta es esta oleada conservadora islamista que tiene como objetivo principal controlar las vidas y los cuerpos de las mujeres musulmanas allá donde estén. Y lo peor de todo: que sean ellas mismas las promotoras e ingenieras de mantener al patriarcado, sumergiéndolas en una especie de síndrome de Estocolmo y autoconvenciéndolas de que para ser el motor en una relación y en la sociedad, hay que ceder todos los créditos al hombre para así lograr ser la triunfadora… ¡Pero ojo! Siempre silenciosa… no vaya a ser que se enfaden…

No sé a quién pretende engañar, si a los líderes europeos para que permitan y le abran las puertas a su gran negocio capitalista y misógino o a nosotras, las que sabemos de qué va todo este entramado.

En todo caso mis preguntas son: ¿Hasta qué punto de involución nos van a llevar? y ¿qué va a ser de las nuevas generaciones de niñas que solo tienen de referencia a mujeres tapadas de pies a cabezas con metros de tela y que encima lo venden como empoderador y liberador?

Estamos en una situación de involución alarmante tanto en los países musulmanes como europeos y por mucho que vendan el hiyab o burkini como nuevos aires de libertad, eso es totalmente falso e inaceptable. El burkini no deja de ser más que una prenda misógina y patriarcal que determina la libertad de miles de mujeres. Una prenda que nos dice que las mujeres musulmanas (solo ellas) tienen que cubrirse para identificarlas como tal ya sea en las calles, en centros comerciales o incluso en las playas, para saber que pertenecen y representan a la comunidad musulmana y que el peso de salvaguardar el honor de la familia (¡y de los hombres claro!) recae sólo sobre sus hombros. Además de ser una prenda que le dice al resto de la sociedad que los cuerpos de las mujeres musulmanas veladas y tapadas, son de goce sexual exclusivo para los hombres musulmanes (son sus mujeres).

Revisando las redes sociales me encontré con innumerables influencers sumergidas en un retroceso camuflado por un concepto de “modernidad” falso que sirven de anzuelo para muchas chicas europeas de familias musulmanas conservadoras que o bien no tienen clara su identidad o viven sumergidas en una fuerte opresión por parte de la comunidad.

Una de las influencers es @luisa_lahadil, que tiene cuentas en Instagram, Facebook y YouTube, nacida en Melilla y actualmente viviendo en Riad (el gran reino wahabi). Esta mujer publicó una foto suya en las redes luciendo burkini en una de las playas de Alhucemas, vendiéndolo bajo el lema romántico “Smell the sea and feel the sky. Let your soul and spirit fly”.

Me asombró que la foto fuera en Marruecos (Alhucemas) donde nunca antes había visto un burkini y sobre todo, que los comentarios fueran de halago y de aceptación. Así que decidí publicar un tweet crítico al respecto, porque estoy muy cansada del silencio que se genera alrededor de este tema por miedo a ser tachado de racista o islamófoba, cuando realmente es un tema que afecta y atenta contra las libertades de miles de niñas y mujeres, muchas de ellas no se atreven a denunciar ni siquiera por redes sociales. Obviamente no le sentó nada bien porque dañaba su imagen “cool” y eso no la ayuda a seguir promocionando la prenda para conseguir likes, seguidoras/es y que a cambio “Modanisa” le pague por ello o le regale prendas como esa.

Entre los comentarios a mi publicación muchos y muchas dicen:

“Cada cual que se ponga lo que quiera y al menos así con el burkini pueden ir a la playa y bañarse”.

Se demuestra con esto un desconocimiento profundo sobre la involución de las libertades de las mujeres musulmanas o de origen musulmán y encima se justifica con frases y comentarios simplistas.

La pregunta ante esta cuestión es ¿Cómo se bañaban las mujeres musulmanas en las playas o ríos antes de que apareciera el burkini en el año 2003? Porque también hay que tener muy presente que el burkini es un invento contemporáneo.

Pues bien, mucho antes de que apareciera esta prenda, las mujeres musulmanas se metían al agua en short y camiseta de tirantes o mangas cortas que llevaban debajo de sus kandoras y chilabas y se deshacían del hiyab en cuanto pisaban la arena. Para ellas, era una oportunidad para deshacerse de sus velos y kandoras y poder disfrutar del sol sobre sus cabellos, piernas y brazos. Estas mujeres que ahora tienen alrededor de 80 años se escandalizan al ver un burkini, se sorprenden más que una chica joven de 20 años y eso es clara señal del retroceso que estamos experimentando en nuestras sociedades.

Por lo tanto es absurdo creer que antes de que existiera el burkini las mujeres no iban a la playa y que se ha creado para liberarlas o pensar que las que llevan el burka al menos pueden salir a la calle portando esta prenda… O que prohibir el hiyab en los colegios de primaria vaya a provocar que los padres no las escolaricen cuando eso es totalmente ilegal y se les caería el pelo por ello.

De todo esto lo que más me indigna es que para ellos, el cuerpo de la mujer es un campo de batalla incansable, que aguanta lo que le echen y donde todo vale mientras que de ellos apenas se habla ni se les pide que den la cara, será porque han consiguiendo tener sus representantes, sus motores silenciosos que les otorgan el poder y crédito en el día a día a cambio de una falsa medalla de triunfadoras como obsequio

Hasna Yahia Mohamed

Soy mujer de origen amazigh, feminista, de nacionalidad española  y diplomada en magisterio.

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