La asignatura de Religión católica no es una asignatura en la que se enseñe religión católica, por muy paradójico que esto pueda parecer. “En la clase de religión no solo se habla de religión” es el lema de la campaña de la Iglesia católica para animar al alumnado de ESO y Bachillerato a que se apunten a la asignatura de Religión católica el próximo curso. Este lema guarda una gran verdad, y un enorme peligro para la libertad de conciencia del alumnado. Por lo que me cuentan mis alumnos, en la asignatura de religión se habla sobre todo del abominable aborto y de los derechos de los no nacidos, de que los niños tienen pilila y las niñas vulva, de que nadie puede disponer de su propia vida ni para evitar sufrimientos horribles, de la vestimenta adecuada de las chicas para evitar violaciones, de la anomalía de la homosexualidad, de lo necesario que son un padre y una madre (no dos padres, ni dos madres, ni una madre, ni…) para el buen desarrollo psicológico de los niños, y cosas por el estilo. De lo que menos se habla es de religión. La asignatura de religión católica es Moral católica, pura y dura. Lo que convierte a esta asignatura en mucho más sectaria y peligrosa. Lo de Dios es lo de menos. Lo verdaderamente importante es hacerles llegar a los adolescentes los mensajes moralizantes. La existencia o inexistencia de Dios no da mucho de sí. Ni para discutir más de 5 minutos. Cuestión de fe. En realidad, el objetivo de esta asignatura es su misión moralizante y adoctrinadora, misión que asume gustosamente el profesorado de esta asignatura, designado “a dedo” por el arzobispado.
La Iglesia católica acaba de ganar en el TSJ su batalla para que la asignatura de Moral católica se imparta también en 2º de bachillerato (curso fundamentalmente dirigido a la selectividad). Y si hay asignatura, habrá alumando. La posibilidad de sacar un 10 sin esfuerzo, que contará para la nota de acceso a la universidad, es un señuelo demasiado tentador como para no morderlo. Entre las asignaturas humanísticas y científicas, se ha colado el adoctrinamiento moral de los adolescentes.
Eugenio Piñero