Los participantes, entre ellos el padre de la víctima de Gaztelueta (izda.) y el obispo auxiliar de Madrid (centro) / OLMO CALVO
Ha sido la primera vez que el padre de una víctima de abusos sexuales, un representante de la jerarquía de la iglesia, uno de la vida religiosa y otra de la sociedad laica se han sentado para debatir sobre los abusos sexuales a menores en el seno de la institución, la reparación de las víctimas y la renovación de la iglesia. El portal Religión Digital y la plataforma Redes Cristianas han organizado este miércoles una mesa redonda en la que han participado el presidente de la asociación Infancia Robada y padre de la víctima de Gaztelueta, Juan Cuatrecasas; el obispo auxiliar de Madrid, José Cobo Cano; el secretario general de la Conferencia Española de Religiosos (Confer), Jesús Miguel Zamora; Raquel Mallavibarrena, de la plataforma Redes Cristianas; y el redactor jefe de Religión Digital y colaborador de eldiario.es, Jesús Bastante, que ha moderado el coloquio.
Juan Cuatrecasas es el padre de Asier, víctima de abusos sexuales -entre 2008 y 2010, cuando el niño tenía entre 11 y 13 años- en el colegio del opus dei Gaztelueta. Un profesor numerario del colegio de Leioa fue condenado en noviembre a once años de prisión por la Audiencia Provincial de Bizkaia. Durante su intervención, ha defendido que no pretende «incendiar la iglesia, sino colaborar a limpiarla». «Consideramos que es indigno que siga manteniendo a delincuentes en sus filas, que exista encubrimiento, que mire para otro lado, que se nos ningunee, que se nos ofenda», ha indicado, mientras ha recordado que el centro continúa negando los hechos y que «la actuación del obispado de Bilbao ha sido bochornosa» en su caso.
«En muchos casos hay una mala fe manifiesta», ha lamentado. Por eso, «la desconfianza de las víctimas en la Iglesia es absoluta», ha defendido: «Piensan que, unos por acción y otros por omisión, son todos iguales». «Yo desde mi posición de victima indirecta no he perdido la fe. Sigo creyendo en el Evangelio y en Dios, en lo que no creo es en el jerarquía eclesiástica de este país».
«Las víctimas son prioritarias»
El obispo auxiliar de Madrid ha explicado que «para la Iglesia las víctimas son prioritarias», aunque ha reconocido que «el miedo nos ha parado muchas veces». Por eso, ha abogado por «reconstruir lo dañado» y «generar una nueva cultura», un trabajo que es «lento y laborioso», pero que se ve impulsado por la escucha a las víctimas. «En eso empezamos a dar pasos, especialmente en la inmediatez y la transparencia, e intentado descubrir la bondad de Dios en momentos sumamente difíciles», ha dicho. «Este mal se representa en muchos escenarios, en el de la cultura, el de los medios de comunicación, pero el que más me duele es el de la credibilidad de la Iglesia, que queda tocada, porque oculta el rostro de Dios y ensombrece su presencia», ha explicado antes de afirmar que «es doloroso ir por la calle y que te llamen pederasta». Además, ha marcado unas pautas a seguir: lo primero, «condenar la cultura del abuso»; lo segundo, «encontrarnos con las víctimas, para que nos vayan enseñando»; lo tercero, «pedir perdón, pero hacerlo de forma práctica».
En ese sentido, Cuatrecasas ha defendido que «el perdón está muy bien», pero que debe ir acompañado de «un resarcimiento moral, con medidas de acompañamiento». «Las víctimas de abusos necesitan unas terapias que, cuando son privadas, superan un costo muy grande que muchas familias no pueden abordar. Creo que la Iglesia debería colaborar con sus víctimas para cubrir esas carencias», ha explicado. Además, el presidente de Infancia Robada ha recordado la concentración de este jueves frente al Congreso, para reclamar que se amplíen los plazos de prescripción, y que estos comiencen a contar a partir de que cumplan los 50 años.
«Conectar a las víctimas con las instituciones»
El secretario general de Confer ha reconocido que «no lo hemos hecho bien en algunos casos y a veces tenemos la sensación de no saber por qué. No hemos sabido afrontar situaciones que, a veces, nos superaban y lo que hemos hecho ha sido ocultar o pensar que esto no iba con nosotros o no nos iba a ocurrir». Por eso, ha afirmado que su objetivo es «que estas situaciones no se vuelvan a repetir e ir arbitrando cuáles son los fallos para que vayamos poniéndoles remedio», escuchando siempre a las víctimas. «A veces intentamos arreglar las cosas desde planteamientos o estructuras y se nos olvida que el dolor principal está en las víctimas», ha dicho: «Muchas instituciones tienen sus propios protocolos y códigos de conducta. Quizá nos falta otro paso más, que es facilitar la conexión de las victimas con las instituciones».
Por su parte, Mallavibarrena ha denunciado que desde su plataforma no perciben «una prioridad clara en la diócesis o en las congregaciones españolas donde a este tema se le dé la máxima urgencia y se tienda la mano a las víctimas». En este sentido, ha pedido que en las comisiones «intervenga no solo la jerarquía, también las víctimas, expertos, laicos, mujeres y hombres». En la misma línea, ha reclamado mayor presencia de los laicos frente al clero, un «estamento de poder y de superioridad». Y ha pedido que «se vea si la formación que se está recibiendo en los seminarios respecto a la sexualidad se está dando de manera adecuada y no se trata de un tema tabú», mientras se ha mostrado partidaria de que el celibato sea opcional.
Cumbre en el Vaticano
El debate se celebra a pocos días de que comience el encuentro ‘La protección de los menores en la Iglesia’, la cumbre antipederastia que se celebrará en el Vaticano del 21 al 24 de febrero y en el que se abordarán los casos de abusos a menores y el encubrimiento por parte de la institución y de donde saldrán nuevas directrices. «Mientras no haya una respuesta completa y comunitaria, no solo no lograremos curar a las víctimas/supervivientes de los abusos, sino que la credibilidad de la Iglesia para llevar a cabo la misión de Cristo estará en peligro en todo el mundo», indican en una carta los miembros del comité organizador. «El primer paso debe ser reconocer la verdad de lo que ha sucedido», dicen, por lo que urgen a los presidentes de las conferencias episcopales «a acercarse y visitar a víctimas» para «aprender de primera mano el sufrimiento que han soportado».
El goteo de asuntos relacionados con abusos sexuales a menores por parte de miembros de la iglesia es constante en los últimos tiempos. Solo los casos investigados y comprobados en todo el mundo por organismos independientes ascienden a más de 100.000 en todo el mundo. La reciente expulsión del excardenal McCarrick, la petición de perdón por parte de la Conferencia Episcopal Tarraconense por los abusos en Montserrat y la parroquia de Constantí (que previamente habían sido justificado por el obispo porque «puede haber un mal momento en la vida»); o el ‘caso Briñas’ son solo algunos de los últimos ejemplos.
En una carta del Papa Francisco, dirigida «al Pueblo de Dios» en agosto, este reconocía que «con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños».