¿La razón o la superstición? ¿La con-ciencia, el conocimiento por medio de la ciencia, o la creencia, la adopción de explicaciones irracionales? ¿Educación para la ciudadanía, o, superstición religiosa?
Un solo día de educación para vivir libres e iguales en paz, pone en evidencia la oscuridad de bestias en que han sumido la historia del género humano los que han dispuesto del poder hasta ahora en nuestros lares.
Los poderosos difundieron la superstición porque, a través de lo irracional que defendían como inescrutable, asignaban a su mandato y a su descendencia un carácter divino, y el poder de perseguir a quien ponía en entredicho lo que se atribuían. Las matanzas que llevaban a cabo les eran útiles, les rentaban, eran una buena forma de echar a la cuneta los problemas que ocasionaba su robo a la población, su dominio.
La jerarquía eclesiástica, los obispos, ellos, que nunca han querido la libertad y los derechos de igualdad para todos, ellos, que en nuestro pasado inmediato para mantener su riqueza se sumaron a los fascistas y compartieron el poder criminal, ellos, que hoy reciben a través del gobierno más dinero que durante el franquismo (algo, darles dinero, que ningún gobierno democrático hace –y ya han pasado 30, treinta, años desde que en la Constitución se firmó que no iban a recibir más y se tendrían que autofinanciar como en los países democráticos-) ellos, que reciben los parabienes de los descendientes de los franquistas, más bienes públicos para sus empresas privadas, ellos, que no pagan impuestos, como hacemos los demás, aunque la Comunidad Económica Europea exige que cumplan la Ley, ellos, que no se atienen a las leyes laborales, ellos, que claman contra la libertad, ellos, que están en contra de la igualdad, que están en contra del preservativo, en contra de la nueva medicina curativa de enfermedades que hasta hace poco no se podían curar, que han instituido el machismo a sangre y fuego, ellos, que han sido siempre racistas (por mirar un ejemplo en la historia medieval a la que quieren volver: expulsaron a los judíos y a los moriscos que convivían en paz con los católicos sólo por no ser de su raza y su religión, y si se convertían no les era suficiente, les exigían la pureza de sangre; si miramos a Sudamérica nos encontramos que exterminaron a buena parte de la población porque así lo necesitaban para la conquista, el robo y el expolio de las riquezas de aquella tierra y de aquellos pueblos) ellos, hitlerianos antes que Hitler, fascistas, franquistas de nuestra reciente Historia, tienen tanto y tanto en su cuenta, tanto que llega hasta nuestro tiempo, hasta nuestros días, hasta nosotros mismos. Aún hoy, en el cementerio de Valencia se trabaja en la apertura de una fosa común a la que echaron 26.300 fusilados tras la guerra, léalo en http://www.forumperlamemoria.org/, para consultas específicas escriba al correo electrónico fosas@forumperlamemoria.org
Reyes Mate, Catedrático de Filosofía, escribía hace poco en El Periódico un artículo titulado: “La violencia de lo Sagrado: Joseph Ratzinger y sus dislates historiográficos”, repasando las últimas declaraciones del Papa que fue nazi, y, por las declaraciones que hace parece reafirmarse. Reyes Mate recoge “lo que en la revista jesuita Razón y Fe aparecía en 1940” -una vez derrotada la República Democrática española- “cuando los nazis parecían invencibles: “El mundo nos da ahora por fin la razón y, después de cuatro siglos, los mayores políticos adoptan el consejo de nuestros católicos soberanos”. Traducción simultanea: “Los nazis nos dan ahora por fin la razón y, después de cuatro siglos, tiempo de los Reyes Católicos, expulsión de todas las razas y religiones distintas y conquista de Sudamérica a sangre y fuego, guerra contra los demócratas en España y eliminación física, persecución y encarcelamiento de buena parte de la población, los mayores políticos, Hitler y Mussolini, adoptan los métodos que nosotros, los católicos soberanos, hemos aplicado siempre”.
Desde que los jerarcas de la iglesia católica, los obispos, asumen ese papel en la Historia ¿cómo van a permitir que a los escolares se les imparta una asignatura que les haga pensar en el respeto en igualdad? Por eso llaman a la desobediencia civil. ¿Qué nos pasaba a los demás cuando bajo su régimen descubrían que no íbamos a misa, que no éramos “buenos católicos”, cuando convivíamos sin estar casados, cuando había hijos sin pasar por sus ritos, cuando nos rebelábamos contra sus normas en las que ordenaban la división social como de origen divino?. Haga memoria y recuerde, pregunte si es joven, ¿cuál es la diferencia entre una dictadura eclesiástica y una democracia? ¿Cómo que una asignatura para la educación cívica, para el respeto en igualdad, es “el mal”? O sea ¿el mundo lo dividen en buenos y malos, los que les desobedecen y los que no? ¿Es así como entienden el mundo? Su ideario, defensor de las desigualdades habidas, defensor de los golpes de Estado, defensor de los fusilamientos y condenas de quienes han luchado por la justicia y la democracia, ese ideario suyo ¿es “el bien”?
Amigo lector, usted debe saber lo que es educarse, educarnos, en valores cívicos, de personas civilizadas, y lo que es vivir con una superstición, que además nos considera inferiores, seres destinados a obedecer.
Cuando el obispo habla de la libertad de conciencia –no puede saber qué es puesto que nunca la ha defendido, cuando se luchaba por ella él bendecía, y bendice, a quienes la prohibían- es para defender la obediencia a él, a ellos, el miedo a ellos, la sumisión a ellos, que se ufanan de su pasado incívico e incivil, que se ufanan de ser antidemócratas, que se ufanan de su machismo aún vigente y que continúan difundiéndolos en sus centros.
Usted debe elegir: educación en el respeto por la igualdad, o, sumisión a la irracionalidad: en una aprenderá a razonar y a valorar su propia autoestima, en otra dejará su voluntad al que tiene intereses en vivir sobre usted, por encima de la voluntad de todos.
Ahora le invito a tomar distancia con respecto a lo dicho, pregúntese desde otro ángulo con el microcuento de Bertolt Brecht titulado “¿Hay Dios?”, perteneciente a “Historias de almanaque”:
“Alguien preguntó al señor K. si había un Dios. El señor K. respondió:
-Te aconsejo que medites si tu comportamiento variaría según la respuesta que se dé a tu pregunta. Si tu conducta no varía, dejemos el asunto. Si tu conducta varía, te puedo prestar un servicio diciéndote que tú mismo lo has decidido: necesitas un Dios”.