Porque la ley de Talión, que él recogió como una joya en su Código y que establecía reciprocidad entre el crimen y el castigo, no se está respetando en una etnia tan antigua como la judía. En el actual pueblo de Israel se ha pasado del uno por uno o diente por diente y ojo por ojo) al cien palestinos por un judío. Y esto desquicia la misma Ley de Talión. ¡Hammurabi está enojado!
El caso al final ha llegado a la pantalla. Resulta que el cardenal de Madrid ha prohibido la proyección del documental sobre Gaza en San Carlos Borromeo —un templo católico en Madrid que ya se encargó Rouco en sus días de gloria de reducirlo a mero Centro de Pastoral, pero que ahora se está convirtiendo en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad en temas de cultura y de acogida —. Se ha prohibido la proyección del documental, se dice, por la presión del lobby judío. ¡Dios santo!
¿Prohibir hoy las cosas, y más en la Iglesia católica con la que está cayendo? ¿No estaremos soñando? Siempre que se ha prohibido algo se ha difundido con mayor rapidez. Es la mejor manera de publicitar un tema. El mejor método para que todo el mundo se entere, de forma gratuita, sin tener que pagar los desorbitados costes de publicidad. El documental sobre Gaza que se ha prohibido en San Carlos Borromeo ya está a la vista en todo el mundo. Y yo me pregunto, dados los buenos modales del cardenal Osoro, ¿no estará haciendo, contra el lobby judío, una jugada maestra? ¿No estará pretendiendo, contra la ingenuidad del lobby, la mayor difusión del destrozo que el Gobierno de Israel está haciendo en Gaza?
No quiero hablar ahora del pueblo judío, porque me supongo que en todas partes somos muy similares, quiero referirme al actual gobierno de Netanyahu y de su política de extermino sobre Palestina. Ya lo sabíamos antes o lo sospechábamos, pero, viendo este documental, nos reafirmamos en la idea de que se trata de un gobierno Xenófobo y fascista. Con un presidente corrupto o, al menos, investigado por corrupción. Un Gobierno que ni siquiera se atiene al Código de Hammurabi. Este Gobierno mata a todo tipo de gente y, además de construir un muro para arrinconar a un pueblo palestino humillado y maltratado e ir ocupando su terreno, para que no quede ni raíz, les destruye las casas y las ciudades. Que, como se dice frecuentemente en la Biblia, todo quede sometido a la devastación y al exterminio; todo reducido a polvo y ceniza, que no quede bicho viviente. ¡Es un crimen de lesa humanidad!
Y lo peor es que está siempre apoyado por el imperio. Israel, además de su apoyo económico, es su enclave militar en toda esa zona. Apoyado siempre por el Tío Sam, se burla impunemente de las condenas de la ONU. ¿Qué podemos hacer contra las armas? Al menos “nos queda la palabra” para gritar contra esta deshumanización.
Evaristo Villar