El obispado Orihuela-Alicante ha nombrado un nuevo capellán para el Hospital General de Alicante y ha relevado así al cura condenado por pederastia que ha dado asistencia religiosa en centros de Alicante y Elx desde hace casi diez años, como contó en exclusiva eldiario.es. La Iglesia cede así ante la petición de la Conselleria de Sanidad, que le había solicitado por carta su destitución «por la alarma social generada» tras revelarse sus antecedentes penales en corrupción de menores
Amador Romero, el capellán relevado, fue condenado en 2001 a 18 meses de cárcel y a pagar 60.000 euros a la víctima, un monaguillo de 11 años, por abusos sexuales continuados, pero no entró en prisión porque la pena no superaba los dos años y no tenía antecedentes. Le sucederá en el puesto al frente de la capilla del hospital General de Alicante, cuyo sueldo es público gracias a los acuerdos entre la Iglesia y el Estado, el sacerdote Miguel Cano Crespo a petición del propio obispado.
En un primero momento, el obispo de Alicante, Jesús Murgui Soriano, había defendido la permanencia del cura condenado pese a las informaciones publicadas por El País y eldiario.es. Explicaron desde la diócesis que «tanto la justicia civil como eclesiástica no le prohíbe o limita para el ejercicio de su ministerio sacerdotal”. De hecho, fue el propio obispo quien permitió a Amador Romero trabajar en la diócesis valenciana después de salir de la de Granada «a petición propia» tras la sentencia judicial. Pero la presión social y de la Conselleria de Sanidad han obligado a la Iglesia a cambiarlo de destino.
Aunque se pagan con dinero público – la Generalitat ha destinado 856.000 euros en sacerdotes católicos para hospitales-, la selección de los aspirantes la realiza el obispado y es su responsabilidad haber situado a Amador Romero en hospitales alicantinos, cuando la Iglesia tiene otros puestos de trabajo financiados con sus propios fondos y donde no puede haber contacto con niños.
Los hechos por los que fue condenado Amador Romero sucedieron en el municipio de Granada donde era sacerdote entre 1995 y 1997 y, según la sentencia ratificada por la Audiencia Provincial, abrazó, besó y desnudó al menor con asiduidad mientras le pedía que le masturbara.