Los Salesianos mantienen a un cura investigado por abusar en 2013 de un joven de 13 años. El sacerdote Francisco Javier López Luna dispone de un despacho en las oficinas del Centro Nacional de Pastoral Juvenil de esta congregación en el número 164 de la calle Alcalá de Madrid, según ha comprobado EL PAÍS.
“López Luna es desde este año responsable de la comunidad salesiana y miembro de Pastoral Juvenil, un órgano que aglutina a los colectivos de la orden”, reconoce un miembro de este grupo.
La fiscalía pide para el sacerdote más de cuatro años de cárcel por un delito contra la indemnidad sexual y otro de trato degradante a un joven.
Curso 2012-2013. Colegio de los Salesianos de Cádiz. Manolo (nombre figurado) estudia segundo de ESO. Tiene 13 años. Y frecuentaba tres veces por semana el despacho del entonces director, Francisco Javier López Luna. “Cuando me tocaba, se mordía el labio, disfrutaba”, explica por primera vez este gaditano que ha precisado dos años de tratamiento psicológico.
Cruzar la puerta del despacho resultaba estimulante. El joven recibía chucherías y jugaba con la tablet del sacerdote. El religioso discutía con vehemencia sobre asuntos banales. Y se encendía. En uno de los enganchones dialécticos, arrancó vello púbico del menor, según la víctima. “Me advirtió de que si contaba lo que me había hecho, me suspendería y enviaría a un internado”, relata Manolo.
Por miedo a represalias, el joven mantuvo durante dos años el episodio en secreto. “Lo que me había hecho no era normal, pero pensé que era mejor callarme la boca que contarlo”, confiesa.
Manolo no fue una rara avis. López Luna arrancó vello púbico a otros “10 o 15” jóvenes, según la víctima. Y combinó esta supuesta reprimenda con golpes aleccionadores. “Nos tiraba al suelo y pegaba. Arrasaba. Hasta que no nos veía a punto de llorar, no paraba”, explica el chaval, que –dice- repitió curso a consecuencia de los abusos y del maltrato.
El cura le tocó la entrepierna una vez y le propinó golpes “en dos o tres ocasiones”, según la víctima. Una de ellas llegó tras una discusión sobre fútbol. “Dolía. Me daba con fuerza. Descargaba su rabia. Me dejó moratones en los brazos y el costado. Le dije a mi madre que me había caído jugando al fútbol. Ella no estaba al tanto de lo que pasaba”, recuerda este joven que hoy tiene 19 años.
El sacerdote combinaba presuntamente la violencia física con insultos. “Me decía gordo y gilipollas”. “Tuve pesadillas… Llegué a mearme en la cama”, zanja este chaval que resume así la psicología del religioso: “Sabía cuál era el punto débil de cada niño”.
López Luna asegura que “el niño miente”, que su testimonio está inducido por su madre y rechaza que existan “pruebas contundentes” contra él. “Los sacerdotes no tenemos presunción de inocencia”, se queja.
El exdirector del Colegio de los Salesianos de Cádiz indicó al inicio de la conversación con este periódico que “no tuvo” relación con la víctima durante el curso 2012-2013. Después, matizó que “ayudó” a Manolo a protegerse de las mofas de otros estudiantes.
Pese a disfrutar de un despacho en el edificio de los Salesianos en Madrid, el sacerdote reduce su vínculo con la congregación a “ir a comprar comida a Mercadona” para abastecer a una comunidad de 11 religiosos. Y, cuando se le pregunta por sus anteriores destinos como clérigo, corta educadamente la conversación. Antes, resalta el papel de la Iglesia por «ser la única institución con un protocolo contra estos casos».
La fiscalía de Cádiz se muestra contundente contra el exdirector del centro. Reclama para el cura más de cuatro años de cárcel, cinco de libertad vigilada y una indemnización para el joven por daño moral de 9.000 euros. “[El religioso] agarró con fuerza al niño a la altura de la bragueta, le tiró la ropa […] hasta el punto de darle un tirón en el vello del pubis”, recoge el Ministerio Público.
El documento de la fiscalía añade que el sacerdote propinó al chaval “patadas en el costado y en las piernas, así como cates en la cabeza”. Y que estos castigos abocaron a Manolo a un “trastorno adaptativo con sentimiento de culpa”.
La fiscalía da por hecho que el cura se sentará en el banquillo. El religioso ya fue juzgado en 2016 por abusos a más de una decena de niños del Colegio Salesianos de Cádiz. La Audiencia absolvió entonces al sacerdote por estos hechos al no apreciar “ánimo libidinoso” e impuso al cura el pago de una multa de 500 euros a 12 menores.
La sentencia absolutoria, no obstante, consideró probado que López Luna jugó con los chavales a goldfish (golpear los genitales). También, que les arrancó vello púbico y les sorprendió con el “abrazo del oso”, que es como se denomina levantar a una persona con los brazos para después dejarla caer.
La resolución contó con un voto particular de una magistrada que apreció que sí había finalidad sexual en los tocamientos. El cura llegó a pasar un mes en prisión provisional.
El abogado del sacerdote, Manuel Montaño, estima que la sentencia absolutoria de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cádiz, confirmada en 2017 por el Tribunal Supremo, ayudará a su defendido a librarse de la prisión por el caso de Manolo.