La Conferencia Episcopal y los grupos católicos se benefician de un modelo que alienta la segregación y debilita la red pública
La jerarquía, soslayando la importancia de la ubicación de los centros, afirma que la concertada «reduce la criminalidad» y «mejora la salud»
El Opus Dei, partidario de penetrar en los centros de poder, controla una red de unos 24.000 alumnos
«Vamos a ver las diferencias entre una persona rica y una persona pobre». «Los ricos son personas de éxito, los pobres son personas mediocres». La proyección a los alumnos de secundaria del colegio concertado Salesianos de Estrecho, en Madrid, de un vídeo de contenido clasista ha levantado cierta polvareda. A pesar de que la sociedad convive con una normalidad con las muestras de clasismo que ya serían inaceptables, por ejemplo, con el racismo –¿pueden imaginar la misma afirmación sustituyendo «ricos» por «blancos» y «pobres» por «negros»–, las afirmaciones del vídeo eran demasiado llamativas como para pasar inadvertidas. La dirección del colegio ha emitido un comunicado señalando que la emisión es un «error» y que su contenido no responde a su «ideario». Es obvio que ningún «ideario» explicita la adhesión a ideas como las que defiende el vídeo. Es más, la escuela salesiana está en general entre las que promueve unos valores más solidarios de toda la educación católica en España, en línea con la tradición caritativa de la Iglesia católica española. No obstante, el vídeo sí conecta con una creciente tendencia de la escuela católica, así como de la Conferencia Episcopal, a la exaltación de valores ultraliberales en el ámbito educativo.
La escuela ha sido históricamente para la Iglesia un campo fundamental de su lucha por el poder y la influencia en España. «Su imagen [de la escuela pública] de institución limitada a una suerte de guardería de niños de extracción social baja, de pobres y para pobres, y sostenida de manera precaria con los escasos recursos municipales –con maestros mal pagados y locales inadecuados– perduró hasta bien entrado el siglo XX», señala en El poder de la Iglesia en la España contemporánea (Catarata, 2013) Ángel Luis López Villaverde, que responsabiliza de este atraso a la Iglesia. Es elocuente que fuera durante la Segunda República, que construyó unas 10.000 escuelas, cuando la Iglesia elevó la educación a gran problema nacional. El franquismo le devolvió a la Iglesia y sus congregaciones el control de la educación, que empezó a perder en los años 70. No obstante, el sistema público incorporó la escuela católica mediante el sistema de conciertos, arbitrado por la ley educativa de 1985. De modo que jamás se ha pinchado el boom de colegios congregacionistas. Son parte consustancial del sistema.
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