El líder del PP pide incorporar «los principios y valores» católicos a la actividad política, y se refiere al Papa Juan Pablo II como «el artífice de la caída del comunismo». Casado obvia, de nuevo, los entre 600 y 700 muertos contabilizados entre 1975 y 1983 por violencia política
«Sin la Iglesia hubiera sido muy difícil que la Transición en España fuera tan pacífica y ejemplar». El líder del PP, Pablo Casado, ha vuelto a dar este jueves una clase de reescritura histórica; si, al inicio de septiembre, llegaba a asegurar que en la Transición no hubo «sometimiento ni miedo», en esta ocasión hacía protagonista directa a la Iglesia Católica en el escenario idílico que se esforzaba por dibujar.
Obviaba así los 600 muertos contabilizados entre 1975 y 1983 por violencia política (esto es, terrorismo de extrema derecha y extrema izquierda, guerra sucia y represión), según los datos recogidos por el historiador Mariano Sánchez, en su obra La Transición Sangrienta. A su vez, El mito de la Transición pacífica, escrita por Sophie Baby, eleva esta cifra a la friolera de 714 muertos.
Ante un auditorio con más huecos de lo habitual en sus intervenciones (apenas a algo más de un cuarto de su capacidad), el líder del PP ha participado este jueves en la mesa redonda El papel de la Iglesia en una sociedad democrática’
Organizada y celebrada en las instalaciones de la Fundación Pablo VI, junto a Casado han intervenido también el presidente de la Junta de Extremadura, el rector de la Universidad Pontifica de Comillas y el periodista Fernando Ónega, que ha ejercido como moderador.
Entre miércoles y jueves, las jornadas de la Fundación Pablo VI han contado con la participación de políticos como María Teresa Fernández de la Vega, exvicepresidenta primera del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y presidenta del Consejo de Estado, o el exvicepresidente del mismo Ejecutivo y exlíder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.
No obstante, también ha acogido las intervenciones de personajes rodeados de sombras. Es el caso del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, conocido por sus manifestaciones homófobas, contrarias a la Memoria Histórica o a lo que él denomina «ideología de género».
Otro ejemplo es el de Rodolfo Martín Villa, exministro de Gobernación durante la Transición, y conocido por conceder la Medalla al Mérito Policial al torturador Antonio González Pacho, conocido como Billy el Niño.