Decía Anthony Grayling: “Es hora de negarse a caminar de puntillas cerca de los que piden respeto, consideración, tratamiento especial, basados en que tienen fe religiosa”
“No permitamos que la banda satánica y blasfema Marduk ofenda a Jesús” afirmó el pasado 23 de septiembre el pastor y concejal Marco Fidel Ramírez en Twitter. Este viernes, después de mucha controversia en redes sociales, el alcalde de los bogotanos, Enrique Peñalosa, informó que el concierto “no sería posible” porque el establecimiento donde la banda se presentaría incumplía varios requisitos.
Es muy probable que la búsqueda de los requisitos por parte del establecimiento se haya realizado por la presión de los evangélicos y que estos hayan salido a cobrar su apoyo electoral en las pasadas elecciones. Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, un juez español ha decidido procesar al actor Willy Toledo por insultar a Dios y a la Virgen María en unos comentarios escritos en Facebook, en los que además criticaba la apertura de juicio oral contra tres mujeres por la procesión de una gran vagina en Sevilla. Tal procesión se llamó “la procesión del coño insumiso”. La imputación se hizo por el delito contra los sentimientos religiosos tras la denuncia de la Asociación de Abogados Cristianos de España.
“Yo me cago en Dios, y me sobra mierda pa cagarme en el dogma de la santidad y virginidad de la Virgen María”, fueron las palabras del actor Willy Toledo que le acarrearon la denuncia.
Bajo el mismo argumento de blasfemia se condenó a prisión al egipcio Albert Saber por no creer en Dios y haberlo expresado en la internet. Un tribunal de El Cairo le condenó en diciembre de 2013 por blasfemar al hacer apología del ateísmo, ofender a las religiones e insultar a los profetas.
En Paquistán, Afganistán y muchos países más existen leyes contra la blasfemia que no solo han caído contra la libertad de expresión de ateos y agnósticos, sino también contra creyentes de otras religiones. En febrero de 2016 la justicia egipcia condenó a cinco años de prisión a tres adolescentes cristianos que participaron en un vídeo satírico contra el autodenominado Estado Islámico por blasfemia contra el islam.
La blasfemia es la ofensa de las cosas que se consideran sagradas. Para Marco Fidel Ramírez es blasfemo decir “sodomiza a Jesús”, como parece expresarse en una de las letras de la banda Marduk. Pero, para los integristas musulmanes, el pastor y concejal Marco Fidel Ramírez es un blasfemo por decir que Jesús es Dios, pues en el Islam es un gran insulto decir que Alá tuvo un hijo, o que Jesús es de la misma sustancia (entiéndase por eso lo que se quiera) que Alá.
Justamente este carácter tan subjetivo hace que la blasfemia se redefina según cada religión. Para un mormón es una blasfemia decir que su profeta José Smith era un mitómano embaucador, pero esta declaración la toman como cierta evangélicos, pentecostales, además de los ateos.
Sin importar que considera cada religión como blasfemia, ni quién se ofende por qué cosa, intentar penalizar la blasfemia es un grave atentado contra la libertad de expresión que no puede permitirse en una democracia. La blasfemia, entendida como esa parte de la libertad de expresión que permite criticar a las religiones, líderes religiosos y sus dogmas, y que hace posible manifestar, por cualquier medio, oposición o incluso repulsión a estos, es una parte inseparable de la libertad de expresión.
No existe el derecho a no sentirse ofendido. En medio de la presentación libre de ideas a un adventista le puede incomodar que se le presenten evidencias incomodas sobre su profetiza, a un católico le puede ofender que se muestre que su iglesia sistemáticamente ha protegido a miles de sacerdotes pederastas, o a un musulmán le puede ofender una caricatura sobre Mahoma. ¿Habremos de censurar a todos los que critiquen la religión? En ese caso ya estamos en camino a una teocracia.
¿Y dónde queda aquello que deben respetarse todas las creencias? Pues las ideas no se respetan o se irrespetan. Ese privilegio queda para las personas. Las ideas se deben poner a prueba, analizarse, cuestionarse. ¿Qué tal hubiéramos hecho caso a quienes decían “Respeta mi explicación de que el dios-demonio Rahu, el glotón, devoraba al sol y así se producen los eclipses de sol. Me ofendes cuando me pides evidencias”? De aplicarse la repetida fórmula de que las creencias deben ser respetadas no habría sido posible ningún avance. En la historia hemos cuestionado la monarquía, los privilegios de la realeza, la esclavitud, el que ciertos territorios fueran colonias, los mitos de creación y las explicaciones mítico-religiosas sobre la enfermedad, los terremotos y los eclipses.
Las ideas religiosas se pueden cuestionar e incluso ridiculizar, al igual que las ideas económicas, políticas o científicas. No hay ningún halo de inmunidad que valga en una sociedad libre para poder cuestionar al clero y sus dogmas.
El filósofo francés Robert Redereck expresaba al respecto que “La religión no merece ni más ni menos respeto que otras producciones notables de la imaginación humana. Nos podemos reír de Marx, Jesús o Mahoma, del Cristianismo y del Islam. Exigir a los no creyentes que se comporten como creyentes ante símbolos religiosos, es una excesiva pretensión. Lo que la religión llama “respeto” no es más que la pretendida sumisión universal a su particular imaginería social”.
Así pues, el pretendido respeto que pide el pastor y concejal Marco Fidel Ramírez al cristianismo y a la figura de Cristo se lo puede exigir a sus creyentes, a sus feligreses y a todos los que voluntariamente quieran aceptar ese credo. Pero a quienes pensamos que Jesús no es dios, o que fue tan solo un hombre buena onda, o que ni siquiera existió el personaje como lo narra la Biblia, poco nos importa que se diga X o Y sobre Jesús.
Marco Fidel Ramírez sueña con una teocracia pentecostal, con gran favorecimiento estatal para la promoción del cristianismo, sin ateos, agnósticos, ni LGBTI. Y aunque él y muchos pastores más niegan el carácter laico del estado colombiano, la coyuntura actual en la que pide censura para una banda de metal (independiente del gusto musical de cada quien) nos debe invitar a reclamar un estado separado de los credos religiosos.
Justo este domingo 30 de septiembre se celebra otro “Día Internacional al Derecho a la Blasfemia”, en el aniversario de las revueltas contra las caricaturas de Mahoma publicadas por el periódico danés Jyllands-Posten en 2006. Si deseas aprovechar esta fecha para expresar tu libertad de crítica a la religión, a Marco Fidel Ramírez, a la Iglesia católica y pederasta o en apoyo a Willy Toledo, puedes hacerlo usando el hashtag #DiaDeLaBlasfemia.
Decía el filósofo británico Anthony Grayling: “Es hora de negarse a caminar de puntillas cerca de los que piden respeto, consideración, tratamiento especial, basados en que tienen fe religiosa, como si tener fe fuera una virtud que brinda privilegios, como si fuera noble creer afirmaciones sin base y supersticiones antiguas”
¡Feliz Día de la Blasfemia!
Ferney Yesyd Rodríguez Vargas
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