Hace unos meses estaba convencido de que el día de hoy sería de celebración para el Estado laico, pero reconozco que me equivoqué. No confirmé mi convicción debido a que la laicidad del Estado Mexicano no es muy importante para la totalidad de los políticos mexicanos.
Veamos en qué fundaba mi convicción: el 5 de diciembre de 2017, la Cámara de Diputados avaló declarar el 25 de septiembre de cada año como Día del Estado Laico. Fueron 334 los votos a favor, 16 abstenciones y 5 en contra, suficientes para que la cámara baja del Congreso de la Unión aprobara el dictamen de la Comisión de Gobernación que declara como «Día del Estado Laico» el día ya mencionado.
Este avance en favor de la laicidad del Estado Mexicano no prosperó debido a que el pasado 4 de abril el Senado de la República emitió un dictamen en sentido negativo, generando la reacción de las senadoras Angélica de la Peña y Martha Tagle. La primera calificó la decisión del Senado como “un grave error”, en tanto que Tagle lamentó que los senadores de México hayan aprobado declarar el Día Nacional del Tequila, y se rechace el 25 de septiembre como Día del Estado Laico.
No me explico cómo a la hora de la votación el Senado minimizó la importancia de la separación del Estado y las iglesias, un principio fundamental en toda democracia, por ser el que orienta la actuación de las instituciones y de la clase política y gobernante.
Sin Estado laico se produce un tránsito peligroso hacia el Estado totalitario, en la vigencia del cual “cesa el pluralismo como principio y, en general, se cuestiona la propia libertad y el humanismo”, señala Orlando Albornoz en su obra La educación en el estado democrático.
La historia demuestra que los estados totalitarios se caracterizan por intentar controlar y regular los pensamientos de las personas y de los grupos sociales. Este tipo de estados son los que defienden “la exaltación total del Estado frente al individuo”, anulando las libertades de expresión, religión y pensamiento, entre otras.
De haberse aprobado el 25 de septiembre como Día del Estado Laico, los partidarios de la laicidad estaríamos enviando el día de hoy un mensaje de respeto a la naturaleza laica del Estado, violentada en innumerables ocasiones por los modernos enemigos de la laicidad, cuyo discurso es a favor del Estado laico, pero no así su proceder público.
Y lo digo porque, a pesar de lo que establece la Constitución y la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, frecuentemente se llevan a cabo acciones en favor de la Iglesia mayoritaria por parte de funcionarios públicos que procuran que esta institución recupere los privilegios que tuvo en la vigencia del México constitucional.
Para muestra el siguiente botón: Pedro César Carrizales Becerra, diputado electo por el octavo distrito de San Luis Potosí, solicitó al párroco de Tequisquiapan, bendecir su oficina en el Congreso del estado. “El Mijis”, como apodan al citado congresista potosino, pasó por encima de la Carta Magna y de las leyes que establecen que México es un Estado laico, en donde las autoridades de gobierno deben tener un comportamiento ajeno a sus convicciones religiosas.
En casos como estos debe importar lo que establece la ley, no lo que diga el legislador, el cual dijo a medios de comunicación que la bendición con agua bendita de su oficina en el Congreso no violenta la ley del Estado laico. Tampoco importa lo que diga Juan Jesús Priego Rivera, vocero de la Arquidiócesis de San Luis Potosí, quien salió a declarar en defensa de la acción de «El Mijis», afirmando que nunca lesionó al estado laico.
Importa lo que diga la Constitución, esa que “El Mijis” y todos los funcionarios públicos juraron cumplir y hacer cumplir el día en que asumieron los cargos para los cuales fueron electos. Así que es Gobernación la que debe decir si en este caso hubo o no violación al Estado laico. ¿Cree usted que lo haga? Yo tengo mis dudas, y las tengo bien fundadas.
Armando Maya Castro