Difundir el pensamiento ateo, defender la libertad de conciencia y luchar por un Estado laico. Estos son los tres objetivos clave de la asociación Ateus de Catalunya (Daoiz i Velarde, 30-32). Así quedan reflejados en una gran pancarta en la pequeña sala que ocupan los miembros de la entidad, ubicada dentro de la Associació de Veïns Badal, Brasil i La Bordeta.
Ateus de Catalunya se ubica en este local desde hace 12 años, aunque se constituyó en 1994. Albert Riba, presidente desde sus inicios, fundó la entidad con otras dos personas. «Queríamos dar visibilidad al ateísmo», dice.
Ese mismo año, Riba acudió a un debate en TV-3 y afirmó ser ateo. «Los ateos solo admitimos la realidad material, es decir, lo que se puede comprobar y constatar», conceptualiza el presidente. Esa confesión pública generó bastante polémica, incluso entre sus amigos.Algunos le llamaron para preguntarle si no tenía miedo.
Según él, «en Barcelona capital, el 47% se confiesa católico, frente al 42% de ateos y, el resto, no se pronuncia sobre su tendencia religiosa». También cree que en cinco años se habrá hecho el «sorpasso», por lo que habrá mayoría de ateos. A pesar de la destacada presencia social de estos, la entidad solo cuenta con una sesentena de miembros. «Hay mucha gente que se declara atea y con esto ya es suficiente», justifica Riba.
Entre las actividades de la asociación se hallan las tertulias y charlas, que imparten tanto en su sede como en centros cívicos. También organizan presentaciones de libros, participan en mesas redondas y debates y han tenido presencia mediática en varios programas de televisión. Incluso fueron noticia hace unos años, cuando organizaron la iniciativa del Bus ateo.
Mediante una campaña de crowdfunding lograron recaudar 30.000 euros, que invirtieron en pancartas que rezaban: «Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida». Durante un mes, cuatro autobuses de Barcelona pasearon esos carteles.
Fiestas de los solsticios
Las actividades lúdicas también tienen cabida en la entidad. Organizan barbacoas y, desde el año pasado, celebran el solsticio de invierno y el de verano con una cena. «Son fiestas muy antiguas que regían antaño la vida de los humanos», afirma el presidente de la asociación, formada mayoritariamente por hombres de entre 21 y 87 años. Entre las pocas mujeres está Ana Peñalver. «No me considero atea, pero sí estoy de acuerdo con defender la libertad de conciencia y luchar por un Estado laico», precisa Peñalver, socia desde hace apenas dos meses.
En los momentos difíciles de la vida, los ateos no se aferran a una creencia o una divinidad. Este es el caso de Ismael Sahun, un socio de 78 años. Cuando le detectaron hace siete un cáncer de esófago, Sahún empezó a recibir palabras de esperanza del tipo «rezaré por ti», que no le consolaron. Decidió leer a autores como Richard Dawkins o Stephen Hawking y se hizo ateo. «En situaciones límite hay cosas mejores a las que aferrarse que a un Dios. En mi caso, el doctor y mi entorno», dice.
También reconoce que los ateos no tienen buena imagen. «Decir que eres agnóstico es menos brusco y queda más neutral», expone Sahun. Un matiz filosófico los separa: para los ateos, Dios no existe, mientras que los agnósticos no tienen ninguna razón para tomar una decisión sobre si existe o no.
Ateus de Catalunya potencia su actividad en Facebook y Twitter. Ahora prepara un curso «para que haya gente que pueda actuar en público y tomar el relevo», cuenta el presidente, qu se retirará el año que viene, el del 25ª aniversario.