El mismo día que Donald Trump anunciaba por tweet que iba a atacar con cientos de misiles a Siria ese mismo día se estrenó, en España, la película Alma Mater con un prestreno en la Casa Árabe de Madrid en la que asistió el director de la película el belga Philippe Van Leeuwy, al que tuvimos oportunidad de conocer. Philippe Van Leeuwy, realizó anteriormente una película sobre la guerra de Ruanda y las matanzas en las mismas; matanzas en las que tuvo una responsabilidad de primer orden la Iglesia Católica: de ahí el sugerente título de su primera producción: “El día en el que Dios se fue de viaje
Esta su segunda producción, Alma Mater, es una visión humanista de la guerra y está ambientada en Siria (aunque fue rodada en el Líbano) y el escenario pudiera ser cualquier guerra y en cualquier época. La película narra la historia de unas personas encerradas en un piso en un barrio rodeado por francotiradores y milicias irregulares y la imposibilidad de hacer nada. Narra una impotencia: la del pueblo ante las guerras. La película no mantiene ni tesis morales ni tesis políticas, simplemente narra la incapacidad de los atrapados en las guerras y como el autoritarismo militar y paramilitar y la violencia se imponen sobre cualquier ley o regla. En las guerras todos los derechos humanos son suspendidos y la vida e integridad física no vale nada. El miedo y la estrategia de la supervivencia es lo que invade al pueblo y a la gente sencilla. Los escenarios y las estrategias políticas no se reconocen y se fraguan y desarrollan en lugares inaccesibles para el pueblo.
No importa tanto identificar las causas del conflicto, sino las consecuencias del mismo y que una vez desatado ya no es posible hacer nada. La gente sencilla vive en lugares que son el escenario de la guerra y el control del espacio y del territorio se impone y son los francotiradores los guardianes de las posiciones de ese espacio y territorio. “Creo que el contexto en Siria es un ejemplo de lo que ocurre con los conflictos en la actualidad, donde los civiles son el objetivo principal, son rehenes de guerra, como ovejas indefensas en las manos de cazadores”, declaró el director.
Al centrase el director en las personas atrapadas en un piso rodeados de francotiradores, pone en un primer plano la necesidad de aterrorizar a la población para controlar el espacio físico. Si alguien osa disputar el espacio o simplemente transitar por el mismo es disparado.
La película destroza las visiones eruditas de las guerras o las visiones épicas de las mismas. Las guerras son guerras sean de liberación o sean de opresión. El último plano de la película donde el abuelo mira por la ventana y parece evocar un pasado también de guerras y conflictos parece indicar que no va existir ninguna solución a las guerras. La guerra destroza la humanidad.
Cuando Donald Trump ordena, junto a Macron y Theresa May, lanzar misiles sobre las ciudades sirias en nombre de la libertad sabemos que no se trata de eso sino más bien de disputar el espacio total; esos misiles son los disparos de los francotiradores sobre el pueblo sirio que no es más un rehén en unas luchas imperialistas en disputa. El gobierno de Rajoy ya se ha apresurado a dar todo el apoyo a la acción militar-incluso han colaborado activamente desde las bases de ocupación que EEUU mantiene en nuestro territorio- . Si el pueblo no lo evita en nombre de la paz nos conducirán hacia la guerra. La propaganda ya está preparada y seguramente pronto volveremos a ver atentados terroristas en Europa.
Todos tienen miles de razones para justificar la guerra total y después de tirar gobiernos y destrozar ciudades todavía no nos han explicado por qué hicieron la guerra. Se dice que es para destronar tiranos y colocan a títeres genocidas en su lugar. El papa Francisco, mientras tanto, llama la paz y advierte del peligro de una guerra nuclear pero lo que no condena es el lanzamiento de los misiles, pese a que la ONU no avalado este ataque indiscriminado. Es curioso que el Papa Juan Pablo II se opusiera tan ferozmente a la guerra de Irak y sin embargo la iglesia católica del Papa Francisco tenga una oposición meramente retórica de la guerra; es más, el actual Secretario de Estado Vaticano ha declarado, en alguna ocasión, que habría que actuar con la fuerza para “salvaguardar la integridad de los cristianos”. El papa Francisco no parece ser tan pacifista como lo pintan. Es otro momento histórico; Juan Pabló II se alineó con Francia en contra de la intervención angloamericana en Irak, pero en aquel momento todavía Francia no había sido engullida por el Caballo de Troya americano; hoy Francisco parece estar alineado con el Occidente unificado, pese a balbucear que reza por la paz en sus oraciones Regina Coeli.
Frente a tanta hipocresía en nombre de la paz, la película Alma Mater es una visión humanista de la guerra.
Antonio Gómez Movellán
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