Ponencia de Laicismo y Feminismo que María Asunción Villaverde Zamora presentó en la Jornada Laicista de Zaragoza en Común el 10 de marzo en Zaragoza.
¿Por qué unir estos dos conceptos?
Para responder a esta pregunta, lo primero que quiero decir es que hay mucha documentación sobre el Movimiento Feminista y el feminismo y mucho escrito sobre la laicidad y el laicismo, pero poca de la interrelación entre estos dos movimientos.
Para comprobar lo que ambos tienen en común debemos empezar por definir qué es el laicismo y qué es el feminismo, de este modo podremos demostrar que sus objetivos no son tan diferentes.
Definición de Laicismo
El laicismo es el movimiento social que aspira a una sociedad en la que se den las condiciones políticas, jurídicas y sociales para lograr la libertad de conciencia. Y para ello considera esencial la separación entre Iglesia y Estado. Según la R.A.E: Laicismo es la independencia del individuo o de la sociedad y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa.
Para nosotros el principal objetivo laicista es la libertad de conciencia, entendida en el contexto del art. 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión” Recuerdo en este punto que la Iglesia Católica aún no ha firmado la Declaración de los Derechos Humanos. (desde 1948 ya ha tenido tiempo, puesto que han pasado 70 años) Si el Estado Vaticano firmase, debería inmediatamente acabar, entre otras cosas, con la discriminación milenaria a la que ha sometido a las mujeres.
¿Por qué el feminismo debe estar expresamente incluido en el laicismo?
Como hemos visto antes cuando definíamos el laicismo, su principal objetivo es la libertad de conciencia. Y esta no puede darse desde el sometimiento a otra persona. Que es lo que el machismo provoca.
No puede haber libertad sin igualdad. Por lo tanto, si el principal objetivo del laicismo es la libertad de pensamiento, conciencia y religión, deberá luchar por conseguir que las mujeres sean iguales para que disfruten de dicha libertad.
Si no hacemos referencia explícita al feminismo y damos por supuesto que forma parte del laicismo, dejaremos de luchar expresamente por la igualdad de las mujeres, opacando el problema y agravándolo con nuestra inacción.
Definición de feminismo
El feminismo es definido por la Real Academia Española (RAE) como un «principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre.». Pero el feminismo es mucho más.
El feminismo es el movimiento social y político que aspira a una sociedad igualitaria entre hombres y mujeres, una sociedad donde el patriarcado y, por consiguiente, el androcentrismo, deje de ser el paradigma de la actual cultura. Porque éste conlleva la invisibilidad de las mujeres y de su mundo, la negación de una mirada femenina y la ocultación de las aportaciones realizadas por las mujeres.
El feminismo busca también la emancipación de la mujer, es decir, la igualdad efectiva de derechos de hombres y mujeres luchando contra todas las formas de explotación, discriminación y opresión específica de las mujeres en todos los ámbitos y relaciones sociales.
Ahora bien, ¿Por qué el laicismo debe estar expresamente incluido en el feminismo?
Sencillamente porque las religiones son un instrumento de la cultura patriarcal para someter a las mujeres. Son el sostén del Patriarcado y el androcentrismo.
Considerando que las religiones son uno de los elementos principales de discriminación y opresión de la mujer, podemos concluir que no es posible desarrollar el feminismo y conseguir sus objetivos sin la separación de la iglesia y el estado que propugna el laicismo.
Una de las necesidades urgentes del feminismo es conseguir que la sociedad avance hacia la laicidad, ya que la religión como pensamiento alejado de la razón y de la ciencia sigue sometiendo con saña a las mujeres.
El feminismo está ligado indiscutiblemente a la laicidad y necesita de ésta para seguir avanzando, ya que los mayores obstáculos a la igualdad entre hombres y mujeres los ha creado la religión estableciendo los cimientos de desigualdad y fijándolos a la cultura colectiva.
La laicidad es el marco que posibilita el diálogo entre distintas maneras de pensar. La igualdad de hombres y mujeres es el termómetro que mide la libertad de nuestra sociedad. En tanto en cuanto el feminismo es un movimiento que exige que hombres y mujeres tengan los mismos derechos y por lo tanto, que se conceda al género femenino capacidades antes reservadas sólo a los hombres, habrá que cambiar ciertas aseveraciones que hace la iglesia sobre las mujeres como las que vamos a ver a continuación:
El obispo Fernández afirma que ”cuanto más varón sea el varón, mejor para todos en la casa pues este aporta la cobertura, la protección y la seguridad”, además de ser “signo de fortaleza”. Por su parte, la mujer aporta “calor al hogar, acogida, ternura”, y aconseja que “cuanto más mujer y más femenina sea la mujer, mejor para todos en la casa”.
O las declaraciones del obispo Reig Pla cuando aconseja que “Hay que quitarle el voto a las mujeres, porque últimamente piensan por su cuenta”.
No parece que los obispos contribuyan mucho a la igualdad con sus declaraciones.
Belén Sárraga (Valladolid 1872 – México 1950), gran luchadora feminista, afirmaba que “feminismo y laicismo deben confluir porque las religiones han convertido a las mujeres en seres dependientes y sin derechos”
Teniendo en cuenta la influencia que las religiones siguen teniendo en la sociedad, no cabe ninguna duda de que el laicismo aporta un elemento fundamental para defender el feminismo y con ello la igualdad de derechos.
El feminismo aspira a que la mujer sea protagonista de su propia vida y no un objeto al servicio del hombre, del Estado y de la Religión. Y para dicho fin es esencial la separación entre Iglesia y Estado, dado que la Iglesia es el principal bastión del patriarcado.
Conclusión:
Observamos que en los dos movimientos hay una aspiración liberadora de las personas y por tanto una defensa de los Derechos Humanos, entendidos éstos como liberación de las ataduras de estados teocráticos o dictatoriales y, como consecuencia, de la cultura que ambos sistemas generan en las sociedades.
A continuación vamos a hacer un pequeño repaso de cómo se ha tratado este asunto en la Historia
Voy a aprovechar el excelente trabajo de la escritora y ensayista Teresa Galeote realizado para Europa Laica en el que recopila frases de personajes históricos.
Históricamente se puede establecer una relación entre el refuerzo del Patriarcado y la aparición de las grandes religiones monoteístas. Aunque ya antes se daba la confluencia entre machismo y religión, como nos demuestra Pitágoras cuando dice que:
Pitágoras. “Existe un principio del Bien que creó el orden, la luz y el hombre, y un principio del Mal que creó el caos, las tinieblas y la mujer.”
Nos vamos a centrar en el cristianismo por ser la religión que de forma más intensa y continuada en el tiempo se ha establecido en nuestro entorno.
Nos damos cuenta de que las proclamas misóginas de los primeros padres de la Iglesia se continuaron a lo largo de la Historia y todavía perduran en nuestros días, siendo además propagadas en medios de comunicación que de forma directa o indirecta pagamos entre todas.
“Y Dios dijo a la mujer: « Parirás a los hijos con dolor. Estarás sujeta al poder del varón y él te dominará».”
Partimos de aseveraciones como las del Génesis: “Durante la infancia una hembra debe ser sometida a su padre, en la juventud a su marido y cuando su señor ha muerto a los hijos. Una mujer no debe ser jamás independiente.
Una esposa fiel debe constantemente adorar al marido como a un dios.” (Leyes de Manú.)
Pablo de Tarso preconizaba que «Las mujeres escuchen en silencio las instrucciones con entera sumisión.”
Agustín de Hipona, en el siglo IV aseguraba que «Las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en forma alguna. De hecho, deberían ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones.» (ya sabemos de dónde vienen los argumentos para que haya colegios segregados; del siglo IV)
Ya en el siglo XIII, Tomás de Aquino establecía «En lo que se refiere a la naturaleza del individuo, la mujer es defectuosa y mal nacida”
En el siglo XVI Lutero, indicaba que “las mujeres estériles son débiles y poco saludables; aquéllas bendecidas con muchos niños son más saludables, limpias y alegres. Pero si finalmente se agotan y mueren, no importa. Que mueran dando a luz, que para eso están.»
Son muchas y variadas las declaraciones de los “santos varones de la Iglesia Católica”, a través del tiempo; reproducirlas todas es imposible ya que darían para un voluminoso libro, pero sirvan aquí algunas de sus ejemplares reflexiones.
A las primeras proclamas misóginas le sucedieron otras más modernas, como la de Fray Luis de León (España, 1527- 1591); éste no se quedó corto en El manual de la perfecta casada, entre otras muchas lindezas afirma: “porque, así como la naturaleza, hizo a las mujeres para que encerradas guardasen la casa, así las obligó a que cerrasen la boca.”
La interpretación del reformador religioso, Calvino (Ginebra- 1509-1564) no varía un ápice la interpretación de la Biblia, asegurando que la raza humana ha sido creada en la persona del hombre y afirma: “La mujer no es más que un añadido al hombre. La mujer fue creada a imagen de Dios, pero como compañera y asociada del hombre para ayudarle en la vida”.
A pesar de que la Ilustración marca claramente los derechos del hombre y la defensa del laicismo en el siglo XVIII, sin embargo, excluye a las mujeres de dicha proclamación.
Esto motivó que fuera rechazada por Olimpia de Guogues, por cuya defensa fue guillotinada.
Así las cosas, Rousseau declara que “La mujer está hecha para ceder al hombre y para soportar también sus injusticias.”
Será mucho después cuando los derechos humanos asienten la igualdad entre hombres y mujeres pero reconozcamos que los pensadores ilustrados sólo pensaron en el 50% de la humanidad.
Denotando la fuerza con la que han arraigado las ideas del patriarcado en el subconsciente social, se hace patente la necesidad de que el feminismo incluya al laicismo en sus postulados y viceversa.
No es casual que la Asamblea Parlamentaria Europea tuviera que hacer un llamamiento a los Estados miembros del Consejo de Europa para que garanticen la separación entre Iglesia y Estado y aseguren que las mujeres no se vean sujetas a políticas y leyes influidas por la religión, en el ámbito de la familia, el divorcio y el aborto.
Desmontar el entramado que ha permitido obviar al 50% de la humanidad exige un compromiso firme entre las fuerzas sociales y políticas, y es por ello que laicismo y feminismo deben ir de la mano para exigirlo.
Es una tarea ardua, pero no imposible si se tienen claros los cimientos sobre los que se asentaron una sociedad que margina, maltrata, violenta y asesina a las mujeres cuando intentan salirse de los cauces establecidos por la cultura patriarcal.
La iglesia no renuncia a sus máximos, la educación fundamentada en el patriarcado y, por tanto en el androcentrismo, cuyo soporte fundamental es la Iglesia, sostiene que el cuerpo de la mujer es el CENTRO básico donde ejercer el poder y, por tanto, la sexualidad y la maternidad deben estar dirigidas por dicha creencia.
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María Asunción Villaverde Zamora