El próximo 1 de julio usted podría estar eligiendo a un sumo pontífice en lugar de a un presidente de la República. Porque lo cierto es que, en la mejor tradición del césaro-papismo, López Obrador se comporta como aquellos emperadores que se asumían como los gobernantes terrenales, al mismo tiempo que como supremos sacerdotes. Poco valen las adhesiones al juarismo y al Estado laico de Andrés Manuel López Obrador y su pupilo Hugo Eric Flores, dirigente del PES. La verdad es que no hay nada más alejado de la vida y obra de Benito Juárez que lo que estos políticos confesionales de hoy pretenden. Se ve que nunca han leído ni siquiera los Apuntes para mis hijos, que el prócer liberal escribió para dejar precisamente una enseñanza de las razones y la lógica de la separación entre el Estado y las Iglesias. Alegan nuestros ignorantes políticos que están en favor de la libertad de culto, pero muy bien les haría leer algunos de los párrafos de la ley que, para tales efectos, promulgó Benito Juárez el 4 de diciembre de 1861. Allí se estableció, entre otras cosas, que “la independencia entre el Estado, por una parte, y las creencias y prácticas religiosas, por otra, es y será perfecta e inviolable”.
Además de reiterar este principio de separación estricta en varios artículos de la ley, Juárez canceló el derecho de asilo de los templos, así como el culto externo a los mismos, el tratamiento oficial (excelencia, eminencia, su santidad, etcétera) a diversas personas y corporaciones eclesiásticas.También se establece en el art. 24: “Aunque todos los funcionarios públicos en su calidad de hombres gozarán de una libertad religiosa tan amplia como todos los habitantes del país, no podrán con carácter oficial asistir a los actos de un culto, o de obsequio a sus sacerdotes, cualquiera que sea la jerarquía de éstos. La tropa formada está incluida en la prohibición que antecede”. Respecto al matrimonio, dicha ley establece: “La autoridad pública no intervendrá en los ritos y prácticas religiosas concernientes al matrimonio. Pero el contrato de que esta unión dimana queda exclusivamente sometido a las leyes.” No se ve que López Obrador y Eric Flores respeten mucho esta separación, porque se oponen, desde una perspectiva religiosa, al matrimonio igualitario. El problema es que ellos no se van a asumir como gobernantes civiles, sino como expresiones de un nuevo césaro-papismo. ¿O será césaro-pejismo?
Roberto Blancarte
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