Es una imagen inusual, pero es una que en las últimas semanas se repite a diario en un rincón de Berlín.
Hombres y mujeres, así lo indica la tradición en el Islam, deben rezar separados dentro de una mezquita.
Pero la abogada y activista por los derechos de las mujeres Seyran Ates decidió que era tiempo de empezar a hacer las cosas de manera distinta y abrió la primera mezquita liberal de Alemania, considerada una de las primeras de Europa y del mundo.
Allí mujeres y hombres oran juntos, no se permite la burka -la vestimenta que oculta el cuerpo y la cabeza de la mujer- ni el niqab -velo que cubre la cara de la mujer- y las mujeres están autorizadas a predicar.
Su apertura el mes pasado generó molestia en distintos países.
Ates ha recibido amenazas de muerte. Le dijeron que debería ser violada y recibió fotos con armas.
En Egipto emitieron una fatua -un pronunciamiento legal en su contra-, el gobierno de Turquía cuestionó la apertura de la mezquita y sus propios familiares que viven allí le pidieron que abandone el proyecto.
En entrevista con la BBC, Ates, de 54 años, defendió su decisión y explicó que busca combatir el avance del ala conservadora del Islam.
«Tenemos que terminar con esta separación»
«Mi argumento es que necesitamos detener la sexualización de la mezquita, todo el mundo islámico está sexualizado por los hombres, el patriarca», opina Ates.
«‘Un hombre no puede rezar junto a una mujer porque lo puede distraer’, todos esos argumentos no son aceptables para nosotros. Para mí, como feminista, tenemos que terminar con esta separación».
La mezquita lleva el nombre Ibn Rushd-Goethe, en honor al filósofo Averroes y al escritor alemán, y se encuentra en un edificio adyacente de una iglesia protestante y acepta a musulmanes de diversas ramas. Está ubicada en el barrio de Moabit, a unos dos kilómetros de la Cancillería federal.
Ateş, turca de nacimiento pero residente en Alemania desde los 6 años, asegura que hasta en La Meca, la ciudad más sagrada para los musulmanes, hoy día hombres y mujeres pueden estar juntos y que lo que ella propone no es antiislámico sino que apenas va contra la tradición.
«Hay hombres y mujeres que no van a las mezquitas por esta práctica estricta. Si me sacan del salón me convierten en otro tipo de ser humano y no somos diferentes», apunta, «cuando estamos frente a Dios, somos todos humanos».
«Esta mezquita constituye una oportunidad para que los musulmanes se vuelvan a definir», aseguró en su inauguración Abdel-Hakim Ourghi, quien junto a Ates dirige el proyecto.
Ates considera que ser musulmana y feminista no supone una contradicción. El cambio, explica, sólo se puede lograr a través de ser un ejemplo y de abrir las puertas
Entonces se mantiene al frente de una mezquita, dice, para los que quieran vivir la fe musulmana, sin sermones que dividan, y de una forma moderna, pacífica, tolerante y liberal.