Un año más se celebró en Granada la procesión católica del Corpus por las calles de Granada, y un año más participaron en ella numerosas autoridades civiles y militares, encabezadas por el alcalde y varios concejales de la ciudad.
Entre las autoridades y cargos públicos que procesionaron cabe destacar, además de a los representantes municipales de PSOE, PP y Ciudadanos (con la honrosa excepción, por tanto, de IU y de Vamos Granada), a representantes de otros municipios, a algunos diputados, al Subdelegado del Gobierno, a cargos de la Diputación (de nuevo de PSOE, PP y Ciudadanos), y a cargos y miembros de las Fuerzas Armadas (incluyendo al teniente general jefe del MADOC en representación del Rey de España), del TSJA, la Policía Nacional, la Policía Local y la Guardia Civil. Asimismo participó en la procesión la banda de música municipal. Por último, debemos denunciar que la televisión municipal granadina (TG7) realizó, como es habitual, una retransmisión exhaustiva y devota, con comentarios plenamente confesionales.
El conjunto nos parece una aberración de cariz predemocrático, pues todas estas autoridades, cargos y trabajadores públicos no parecen asimilar, después de más de cuatro décadas, que Franco falleció y que con él debió extinguirse el nacional-catolicismo. No acaban de entender que una verdadera democracia ha de ser laica, lo que exige que las instituciones públicas se mantengan al margen de las creencias particulares, religiosas o no religiosas, y de sus celebraciones. Las personas que, como cargos públicos, autoridades o funcionarios, defraudan a los ciudadanos mediante estas actuaciones, podrían participar legítimamente en las manifestaciones religiosas o de otro tipo que se les antojara, pero a título particular.
El confesionalismo de partidos como el PP y Ciudadanos parece, desgraciadamente, consustancial con sus idearios. Por eso nos resulta especialmente preocupante que las adhesiones confesionales se produzcan por parte de representantes públicos pertenecientes a un partido (el PSOE) que, según sus dirigentes nacionales y sus fundadores, apuesta por la laicidad. Pero lo peor no es que estos representantes defrauden ―presuntamente― a sus propios líderes y a su ideología, sino a los supuestamente representados, los ciudadanos a los que deben servir, muy diversos en sus convicciones.
Es alarmante, además, que los miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado exhiban públicamente unas querencias nacional-católicas que nos retrotraen a tiempos predemocráticos de aciago recuerdo, en el que el uso de la “fuerza” se caracterizó por un atroz carácter represivo con un marcado componente religioso, una deplorable mescolanza de uniformes y sotanas.
Desde Granada Laica exigimos de todas las autoridades e instituciones civiles y militares el cese definitivo de sus actuaciones confesionales, por antidemocráticas y contrarias al respeto a la ciudadanía.
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