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boda catolica

La reforma del papa dispara las solicitudes de nulidad matrimonial

Hasta un 500% han llegado a aumentar las demandas de nulidad matrimonial en uno de los tribunales eclesiásticos tras la reforma impulsada por el papa Francisco hace un año. Es el caso más extremo, según los datos recopilados por la Asociación Española de Canonistas adelantados por el semanario religioso Alfa y Omega, pero abogados y fiscales, que en estos tribunales se llaman defensores del vínculo,  reconocen un repunte general. Señalan que ese era precisamente el objetivo de la reforma: «Lo que ha pretendido el Papa Francisco es, por un lado, agilizar el proceso y, por otro, hacerlo más accesible. Ha puesto, por decirlo así, el foco en este remedio canónico que la gente tenía olvidado. Está muy extendida la idea de que las nulidades son para ricos famosos y que es muy difícil conseguirla, cuando no es así y nunca ha sido así», explica Carmen Peña, catedrática de derecho canónico en la Universidad pontificia de Comillas y defensora del vínculo en el tribunal de Madrid.

El nuevo procedimiento permite obtener la nulidad con una única sentencia, antes hacían falta al menos dos, lo que acorta los trámites. Según Carmen Peña muchos fieles se están acercando a un procedimiento que antes no se planteaban: «En Madrid cada vez estamos teniendo más peticiones de inmigrantes. Como el Papa ha facilitado también que en vez de pedir la nulidad en su lugar de origen lo puedan pedir donde están viviendo pues estamos teniendo un incremento muy notable de peticiones de personas inmigrantes».

Lo que no han cambiado son los requisitos para solicitarla subraya la abogada rotal, y profesora en la universidad Francisco de Vitoria, Marta Asín: «El rigor en el proceso de nulidad matrimonial es el mismo. El juez tiene que alcanzar la certeza moral suficiente para verificar realmente si ese matrimonio es nulo. De lo contrario sería desvirtuar el proceso y eliminar una propiedad del matrimonio católico que es la indisolubilidad».

El incremento de casos no ha supuesto, según los letrados, un mayor negocio en torno a las nulidades. Ni para la iglesia ni para ellos mismos. En un sistema que ya era deficitario para las diócesis al menos 11 de los 69 tribunales han eliminado las tasas judiciales – que rondaban los 1.000 euros – siguiendo las recomendaciones del Papa. En otros 9 las han reducido. Además al acortarse el proceso los honorarios de los abogados también son menores. Luis Zarraluqui, presidente del despacho que lleva su nombre y en el que tramitan nulidades de toda España, afirma que «en otros tiempos el tramite era más caro por lo que tenía de especial, de poco corriente, de un poco fantasmagórico para el ciudadano corriente». Zarraluqui cifra en torno a 2.000 o 3.000 euros lo que cuesta actualmente tramitar la nulidad en un despacho como el suyo en insiste en que la época en la que los famosos tiraban de chequera para conseguir la nulidad pasó a la historia: «Cuando las personas que acudían a este trámite eran personas con un gran poder económico eso permitía que hubiera unos honorarios más altos», asegura. «Pero cuando también hay gente muy normalita, corrientita económicamente, los honorarios se acomodan mucho a la realidad de estas familias».

La letrada Marta Asín incide en que el proceso de nulidad es accesible a cualquiera y recuerdan que hay ayudas como el patrocinio gratuito: «Si en el tribunal eclesiástico se demuestra que una persona no tiene suficientes ingresos como para poder pagar un proceso existe el patrocinio gratuito.  Muchos abogados pertenecen al elenco del tribunal y de manera gratuita podemos llevar causas sin ningún tipo de coste». En ocho de los tribunales eclesiásticos existe además la figura del Patrono Estable que se hace cargo del coste del proceso de nulidad en todos los casos independientemente del nivel económico de quien lo solicite.

«La multiplicación de demandas que se ha producido viene fundamentalmente de casos generalmente gratuitos«, afirma Carmen Peña. “Gente que pensaba que no podía se ha acercado al tribunal y por medio de los Patronos Estables o el gratuito patrocinio se ha animado a presentar su causa».

«Suele ser gente del mismo perfil: personas que, de alguna manera, necesitan estar en paz, estar tranquilas, porque son conscientes de que el matrimonio que han vivido no es realmente un matrimonio como debiera ser», explica Marta Asín. «También existen un segundo perfil de personas que rehacen su vida y quieren volver a empezar y volver a contraer un matrimonio canónico».

En el caso de Luis Zarraluqui el perfil de cliente que quiere pedir la nulidad matrimonial ha evolucionado con el tiempo. Antes de 1983, y de la aprobación de la ley del divorcio, quienes solicitaban la nulidad «era todo el mundo», explica. No había alternativa. Ahora son personas con fuertes convicciones religiosas, «ellos o sus familias» o simplemente desean volverse a casar. El letrado explica, sin ironía,  que quienes acuden a la nulidad, e incluso al divorcio, son los mayores defensores del matrimonio: «Cuando se aprobó el divorcio en España yo publiqué un libro cuyo título sorprendía un poco: El divorcio defensa del matrimonio. Me decían: ¡Pero cómo va a defender el matrimonio el divorcio! Pues sí señor, porque los que se divorcian normalmente se quieren volver a casar, o sea, son muy partidarios del matrimonio aunque les haya salido mal. Normalmente los que pretenden una solución como la nulidad también ,normalmente, quieren volverse a casar».

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